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el escéptico
0
U
na de las razones por las que muchas personas
defienden aún el uso de algunas terapias cuya
eficacia jamás ha podido ser demostrada (y que
normalmente son conocidas por sus seguidores con el
apelativo de alternativas) pese a los esfuerzos que algu-
nos de ellos han destinado a tal cosa, es por la actitud
ambivalente de muchas autoridades sanitarias de todo el
mundo con respecto a las mismas.
Dicha actitud es debida a múltiples razones, como:
a) La ignorancia (lo cual es grave) u olvido (que qui-
zás es peor) de los gobernantes de lo que implica el
defender (con presupuestos y procesos de formación
adecuados) un modelo de salud basado en las mejores
terapias que se conocen y en el método científico;
b) La pervivencia en la sociedad de tradiciones diversas
(casi nunca realmente antiguas en su forma actual de
practicarlas) no fundadas en elementos racionales;
c) Su bajo coste en muchos casos (que hace que los
presupuestos de sanidad puedan reducirse y dedi-
carse a la defensa nacional como, por ejemplo, en
países como China o India, en los que la salud de
sus habitantes poco parece importar a sus gobiernos,
mientras éstos destinan miles de millones de euros a
la fabricación y compra de armamento nuclear sofis-
ticado).
d) Su aparente —y sólo aparente— inocuidad.
Sin duda, con su permisividad y el silencio de muchos de
los colectivos médicos afectados –que no denuncian los
fraudes a la salud pública que significan muchos de estos
métodos-, las autoridades dejan de tener la presión de los
supuestamente favorables a estas prácticas mal llamados
alternativas o “naturales”, a cambio de autorizar algo que
creen que no va a perjudicar en exceso. No sirven para
nada, pero no dañan. Dicen.
Sin embargo, como ya hablamos en un número anterior
de esta revista, hay un grandísimo riesgo en la no aplica-
ción del método científico para la validación de terapias.
Este método, quizás, no parezca una gran cosa a algunos
Artículo
¿VELAN LAS MÁXIMAS
AUTORIDADES SANITARIAS
DE FORMA EFICAZ POR
NUESTRA SALUD?
Alfonso López Borgoñoz
‘alternativos’, pero sigue siendo la mejor herramienta de
la que dispone el ser humano para arrojar algo de luz
sobre las tinieblas que rodean el acto de conocer (palabra
que usamos en su sentido no bíblico).
Pensemos en un hecho que, para mí, es básico para en-
tender la diferencia entre la medicina basada en la cien-
cia y el resto, y es el hecho de que la medicina basada
en la ciencia ha desarrollado, al mismo tiempo que me-
joraba su eficacia y precisamente para ello, un método
para validar o invalidar sus propios avances de la forma
más objetiva posible (los ensayos clínicos, ahora), mé-
todo que se ha ido refinando con el paso de los años, lo
que le ha permitido mejorar aún más la eficacia de sus
tratamientos y descartar lo inútil o poco favorable para
el paciente.
Sin embargo, ni una sola de las otras formas de entender
la medicina ha desarrollado jamás un método alternativo
de validación, más allá de la autoridad de las opiniones
de supuestos ‘maestros’ o “gurús”.
No hay métodos “alternativos” de comprobación de efi-
cacia, sólo discusiones sobre datos no contrastados.
A los que las crearon -o a los que las practican ahora-
nunca les preocupó -ni les preocupa en estos momentos-
el desarrollar ningún tipo de sistema objetivo de com-
probación, ni siquiera cuando había disputas entre ellos
para saber qué método era mejor entre los diferentes ‘al-
ternativos’ (escuelas con hipótesis diferentes dentro de
la acupuntura, por ejemplo), ni usarlo para comprobar
hasta qué punto estaba bien lo que hacían y para refinar
sus propias prácticas.
Y no lo han hecho, por lo general, porque lo que les im-
porta no es tanto la curación real de las dolencias de sus
pacientes como el trasfondo espiritual de la medicina que
aplican. Si la medicina no sirve, parecen creer que su fi-
losofía o religión tampoco, por lo que a la medicina no se
le pedirán pruebas, como tampoco se las piden a la parte
más filosófica o religiosa de su visión cosmológica.
