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¿UN UNIVERSO DISEÑADO?
el escéptico
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Con motivo de la publicación del texto de Weinberg,
fueron publicados posteriormente en la misma revista
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,
The New York Review of Books de 20 de enero de
2000, tres comentarios sobre el mismo y una réplica
final de Weinberg.
1. A los Editores:
Mientras leía el texto de Steven Weinberg ¿Un
Universo Diseñado?
(NYR, 21 de octubre de 1999) no
podía dejar de pensar en un comentario de Ludwig
Wittgenstein en su libro Aforismos: Cultura y valor: “La
gente olvida ir directamente al fondo del asunto. Son
incapaces de echar el ancla a la suficiente profundi-
dad”. El señor Weinberg admite desde el principio que,
incluso si los físicos encontraran una teoría completa,
“no tendríamos una imagen completamente satisfacto-
ria del Universo, ya que seguiría estando pendiente la
pregunta ¿por qué?”. Así, afirma, “parece haber un mis-
terio irreductible que la Ciencia no podrá eliminar”.
Pero tan pronto como admite esta concesión a la cien-
cia, en la línea del dicho de Quintiliano: Concessum non
datum
, aplica la misma pregunta a dios: ¿Por qué este
dios mejor que otro?. Sigue diciendo: “Una religión
puede ofrecer evidencias que justifiquen esta creencia
(en un dios y no en otro), pero no se puede explicar por
qué debería ser así”. Totalmente de acuerdo, pero
cuando los creyentes afirman la existencia de dios,
para ellos la pregunta “por qué” toma un carácter com-
pletamente nuevo al aplicársela a dios mismo, ya que
este es, por definición, la base que hace posible cual-
quier pregunta de este tipo.
Uno puede, naturalmente, afirmar que dios no existe,
pero para dar significado a esta afirmación, ésta debe
aplicarse a este dios. El señor Weinberg demuestra un
desconocimiento de las ideas básicas de los creyentes
cuando aplica el “por qué” a dios.
No obstante, su reflexión resulta valiosa por otros moti-
vos. En la última parte confirma una sospecha que he
tenido durante mucho tiempo: la mayoría de los ateos
afirman la no-existencia de dios, no por razones filosó-
ficas convincentes, sino por que les resulta molesta la
existencia de una religión organizada, una molestia que
debería ser irrelevante a efectos de una reflexión filosó-
fica. Esta misma objeción, no se sostiene cuando el
objeto de estudio es la presencia del “mal” en el
Universo, así cuando el señor Weinberg reflexiona
sobre esta cuestión aumenta la calidad de las pregun-
tas. Pero aquí, una vez más, una cita de Wittgenstein
podría tener la última palabra: “No es prudente estar
furiosos, ni siquiera con Hitler, cuanto menos lo es
estarlo con Dios”.
Edward T. Oakes, S.J., Department of Religious
Studies, Regis University, Denver, Colorado
2. A los Editores,
El fascinante artículo de Steven Weinberg sobre el
papel del diseño en la evolución del Universo trae a
colación una interesante cuestión que sólo se alude en
el mismo: ¿cómo podemos reconocer si existe algún
elemento “diseñado”?
El Profesor Weinberg usa el criterio de Ockham, según
el cual no deberíamos incluir en un argumento nada
que no sea necesario para explicar lo que deseamos
explicar. En otras palabras, si no recurriendo al “diseña-
dor” (sea dios o cualquier otra entidad) podemos expli-
car lo mismo que podemos hacer usándolo ¿para qué
mencionarlo?
Supongo que es una pregunta, en principio, sin res-
puesta. Podríamos encontrar una forma de ver a través
de los agujeros de gusano el momento de la creación
de un meta-Universo en el cuál veríamos un joven alie-
nígena practicando con su juego de química a crear
diferentes tipos de Universo para ver cómo funcionan.
Aunque es poco probable que esto ocurriera así. Así
que no se me ocurre ningún otro punto de vista que
pueda ser más completo que la explicación sin-diseña-
dor.
El argumento de diseño no puede ser sometido a falsa-
ción
y esto hace que el argumento de no-diseño sea
igualmente no falsable. Deberíamos aceptar que el
razonamiento de no-diseño del profesor Weinberg sería
ganador por menor cantidad de supuestos, pero no
sería el ganador por KO, ya que esto requeriría la refu-
tación del anterior.
Sería interesante escuchar la posición del Profesor
Weinberg sobre esto.
