background image
S
e me ha pedido que comente
si se ha encontrado algún
indicio de que el Universo
ha sido diseñado. No veo cómo es
posible hablar de esto sin tener, al
menos, una vaga idea de cómo
debiera ser el diseñador. Cualquier
posible Universo puede ser expli-
cado como el resultado del trabajo
de algún diseñador. Incluso se
podría suponer que un Universo
totalmente caótico, sin ningún tipo
de leyes ni regularidades, fue dise-
ñado, aunque el diseñador en cues-
tión debiera ser un idiota.
La pregunta que me parece más
apropiada, y quizá no imposible de
responder, es si el Universo mues-
tra signos de haber sido diseñado
por una deidad del tipo de las que
nos presentan las religiones tradi-
cionales monoteístas, no necesa-
riamente la figura del techo de la
Capilla Sixtina, pero sí alguien o
algo con algún tipo de personali-
dad e inteligencia, que creó el
Universo con un tipo especial de
interés por la vida y, más concreta-
mente, por la vida humana.
Imagino que no es esta la idea de
“diseñador” que se admite habi-
tualmente. Alguien podría indicar
que lo que se tiene en mente es
algo mucho más abstracto, algún
espíritu cósmico de orden y armo-
nía, como Einstein. Todos somos
libres de pensar así, pero entonces
no entiendo porque se usan pala-
bras como “diseñador” o “dios”
excepto, quizás, como camuflaje.
Tradicionalmente se pensaba que
el mundo fue diseñado por algún
tipo de inteligencia. ¿Qué más
podría dar cuenta del fuego y la
lluvia, de los rayos y los terremo-
tos? Después de todo, las maravi-
llosas habilidades de los seres
vivos parecen apuntar a un creador
que tiene un especial interés por la
vida. Hoy comprendemos muchas
de esas cosas en términos de fuer-
zas físicas actuando
bajo leyes imperso-
nales. No conocemos
todavía las leyes más
fundamentales y no
podemos predecir
con exactitud las
consecuencias de las
leyes que conoce-
mos. La mente
humana continúa
siendo extraordina-
riamente difícil de comprender, al
igual que el tiempo meteorológico.
No podemos predecir si va a llover
el mes que viene, pero conocemos
las reglas que gobiernan la lluvia,
incluso a pesar de no poder calcu-
lar sus consecuencias. No veo
nada en la mente humana diferen-
te al tiempo meteorológico, que
permanece fuera de nuestra com-
prensión como una consecuencia
de leyes impersonales que han
actuado desde hace miles de millo-
nes de años.
No parece haber ninguna excep-
ción a este orden natural, ningún
milagro. Tengo la impresión de
que hoy en día la mayoría de los
teólogos se muestran remisos a
hablar de milagros, pero las gran-
des religiones monoteístas están
basadas en historias de milagros
(la zarza ardiente, la tumba vacía,
el ángel dictando
el Corán a
Mahoma) y algu-
nas, incluso, dicen
que los milagros
continúan hoy en
día. Las pruebas
que avalan estos
milagros me pare-
cen considerable-
mente más débiles
que cualquiera de
las que sustenta la fusión fría, y yo
no creo en la fusión fría. Después
de todo, hoy entendemos que
incluso los seres humanos son el
resultado de la selección natural
actuando sobre millones de años
de comer y reproducirse.
EL ENGAÑO ¿INTELIGENTE?
el escéptico
18
¿
UN
U
UN
NIIV
VE
ER
RS
SO
O
DISEÑADO
?
Las pruebas que
avalan estos mila-
gros me parecen
considerablemente
más débiles que
cualquiera de las que
sustenta la fusión
fría, y yo no creo en
la fusión fría
background image
Steven Weinberg, profesor de física de la Universidad de Texas en Austin (EEUU), ha
sido galardonado con numerosos premios, incluyendo el Premio Nobel de Física, la
Medalla Nacional de la Ciencia de los EEUU, el Premio Heinemann de Física
Matemática, la Medalla Cresson del Instituto Franklin, la Medalla Madison de la
Universidad de Princeton y el Premio Oppenheimer. Posee así mismo doctorados
honoríficos de una docena de universidades.