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el escéptico
1
¿Puede no tener riesgo una medicina que nadie ha com-
probado, que sus dosis nunca se han examinado o que
sus prácticas se ignora el efecto real que tienen sobre los
pacientes por no haberse comprobado nunca de forma
medianamente objetiva?
¿No es eso lo que se trata de evitar con toda la enorme
campaña publicitaria que de forma correcta aconseja que
no hay que automedicarse, dado que la eficacia de las co-
sas depende de ser usada en el momento adecuado, en el
lugar adecuado y en la dosis adecuada, tras una prescrip-
ción de alguien formado en forma adecuada para ello?
¿Y no es cierto que eso sólo se sabe tras complejos es-
tudios?
Pero hay más riesgos, como es el que se deriva de dis-
traer a la población con reclamos sanitarios dudosos y
que no sea tratada por expertos médicos que conozcan
las mejores prácticas, o del elevado precio que supone
en dinero y en vidas (o en la calidad de las mismas) el
no usar desde el principio los mejores tratamientos, sino
otros inoperantes que no frenan el avance de dolencias
en absoluto...
Pero no perjudican...
Ni siquiera eso. Sobre la hipótesis de que su uso directa-
mente no daña, recordar que se han comprobado muchos
efectos adversos en su utilización y, de hecho, incluso la
Organización Mundial de la Salud (OMS, o WHO en sus
siglas en inglés) —que en muchas ocasiones se mueve
más por cuestiones políticas que meramente médicas (la
homosexualidad siguió siendo para ellos una enfermedad
hasta hace poco)—, dedica esfuerzos (como se puede ver
en varias páginas Web
1,2
) a advertir sobre los riesgos que
puede tener el uso de estas medicinas tradicionales o al-
ternativas. Ello, como veremos después, está avalado por
estudios sistemáticos.
Así, en una de las páginas Web antes citada, se señala ex-
plícitamente que “en la actualidad la OMS no recomien-
da esas prácticas, pero está colaborando con los países en
el fomento de un planteamiento basado en la evidencia
para elucidar las cuestiones relativas a la seguridad, efi-
cacia y calidad”
2
.
Es decir, que en referencia al tema de las terapias, las di-
vide en dos tipos, aquellas cuya eficacia se puede probar
(recomendables) y aquéllas que no pasan por ese filtro
(obviamente, las no recomendables). Que sean tradicio-
nales o alternativas o complementarias o convencionales
(en cualquiera de sus sentidos), sería lo de menos. Lo
que importa es su ‘seguridad, eficacia y calidad’. Si sólo
fuera eso, de acuerdo.
Prácticas no recomendables
¿Y a qué prácticas se refiere? Pues a las que están
señaladas justo en el párrafo anterior del mismo texto
del que hemos extraído la cita, en el que se dice “existen
datos que parecen avalar el uso de determinadas
medicinas tradicionales y complementarias, por ejemplo,
la acupuntura para aliviar el dolor, el yoga para disminuir
los ataques de asma, o las técnicas de tai-chi para ayudar
a las personas mayores a disminuir su miedo a sufrir
caídas”
2
.
Es decir, ‘hay datos’, pero no pruebas, por lo que el
tema podría quedar aquí, si no fuera porque, de hecho,
sí hay pruebas (y abundantes) en sentido contrario que
demuestran que no se ha encontrado su eficacia en una
larga serie de ensayos clínicos. Pero es cierto que algunos
estudios en revistas poco relevantes han publicado en
alguna ocasión ensayos positivos, que luego la crítica ha
descartado en muchos casos.
Las terapias no eficaces (tanto las supuestamente
alternativas como las procedentes de la medicina
supuestamente convencional) no son recomendables no
tanto porque haya datos aislados que pueden hablar a su
favor, aunque esto no esté bien contrastados, si no porque
hay ensayos clínicos que demuestran que su eficacia no
se puede acreditar de ninguna manera.
Y cuando de una cosa algunos dicen que hay datos
que pueden permitir especular sobre su eficacia y otros
observamos una vez y otra y otra y otra en la literatura
médica más fiable pruebas que demuestran que no lo
es, el principio de cautela más ligero invita claramente
a rechazar el uso de dichos tratamientos. Por si acaso,
vamos.
No es oro todo lo que rebuzna
Sin embargo, como luego veremos por un informe del
2003 de la OMS sobre la acupuntura
3
y un reciente
borrador sobre otro que estudia la homeopatía
1,2
, la
posición de este organismo internacional no está tan
clara ni es tan categórica, al menos con respecto a estas
dos formas de tratamientos ineficaces (si nos remitimos
a las pruebas).