Steven Goldberg, Chairman, Department of Sociology,
City College, City University of New York
3. A los Editores,
La charla de Steven Weinberg pronunciada en
Washington en abril de 1999 y dirigida a la Conferencia
sobre el Diseño Cósmico de la Asociación para el
Avance de la Ciencia, situaba la cuestión en “si nues-
tras vidas muestran alguna evidencia de la existencia
de un diseñador benévolo (del Universo)…” y continua-
ba con la siguiente apostilla: “Esta no es una pregunta
que cada uno debe responder por sí mismo. Ser físico
no ayuda a responder a este tipo de preguntas, así que
tendré que hablar desde mi propia experiencia. Mi vida
ha sido razonablemente feliz, quizá en un percentil
99,99 en la escala de felicidad humana, pero incluso así
he visto a mi madre morir dolorosamente de cáncer, la
personalidad de mi padre destruida por el Alzheimer,
así como parientes cercanos asesinados en el
UN INTERCAMBIO DE OPINIONES ACERCA DE ¿UN UNIVERSO DISEÑADO?
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Holocausto. Cualquier señal de un diseñador benévolo
está bastante bien oculta”.
Es de esperar que el profesor Weinberg se expresara
incorrectamente al pronunciarse sobre su propia felici-
dad. Él no quería decir lo que dijo, o al menos uno debe
esperar que así fuese. El no ha sido “feliz”, sino afortu-
nado. Su Premio Nobel, su reconocimiento académico,
su poco habitual don para la física, todo esto podría
decirse que es debido a la buena fortuna, tal y como
Solón podría haberle informado. Pero la felicidad no se
puede llevar conscientemente de manera conjunta con
miseria y mala suerte, a menos que alguien sea particu-
lar y conscientemente indiferente al sufrimiento y al cri-
men. Debemos suponer que no es esa sangre fría la
que el profesor Weinberg está admitiendo.
Anthony Hecht, Washington, D.C.
4. Respuesta de Steven Weinberg:
Estoy asombrado del uso que el Padre Oakes hace de
este artículo concreto en su queja de mi desconoci-
miento de los fundamentos de la postura del creyente.
Seguramente habrá muchas posturas diferentes, toma-
das en consideración por gente distinta, de afirmar la
existencia de dios. Aunque no queda muy claro en su
carta, deduzco que la posición particular del Padre
Oakes es que dios es “por definición” la última respues-
ta a cualquier pregunta del tipo “¿por qué?”. Supongo
que yo también podría haber dicho que las leyes de la
naturaleza son, por definición, la última respuesta a
todas la preguntas del tipo “¿por qué?”, pero las defini-
ciones no pueden llevarnos mucho más lejos. Cuando
usamos la expresión “por qué” en una pregunta “(¿Por
qué se perdió el periódico esta mañana?” o “¿Por qué
flota el hielo en el agua?” o ¿Por qué los tontos se ena-
moran”
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?) estamos expresando la necesidad de una
respuesta para algo que nos sorprende, necesidad que
puede ser mitigada con alguna explicación (“El reparti-
dor de periódicos se quedó dormido”, etc.) y que deja
siempre abierta otra posible pregunta del tipo “por qué”.
En mi artículo reconocí que no se me ocurre ningún
posible conjunto de leyes de la naturaleza por descubrir
que satisfaga mi necesidad de preguntar. Descartando
a dios de la aplicación de la pregunta “por qué”, el
Padre Oakes simplemente está afirmando que él no
tiene la necesidad de preguntarse “por qué” el dios en
quien él cree es de la manera que es. Esto puede ser
así, pero el Padre Oakes no ha alcanzado este estado
de felicidad por ningún mecanismo lógico y, en modo
alguno, por definición.
Sobre la frase de Wittgenstein citada por el Padre
Oakes y sobre la que se mostraba completamente de
acuerdo, debo decir que nadie, ni siquiera Wittgenstein,
que no se muestre “furioso” frente a la figura de Hitler
debería ser considerado como una autoridad moral en
ninguna materia.
El profesor Goldberg afirma estar tan de acuerdo con lo
que dije que me siento como un maleducado al no estar
de acuerdo con él en algo, pero debo señalar que mi
argumento de no-diseño es eminentemente falsable.
Todo lo que se necesitaría es un milagro, o dos. En res-
puesta a mi charla en la Asociación Americana para el
Avance de la Ciencia, sugerí que todo lo que había
dicho podía ser refutado si un rayo me hubiera alcanza-
do en el estrado desde el que estaba dando la confe-
rencia. Hay un argumento mucho menos espectacular
pero más cuantitativo sobre un “diseñador benévolo”,
éste podría tener sentido si hubiese producido un único
planeta en el Universo. Supongamos que los cálculos
muestran que la probabilidad de que cualquier planeta
tenga una gravedad superficial, temperatura y composi-
ción química favorables a la aparición de la vida, con
algún modo de vida surgiendo en ese planeta, y que
ese modo de vida se haga inteligente por medio de la
selección natural, no es mayor que uno entre un billón;
en ese caso, si sólo hubiera un planeta en el Universo
sería difícil no suponer una intervención divina para
entender la gran fortuna de haber llegado a existir. Sin
embargo, ahora sabemos que una gran parte de las
estrellas tienen planetas, y que hay al menos cientos de
billones de estrellas en el Universo (quizá un número
infinito), de manera que no debe sorprendernos que
incluso hechos poco probables que se rigen por leyes
naturales hayan creado vida inteligente en, al menos,
uno de estos planetas. Con estas probabilidades, sería
sorprendente que la vida no hubiera aparecido.
