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el escéptico
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L
a relación entre ciencia y tecnología es mucho
más compleja de lo que parece a simple vista.
En nuestros tiempos, la opinión más habitual
suele ser la de dar prioridad al aspecto teórico que es
la ciencia y considerar la tecnología, simplemente,
como ciencia aplicada.
No es ahora -ni ha sido siempre- necesariamente así.
Debería estar claro que la rueda fue un invento tecno-
lógico anterior al descubrimiento de la teoría del
rozamiento que justifica teóricamente su funciona-
miento. Éste es un ejemplo evi-
dente de cómo la tecnología puede
preceder a la ciencia. Para acercar-
nos más a nuestros días, es tam-
bién conocido que la máquina de
vapor fue descubierta y utilizada
mucho antes (unos cincuenta
años) que la ciencia termodinámi-
ca que explica su funcionamiento.
En realidad, el ser humano siem-
pre ha creado artefactos, a veces
como aplicación de conocimientos
científicos previos pero, mucho más a menudo, sim-
plemente en su actividad de homo faber que utiliza su
ingenio para fabricar herramientas, a menudo por
prueba y error. Una vez inventada la herramienta, el
éxito de un artefacto (rueda o máquina de vapor) ha
llevado a estudiar el por qué de su funcionamiento y
a ampliar el campo del conocimiento teórico.
Las cosas parecen haber cambiado. En las postrime-
rías del siglo XX, también se da el caso contrario:
muchas veces la tecnología punta ya no procede de
artefactos sencillos como la rueda, sino de la aplica-
ción de conceptos complejos y sofisticados de la
ciencia (como pasa por ejemplo con la energía nucle-
ar o el aprovechamiento del efecto túnel de la mecá-
nica cuántica). Hoy, prácticamente no hay ciencia
básica que no recurra a la utilización de un complejo
aparato tecnológico (superaceleradores de partículas,
telescopios como el Hubble, etc.) y, a menudo, tam-
poco existe nueva tecnología sin una reflexión teóri-
ca previa. Se habla ya de unificar
los dos campos, ciencia y tecnolo-
gía, y denominarlos tecnociencia,
como hiciera el filósofo belga Gil-
bert Hottois, quien formuló el tér-
mino por primera vez en la década
de los ochenta.
En esa compleja relación entre la
ciencia y la tecnología, la tecnolo-
gía es la que tiene peor imagen:
Einstein es mucho más respetado
que Oppenheimer, aunque ambos
sean los responsables de que la bomba atómica haya
sido posible.
A veces, ante la crítica excesivamente fácil a la tec-
nología, suelo sorprender a mis estudiantes pregun-
tándoles "¿cómo llamar al ser humano que no usa tec-
nología?" Mi respuesta, casi una broma, suele ser
CIENCIA
Y
TECNOLOGÍA
Miquel Barceló
En esta compleja relación
entre la ciencia y la tecno-
logía, la tecnología es la
que tiene peor imagen:
Einstein es mucho más
respetado que Oppenhei-
mer, aunque ambos sean
los responsables de que la
bomba atómica haya sido
posible.
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"chimpancé", ya que el ser
humano ha usado siempre tecno-
logía e incluso algunos antropó-
logos y paleontólogos, como
Eudald Carbonell, suelen refe-
rirse a la tecnología como el ele-
mento central del proceso de
hominización (debo aclarar que
hay un error en esa respuesta
que he dado antes, ya que los
chimpancés, como tantos prima-
tes, también usan tecnología
aunque, evidentemente, sin el
grado de sofisticación a que
hemos llegado nosotros).
Ese erróneo miedo generalizado
a la tecnología, esa absurda con-
traposición entre tecnología y
humanismo, aparece (también
para criticarla por su estrechez
de miras) en algunos relatos clá-
sicos de la mejor ciencia-fic-
ción. Pienso ahora en un relato
como es La rueda (The Wheel)
de John Wyndham, publicado en
1952 en la revista Startling Sto-
ries
. En él se describe un mundo
en el que, a causa de las desgra-
cias bélicas que el abuso de la
tecnología ha traído, se ha prohi-
bido toda tecnología e incluso
una de las oraciones rituales
finaliza con la petición: "Líbra-
nos de la rueda". La rueda, la
simple rueda, está prohibida y se
considera un invento del demo-
nio... Hasta que, como no podía
dejar de ocurrir, un niño inventa
de nuevo la rueda (por prueba y error, sin teoría del
rozamiento previa...) ante el espanto general. Hace
más de cincuenta años, en 1952, tal vez era posible
ser más inge-
nuo de lo que
hoy somos,
incluso tras el
estallido, en
1945, de esa
atrocidad lla-
mada bomba atómica que tanto hizo reflexionar a
todos. Por eso el abuelo del niño, que acabará sacrifi-
cándose por él, le explicará cosas evidentes: "ningún
descubrimiento es bueno o malo hasta que los hom-
bres hacen que lo sea", y le asegura que "lo malo no
es la Rueda... es el miedo".
Lo malo no es la tecnología, sino el miedo a la misma
y, sobre todo, el negarse a controlarla de manera ade-
cuada.
Ciencia y tecnología
Lo malo no es la tecnolo-
gía, sino el miedo a la
misma y, sobre todo, el
negarse a controlarla de
manera adecuada.
Portada del número 35 de Nueva Dimensión (agosto de 1972), dedicado a John Wyndham,
donde se publicaba el relato La rueda de John Wyndham. (Cortesía del autor).
Publicado con permiso del autor, este texto ya ha sido
publicado, en una versión más reducida, en la revista
Astronomía núm. 79, de febrero de 2006.