Tampoco lo son en el caso de las autoridades sanitarias
de Cataluña, en la cual se ha aprobado un triste decreto en
el que se ampara el uso de esta técnicas y de otras más, y
a las que se les otorga unos inmerecidos credenciales, de
forma injustificada, que sólo pueden servir para fomentar
el error en los usuarios de la sanidad catalana (dicho
decreto en estos momentos no se puede aplicar como
consecuencia de una decisión judicial).
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el escéptico
2
Como hemos indicado muchas veces, y al igual que ha-
cemos con el resto de fármacos y tratamientos, si se de-
muestra que la acupuntura o la homeopatía son eficaces
en un ensayo clínico controlado con todos los requisitos,
y si una reiteración de ese estudio por otro equipo dife-
rente da unos resultados positivos similares, no tendre-
mos ningún problema en reconocer su utilidad y en ad-
mitirlas como prácticas recomendables en aquellos casos
en que su mayor efectividad se haya visto confirmada
por la experimentación.
Un ejemplo: Acupuntura
y efectos adversos
Pero no es sólo que tengan una eficacia no demostrada,
Es que además pueden ser perjudiciales. El miércoles 23
de junio de 2004, en la Web de BBC Mundo.com en espa-
ñol
9
, se recogía también la noticia
de la cautela de la Organización
Mundial de la Salud ante las me-
dicinas ineficaces y en ella se se-
ñalaba que “Aún cuando la OMS
explicó que no existen estadísticas
globales al respecto, varios países han informado que
existen problemas en el consumo de algunos productos.
Por ejemplo, sólo en el año 2002 hubo 9.854 casos de re-
acciones adversas en China, más de la mitad de los casos
registrados durante toda la década de los noventa”.
¿Por qué se darán estas reacciones adversas en China?
¿Será por la acupuntura? No sólo es ese el factor, pero
sin duda contribuye al mismo, como se ha comprobado.
Tras un pequeño esfuerzo de búsqueda por la literatu-
ra médica, pronto encontramos resultados al respecto,
como el trabajo efectuado originalmente en el año 1997
por dos autores, Edzard Ernst y A. R. White, del Depar-
tmento de Medicina Complementaria de la Universidad
de Exeter (Reino Unido), que han realizado muchos es-
tudios de ensayos clínicos en los últimos años sobre esta
misma cuestión en busca de la evidencia perdida. En él
se advertía que en el uso de la acupuntura había un nú-
mero importante de problemas potenciales, los cuales no
se tenían en cuenta habitualmente.
también unos sesenta casos de neumotórax causados
por la acupuntura, amén de otros sucesos traumáticos
con secuelas duraderas como el taponamiento y la per-
foración cardiaca, habiéndose constatado cinco muertes
como mínimo por causa directa del uso de esta supuesta
medicina.
Para los autores, escoger la acupuntura como tratamiento
porque era inofensiva era una mala opción, dado que la
pequeña revisión que ellos habían efectuado demostraba,
sin lugar a dudas, que probablemente cientos de personas
habían sido perjudicadas por estos tratamientos de forma
notable.
Y todo ello sin hablar de los riesgos que ocasiona el uso
de una hipotética práctica terapéutica cuya efectividad
no ha sido debidamente acreditada en muchos pacientes
poco informados, lo cual puede
impedir que sean tratados, dada su
ignorancia, con tratamientos cuya
eficacia sí ha sido demostrada.
Para los interesados señalar que,
posteriormente, este trabajo fue
editado en castellano en el año 1999 con el título “¿Efec-
tos adversos potencialmente letales de la acupuntura?
Revisión sistemática sobre el tema”
10
.
Si hay ensayos clínicos que muestran que causa proble-
mas a los pacientes y hay otros ensayos que no muestran
que haya eficacia alguna ¿Para qué seguir tratando de
apostar por la acupuntura, hasta que no demuestre un mí-
nimo de utilidad en algo?
Pues lo dicho, sigue sin verse claro, incluso en la OMS y
en nuestras autoridades sanitarias.
Y es que la falta de pruebas no tiene porqué detener el
tratar de quedar bien con todos, en un todo a cien terapéu-
tico, cuando lo que está en juego son vidas humanas.