De todos los comentarios sobre mi artículo, el único que
no esperaba era el del poeta Anthony Hetch. Cuando
en mi artículo me refería a que mi vida había sido feliz,
lo hacía teniendo en cuenta el hecho de que había sido
capaz de superar el dolor que en la vida se me había
presentado, y no quería dar lástima. El señor Hecht
puede tener razón en el hecho de que nuestro conoci-
miento del sufrimiento y las desgracias de nuestros
congéneres deberían alejarnos de la felicidad, pero
esta no era la postura de Solón, al que el señor Hecht
apela. En la historia narrada por Herodoto, la razón
dada por Solón para resistirse a la ilusión de felicidad
es el riesgo que corremos en nuestras vidas, no las
desgracias de los otros. Para apoyar nuestro derecho a
considerarnos felices, a pesar de las advertencias de
Solón y del señor Hecht, me gustaría traer a colación
las palabras de William Butler Yeats:
Todos actúan de acuerdo a su trágica obra,
Por allá se pavonea un Hamlet, por allí se
encuentra Lear,
Aquella cual Ofelia, esta cual Cordelia;
A pesar de todo, la última escena debería llegar
Cuando caiga el telón,
Si mereció la pena su protagonismo en la obra
No estropees su papel por unas lágrimas.
Ellos saben que Hamlet y Lear son felices;
La alegría es capaz de transformar al temor.
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NOTAS
1. Esto ya fue apuntado en la publica-
ción de 1989 por M. Livio, D.
Hollowell, A. Weiss, y J.W. Truran
(“The anthropic significance of the
existence of an excited state of 12C”
Nature, Vol. 340, No. 6231, 27 de
Julio, 1989). Ellos realizaron los cál-
culos citados aquí sobre el límite de
7,7 MeV en la energía máxima del
estado radiactivo del carbono, por
encima del cual muy poco carbono se
forma en las estrellas.
2. Se puede llegar a la misma conclu-
sión de una forma más sutil aplicando
la mecánica cuántica a todo el
Universo. A través de una reinterpre-
tación de un trabajo anterior de
Stephen Hawking, Sidney Coleman
ha mostrado como los efectos mecá-
nico-cuánticos pueden llevar a un
desdoblamiento de la historia del
Universo (más precisamente, en lo
que se llama la función de onda del
Universo) en un gran número de dis-
tintas posibilidades, a cada una de las
cuales le corresponde un conjunto
diferente de constantes fundamenta-
les. Ver Sidney Coleman, “Black
Holes as Red Herrings: Topological
fluctuations and the loss of quantum
coherence” Nuclear Physics, Vol.
B307 (1988), p. 867.
3. Título original A
Designer
Universe?: An Exchange, por
Anthony Hecht, Edward T. Oakes y
Steven Goldberg, Réplica de Steven
Weinberg.
4. “I form’d them free, and free they
must remain/ Till they enthrall them-
selves: I else must change / Their
nature, and revoke the high Decree /
Unchangeable, Eternal, which ordai-
n’d/ Their freedom, they themselves
ordain’d their fall.” (Milton, Paradise
Lost.
v. 124-128)
5. Nota del traductor: Fools fall in love
es una conocida canción interpretada
por Elvis Presley.
6. “All perform their tragic play,/ There
struts Hamlet, there is Lear,; That’s
Ophelia, that Cordelia; Yet they,
should the last scene be there,/ The
great stage curtain about to drop,/ If
worthy their prominent part in the
play,/ Do not break up their lines to
weep./ They know that Hamlet and
Lear are gay;/ Gaiety transfiguring all
that dread”. (William Butler Yeats)
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Artículo reproducido con
permiso expreso del autor;
se basa en una conferencia
leída con motivo de un
encuentro sobre El Diseño
Cósmico
, organizado por la
Asociación Americana para
el Avance de la Ciencia en
Washington (EEUU) en
abril del año 1999. Fue
publicado originalmente el
21 de octubre de 1999 en
inglés con el título “A
Designer Universe?” en el
volumen 46, número 16, de
la revista The New York
Review of Books
. Las répli-
cas y su respuesta, fueron
publicadas también en
inglés en la misma revista
el 20 de enero de 2000, en
su volumen 47, número 1.
Traducción de Juan
Anguita
.