Creo que si se hubiera de ver la
mano de un diseñador en algún
sitio, sería en los principios funda-
mentales, las leyes finales de la
naturaleza, el libro que contiene
las reglas que gobiernan todos los
fenómenos natura-
les. Aún no conoce-
mos las leyes fina-
les, pero hasta
donde hemos sido
capaces de ver, son
c o m p l e t a m e n t e
impersonales y sin
ninguna función
específica para la
vida. No hay una
fuerza de vida.
Como dijo Richard
Feynman, cuando miras al
Universo y comprendes sus leyes,
“la teoría de que todo está ordena-
do como un escenario para que
dios observe el combate del hom-
bre entre el bien y el mal parece
inadecuada”.
Es cierto que en los inicios de la
mecánica cuántica, algunos físicos
pensaron que los humanos volvían
a ocupar un puesto de privilegio
porque los principios de la mecá-
nica cuántica nos dicen cómo cal-
cular las probabilidades de los
posibles resultados que pueden ser
encontrados por un observador
humano. Pero, comenzando con el
trabajo de Hugh Everett hace cua-
renta años, la tendencia en los físi-
cos que piensan con profundidad
sobre el tema ha sido la de refor-
mular la mecánica cuántica en una
forma enteramente objetiva, donde
los observadores son manejados
como cualquier otra cosa. No sé si
este proyecto habrá sido culmina-
do con éxito, pero estoy seguro de
que será así.
Tengo que admitir que, incluso
cuando los físicos lleguen tan lejos
como puedan, cuando tengamos
una teoría final, aún no tendremos
una visión completamente satis-
factoria del mundo, porque toda-
vía nos quedará la pregunta “¿Por
qué?” ¿Por qué esta teoría, en vez
de cualquier otra? Por ejemplo,
¿Por qué este mundo está descrito
por la mecánica cuántica? La
mecánica cuántica es una de las
partes de nuestra física actual que
tiene más posibilidades de perma-
necer intacta en el interior de cual-
quier teoría futura, pero no hay
nada lógicamente inevitable en la
mecánica cuántica; puedo imagi-
nar un Universo gobernado sola-
mente por la mecánica newtonia-
na. Así que, aparentemente, hay un
misterio irreductible que la ciencia
no aclarará.
Pero las teorías religiosas sobre
diseño tienen el mismo problema.
O bien se cree en algo definido por
un dios o diseñador, o no. Si crees
que no, ¿de qué estamos hablando
entonces? Y si crees en algo defi-
nido, como ‘dios’ o un ‘diseña-
dor’ —por ejemplo si crees en
un dios que es celoso, amante,
inteligente o caprichoso—
entonces sigues debiendo afron-
tar la pregunta ‘¿Por qué?’ Una
religión puede afirmar que el
Universo está gobernado por un
tipo de dios y no por otro, inclu-
so puede ofrecer pruebas para
creer en él, pero no puede expli-
car por qué ha de ser así.
Con respecto a esto, me parece que
la física está en una mejor posición
para darnos una explicación par-
cialmente satisfactoria del mundo
de lo que pueda llegar a conseguir
nunca la religión, porque si bien
los físicos no son capaces de expli-
car por qué las leyes de la natura-
leza son como son y no algo com-
pletamente diferente, al menos son
capaces de explicar por qué no son
ligeramente distintas. Por ejemplo,
nadie ha sido capaz de dar una
alternativa lógicamente consisten-
te a la mecánica cuántica que sea
sólo un poco diferente. Una vez
que comienzas a hacer pequeños
cambios en la mecánica cuántica,
llegas a teorías con probabilidades
negativas u otros absurdos lógicos.