A los partidarios de las medicinas
“alternativas” nunca les ha preocupado
desarrollar ningún sistema objetivo
de comprobación de su eficacia.
Así, en su estudio, habrían encontrado hasta un total de
cincuenta y seis artículos que hablaban de esta proble-
mática y los problemas detectados en ellos iban desde
el manejo inadecuado de las agujas (usadas más como
lo haría Alatriste que como otra cosa) a los riesgos por
su reutilización sin una esterilización adecuada, lo cual
había ocasionado en los usuarios que contrajeran enfer-
medades como la hepatitis B y C, el VIH, la endocardi-
tis bacteriana y la septicemia estafilocóquica, así como
La OMS, una de cal y una de arena
Pese a todo lo dicho, y como hemos ido anunciando, no
queda del todo clara la postura de la OMS (o al menos
de algunos de sus dirigentes y grupos de estudio) ni de
lo que defiende, pese a los miles de memorandos, reso-
luciones, estrategias, etc., que han publicado. Hay serias
contradicciones.
Así, en una de las páginas Web antes citada
1
, dan un paso
a favor del mundo alternativo, al indicar que “existen
pruebas empíricas y científicas que avalan los beneficios
de la acupuntura, las terapias manuales y diversas plan-
tas medicinales en diversas afecciones crónicas o leves.
Por ejemplo, la eficacia de la acupuntura, tratamiento
popular para aliviar el dolor, ha sido demostrada tanto
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el escéptico

en numerosos ensayos clínicos como en experimentos de
laboratorio”.
Lo de las terapias naturales en esta ocasión no queda cla-
ro a cuáles se refiere pero, como suele suceder, no se
citan los trabajos favorables. Sin embargo sí indican de
forma más específica la eficacia de la acupuntura en tra-
tamientos contra el dolor (con unas altas dosis de subje-
tividad por los pacientes), basándose en un estudio hecho
por ellos, según intuimos
3
.
Bandolier al ataque
Hace ya algunos años Carlos López Borgoñoz revisó en
esta misma revista los estudios sobre acupuntura y ho-
meopatía publicados por la Colaboración Cochrane
4
.
Ante tanta cosa que uno lee y ante tanto intento de lega-
lizar algo inútil, vale la pena añadir aquí ahora algunos
de los resultados de los trabajos sobre acupuntura hechos
públicos por Bandolier
5
, una de las revistas médicas más
importantes, con estudios muy cuidadosos sobre los re-
sultados de ensayos clínicos.
Hallamos un más de lo mismo, los trabajos publicados
indican que la acupuntura no demuestran eficacia para
dolencias como el mal del tenista o dolor de codo
6
(tras
estudiar 53 artículos), o sobre el dolor de espalda
7
o pa-
rar de fumar
8
(pero hay más casos).
Como se puede ver y leer en dichos estudios, los comen-
tarios sobre la acupuntura son claros y dejan pocas dudas
acerca de la escasísima eficacia o falta total de ella en los
casos estudiados en que se trata su supuesto punto fuerte,
que es su lucha contra el dolor.
No es una sorpresa, si se analizan bien los supuestos datos
que dicen avalarla, las pruebas a favor de la acupuntura
se diluyen como en un mejunje homeopático y esta senil
pseudociencia no demuestra eficacia en ningún caso.
Y si no hay eficacia ¿para qué apostar por ella?
Y si estas terapias no sirven y pueden causar problemas,
¿Se puede avalar mínimamente su uso?
Pues algunos políticos de nuestro país (sea este el que
cada uno quiera), con mejores intenciones que conoci-
miento profundo sobre la materia, no lo ven tan claro,
al igual que algunas secciones de la OMS. Pero no nos
adelantemos.
Un borrador que parece más un borrón
Con respecto a la homeopatía, al poco del informe pre-
sentado en The Lancet el pasado mes de agosto de 2005
11
,
se filtró a los medios de comunicación el borrador de un
informe titulado Homeopatía: revisión y análisis de in-
formes sobre ensayos clínicos controlados, del Departa-
mento de Cooperación Técnica para Drogas Esenciales
y Medicina Tradicional de la OMS
12
, el cual ya había
originado una controversia en el año 2003 con el informe
citado al principio sobre acupuntura
3
, el cual padecía de
graves defectos y desviaciones, ignorándose la práctica
totalidad de informes negativos
12,13
.
