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el escéptico
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El escepticismo en el Año de la Ciencia
NUCLEARES EN LA PAZ
Las esperanzas depositadas en las denominadas energías alternativas están hoy cuestionadas.
El lector podrá encontrar el original en: http://suplementos.laopinion.es/ciencia/material/pdf/2008/11/08112008.pdf.
Luis Vega Martín
Artículo
L
a civilización industrial asienta sus
raíces en el consumo masivo de
combustibles fósiles. Si durante
el siglo XIX era el carbón la fuente de
energía de un maquinismo que alcanzaba
escasamente a unas pocas naciones, el siglo
XX ha visto en el petróleo y los hidrocarburos
de origen fósil los combustibles que
mueven una industrialización global. En
diversas ocasiones han existido teorías de
carácter catastrofi sta que alertaban sobre
las consecuencias que podría tener el
agotamiento de esos combustibles.
En el último tercio del pasado siglo lo
que habían sido pronósticos con bases
altamente especulativas toman cuerpo
real en la economía y en la política. Las
crisis del petróleo revelaron la fragilidad
de un sistema económico mundial que se
asentaba críticamente en esa materia prima,
cuya producción estaba en manos de unos
pocos países. Las potencias industrializadas
tomaron conciencia del valor estratégico
del control de las zonas productoras y la
necesidad de diversifi car el origen de la
enorme cantidad de energía que necesitaban.
El control al que me refi ero está en el origen
de los últimos confl ictos bélicos en Oriente
Medio. La otra respuesta a esas crisis fue
la implantación de las centrales nucleares
como fuente de abastecimiento energético.
En pocos años un porcentaje importante
de la producción eléctrica de los países
industrializados provenía de estas centrales.
Actualmente ronda en media el 20%.
La población del planeta ha pasado de 900
millones de habitantes en el año 1 800
a 1 600 en 1900, 3 000 en 1960, siendo,
al fi nalizar el siglo XX, de más de 6 000
millones. Las previsiones indican que
el aumento de población se ralentizará,
pero los cálculos indican que hacia 2050
habrá más de 9 000 millones de personas
y se estabilizará en un nivel superior a los
10 000 millones. El crecimiento poblacional
es desigual según las regiones del planeta.
Signifi
cativamente, los grandes países
más densamente poblados (China, India)
tienen hoy un bajo gasto energético, pero
sus economías demandan cada vez más el
acceso a niveles de consumo de energía que
se asemejen, siquiera sea mínimamente,
a los de los avanzados.Porque la energía
es la fuente de bienestar al que aspira,
conscientemente, una población mundial
en intenso crecimiento.
Surge con toda naturalidad la pregunta
de si se dispone de recursos (supuesta la
voluntad) para producir la energía sufi ciente,
que permita que todos los habitantes del
planeta disfruten del bienestar material al
que estamos acostumbrados en los países
desarrollados. La respuesta a esa pregunta es
en sí misma compleja, porque el problema
tiene elementos que restringen el rango de
soluciones.
Aunque existen serias dudas y ambigüedades
sobre las reservas reales de combustibles
fósiles, parece que el cenit de la producción
del petróleo (más de la tercera parte del
consumo energético total y casi el 100% de
la energía necesaria para el transporte) ya se
ha alcanzado. En pocas décadas será escaso,
caro y muy contaminante su obtención.
Algo similar se puede decir del gas natural
(la cuarta parte de la energía total).
Pero es que, aunque hubiera combustibles
fósiles de sobra, la preocupación por el
Cambio Climático antropogénico resalta
entre los temas que más preocupan a una
buena parte de la humanidad. Y es su
combustión la responsable de los gases
que provocan el efecto invernadero en la
atmósfera.
Las esperanzas depositadas en las
denominadas Energías Alternativas están
hoy cuestionadas. Todo parece indicar que
está lejos el momento (si es que se alcanza)
en que puedan soportar una fracción
importante del consumo energético
global. Ayudarán, pero no son la solución.
La obtención de Energía por Fusión
Nuclear, de otro lado, aparece hoy lejana
e improbable: un sueño con el que no se
puede, sensatamente, contar.
En este escenario la producción de
Energía Nuclear, lejos de ser una fuente de
esperanza, ha venido siendo considerada
por la opinión pública más un problema
que una solución. En esencia, preocupa la
seguridad de operación de las centrales y
el modo de tratar, o de deshacernos, de los
residuos que producen. En ambos aspectos
se han producido avances tecnológicos
signifi cativos. Tal vez no se sepa bien que
tiene sus ventajas, entre otras, que no emite
gases que produzcan efecto invernadero: la
cruzada mediática actual sobre el cambio
climático benefi cia la alternativa nuclear.
En el debate sobre la utilización de la
energía nuclear cada opción tiene una
tarea. Los partidarios de la energía nuclear
deberán mostrar soluciones tranquilizadoras
sobre los residuos, su tratamiento y/o
eliminación, así como la seguridad de las
propias instalaciones de producción. Pero
los militantes antinucleares deberán dar
respuesta —ardua tarea— a cómo es posible
la civilización tal como la entendemos sin
contar con la opción nuclear.
Estamos posiblemente ante la más
importante de las cuestiones de nuestro
tiempo que tiene, entre otros, los elementos
que se han descrito. Convendría, creo,
aportar soluciones razonadas, razonables y
bien informadas, antes que emocionales o
populistas.
Pienso que es posible construir un futuro,
imperfecto al fi n, pero posible. Entretanto,
China planea construir cincuenta plantas
nucleares en las dos próximas décadas.
Anotemos: si retrasamos el debate no habrá
nada sobre qué discutir.