Según este nuevo trabajo, que parece seguir las líneas
‘científicas’ del de la acupuntura, “la mayoría” de las in-
vestigaciones homeopáticas publicadas en revistas cien-
tíficas durante los últimos cuarenta años “han demostra-
do que la homeopatía es superior al placebo y es equiva-
lente a las medicinas convencionales en el tratamiento de
enfermedades, tanto en humanos como en animales”
12
.
Tras levantarse el escándalo, Xiaorui Zhang, coordina-
dora para medicinas tradicionales de la OMS y licencia-
da en la Universidad de Medicina Tradicional de Pekín
(China), trató de atajar la tempestad señalando que era
“sólo un borrador preliminar”
12,14
.
De nuevo este estudio, tal como declaraba Edzard Ernst,
profesor de medicina alternativa en la Universidad de
Península (en el Reino Unido) al ElMundo.es “Incorpo-
ra virtualmente todos los errores que se pueden cometer
científicamente al revisar un asunto” ya que “está basa-
do únicamente en trabajos con resultados beneficiosos y
‘olvida’ los negativos (...). No cita precisamente los más
rigurosos, ni los más recientes (...). Parece que los auto-
res han intentado demostrar su punto de vista en lugar de
comprobar una hipótesis”. En su opinión el documento
será esgrimido por los defensores de la acupuntura en de-
fensa propia: “¿quién soy yo contra la OMS? ¿Qué mejor
fuente puedes citar?”
15
.
Sin embargo, pese a la que les está cayendo, la OMS
y los homeópatas siguen en sus trece. Así, Gustavo Pi-
rra, presidente de la Asociación Médica Homeopática
Argentina (AMHA), declaraba a un medio de comuni-
cación de su país que “en el Congreso Internacional de
Homeopatía efectuado este año en Berlín se convino con
la OMS, representada por Xiaorui Zhang, hacer estudios
prospectivos a cinco años, teniendo en cuenta la calidad
de vida, para la misma enfermedad, en pacientes bajo
tratamientos homeopáticos y alopáticos”
15
.
Quedamos a la espera de los resultados de este estudio, que
suponemos seguirá los parámetros habituales exigibles a
los mismos y no los basados en la imaginación y mejores
deseos de sus autores. Pero nos tememos otra decepción
para los defensores de la homeopatía, de la que desgracia-
damente se recobrarán enseguida, ya que al no haber teni-
do argumentos nunca, no se prevé tampoco que los vayan a
necesitar en el futuro para seguir con sus prácticas.
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el escéptico

Sin duda, en el mundo de la medicina otro mundo mejor
es posible, pero ese mundo no llegará en ningún caso por
el apoyo al uso indiscriminado a terapias cuya validez es
negada estudio tras estudio, sino por la democratización
real en el acceso a los beneficios del progreso científi-
co y tecnológico, y de las terapias eficaces, con políticas
adecuadas dentro de los estados y a nivel mundial, que
permitan que la salud pública en este planeta no dependa
sólo de las acciones, por lo general eficaces, de organi-
zaciones no gubernamentales, sino por agencias interna-
cionales que realmente hagan llegar el conocimiento de
algunos hasta cualquier punto de este pequeño planeta,
lo cual no es tan difícil.
Notas
1. “Nuevas directrices de la OMS para fomentar el
uso adecuado de las medicinas tradicionales”
OMS,
22/06/2004, en www.who.int/mediacentre/news/re-
leases/2004/pr44/es/index.html.
2. “¿Es segura la medicina tradicional?”
OMS, 11/07/2005,
en www.who.int/features/qa/20/es/index.html.
3. “Acupuncture: Review and Analysis of Reports on Con-
trolled Clinical Trials” (
OMS, 2003; 87 páginas)
4. López Borgoñoz, Carlos “La colaboración Cochrane y las
medicinas alternativas. ¿Es capaz el método científico
de encontrar eficacia en la acupuntura o en la homeo-
patía?”
El Escéptico Págs. 30-35. Nº 16, Invierno-Prima-
vera 2002-2003. Estas revisiones pueden consultarse
fácilmente en www.cochrane.es (en español, página
Web de la Red Cochrane Iberoamericana, cuyo centro
está ubicado en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau
de Barcelona) o www.cochrane.org (en inglés).
5. La web de la revista
Bandolier está en inglés en www.
jr2.ox.ac.uk/bandolier/aboutus.html (en castellano en
www.infodoctor.org/bandolera).
6. “Acupuncture for elbow pain” Bandolier [Aug 2004;
126-1] y K. V. Trinh et al. “Acupuncture for the alleviation
of lateral epicondyle pain: a review”.
Rheumatology
2004..
7. “Acupuncture for back pain?” Bandolier, Feb 1999; 60-
2 y E. Ernst, A. R. White. “Acupuncture for back pain:
A meta-analysis of randomised controlled trials”.
Archi-
ves of Internal Medicine 1998 158: 2235-2241.
8. “Acupuncture to stop smoking”
Bandolier [Feb 2000;
72-5]; A. R. White, H. Rampes, E. Ernst. “Acupuncture for
smoking cessation (Cochrane review)”.
In Cochrane Li-
brary issue 1, 2000 y A. R. White, K. L. Resch, E. Ernst “A
meta-analysis of acupuncture techniques for smoking
cessation”. Tobacco Control 1999 8: 393-7. Un nuevo
trabajo sobre el tema es posible encontrarlo en White
AR, Rampes H, Campbell JL “Acupuncture and related
interventions for smoking cessation”
Cochrane Data-
base Syst Rev. 2006 Jan 25;(1):CD000009, el cual es
una actualización de un trabajo anterior (
Cochrane Da-
tabase Syst Rev. 2002;(2):CD000009).
9. Accesible en newsvote.bbc.co.uk/hi/spanish/science/
newsid_3833000/3833781.stm.
10. Una versión en castellano de este trabajo fue publi-
cado en la Rev.
Soc. Esp. del Dolor, Vol. 6, Nº 1, págs.
24-28, Enero-Febrero, 1999 (accesible de forma ínte-
gra en la dirección revista.sedolor.es/pdf/1999_01_0
5.pdf#search=%22revisi%C3%B3n%20OMS%20acupu
ntura%22), este trabajo es una traducción del original
“Life-threatening adverse reactions after acupunctu-
re? A systematic review”
Pain, 1997, 71: 123-6, con un
resumen accesible en español en www.infodoctor.org/
bandolera/b68s-4.html y en inglés en www.jr2.ox.ac.
uk/Bandolier/band68/b68-4.html.
11. Aijing Shang, Karin Huwiler-Müntener, Linda Nartey,
Peter Jüni, Stephan Dörig, Jonathan A. C. Sterne, Daniel
Pewsner, Matthias Egger “Are the clinical effects of ho-
moeopathy placebo effects? Comparative study of pla-
cebo-controlled trials of homoeopathy and allopathy”
(“¿Los efectos clínicos de la homeopatía son efectos
placebo? Estudio comparativo de ensayos con control
de placebo de la homeopatía y alopatía”).
The Lancet;
vol. 366, revista 9487, de 27 de agosto de 2005: págs.
726–32.
12. M. McCarthy “Critics slam draft WHO report on ho-
moeopathy”.
The Lancet, Volume 366, Issue 9487, Pa-
ges 705-706.
13. Una fuerte crítica aparecía en Cees N. M. Renckens,
Tom Schoepen, Willem Betz “Beware of quacks at the
WHO: objecting to the WHO draft report on homeopa-
thy”,
Skeptical Inquirer, Sept-Oct, 2005, en el que tex-
tualmente se señalaba “As in the report on acupunc-
ture, critical reviews by the most influential authors/
authorities that are specialized in scientific research
on alternative treatments —the Web site
Bandolier
(Oxford University), the Cochrane Library, and Edzard
Ernst (Exeter University)— are entirely ignored. In fact,
Ernst considers the report to be <<misleading and fac-
tually wrong>>“.
14. Pedro Lipcovich “Homeopatía, ¿terapia o placebo?”
Página 12,
Sociedad del Domingo, de 11 septiembre
2005, accesible en www.pagina12.com.ar/diario/so-
ciedad/3-56323-2005-09-11.html.
15. María Valerio “La OMS prepara un informe favorable
a la homeopatía”
ElMundo.es, viernes 26 de agosto
de 2005 (accesible en www.elmundo.es/elmundosa-
lud/2005/08/26/medicina/1125057891.html).