Cuando se combina la mecánica
cuántica con la relatividad se
aumenta su fragilidad lógica.
el escéptico
19
La física está en una mejor posición
para darnos una explicación parcial-
mente satisfactoria del mundo de lo
que pueda llegar a conseguir nunca la
religión, porque si bien los físicos no
son capaces de explicar por qué las
leyes de la naturaleza son como son y
no algo completamente diferente, al
menos son capaces de explicar por qué
no son ligeramente distintas
background image
Encuentras que, a menos que for-
mules la teoría en la forma justa y
adecuada, encuentras sinsentidos
como los efectos precediendo a las
causas, o probabilidades infinitas.
Las teorías religiosas, por otro
lado, parecen ser infinitamente fle-
xibles, donde no hay nada que
impida la invención de deidades
de cualquier tipo concebible.
Ahora bien, no me parece
que solvente la cuestión
decir que no podemos
ver la mano de un dise-
ñador en lo que sabe-
mos acerca de los prin-
cipios fundamentales
de la ciencia. Puede
ocurrir que, aunque
esos principios no se
refieran explícitamente
a la vida, y mucho
menos a la vida humana,
puedan, no obstante, haber
sido diseñados astutamente
para que ésta tenga lugar.
Algunos físicos han argumentado
que ciertas constantes de la natura-
leza tienen valores que parecen
haber sido misteriosamente ajusta-
dos con precisión para tomar valo-
res que permitan la aparición de la
vida, en una forma que sólo podría
explicarse por la intervención de
un diseñador con algún interés en
especial por la vida. No estoy
impresionado por estos supuestos
ejemplos de ajuste fino. Por ejem-
plo, uno de los ejemplos más usa-
dos de ajuste fino tiene que ver
con las propiedades del núcleo del
átomo de carbono.
La materia remanente de los pri-
meros minutos del Universo era
casi por completo hidrógeno y
helio, sin virtualmente ningún ele-
mento más pesado, como el carbo-
no, nitrógeno y oxígeno, que pare-
cen ser necesarios para la vida.
Los elementos pesados que encon-
tramos en la Tierra se fabricaron
cientos de millones de años des-
pués en la primera generación de
estrellas, y fueron diseminados por
el gas interestelar en el cual even-
tualmente se formó nuestro
Sistema Solar.
El primer paso en la secuencia de
reacciones nucleares que crearon
los elementos pesados en las pri-
meras estrellas fueron, normal-
mente, la formación de un núcleo
de carbono a partir de tres núcleos
de helio. Hay una probabilidad
despreciable de que se produzca
un núcleo de carbono en su estado
normal (el estado de menor ener-
gía) por el choque de tres núcleos
de helio, pero es posible producir
cantidades apreciables de carbono
en las estrellas si el núcleo de car-
bono pudiera existir en un estado
radiactivo con una energía del
orden de siete millones de elec-
trón-voltios (MeV) por encima de
la energía del estado fundamental,
igualando la energía de los tres
núcleos de helio, pero (por razones
que no expondré por ahora) no por
encima de 7,7 MeV de su estado
fundamental.
Este estado radioactivo del núcleo
de carbono puede formarse fácil-
mente en las estrellas a partir de
tres núcleos de helio. Después de
eso, no habría problema en produ-
cir el carbono normal: el núcleo de
carbono en su estado radiactivo
emitirá espontáneamente radiación
y se convertirá en carbono en su
estado fundamental no radiacti-
vo, el estado en que se encuen-
tra en la Tierra. El punto críti-
co en la producción del carbo-
no es la existencia de un estado
radiactivo que pueda ser pro-
ducido en colisiones de tres
núcleos de helio.
De hecho, del núcleo de carbo-
no se sabe experimentalmente
que tiene dicho estado radiacti-
vo con una energía 7,65 MeV
por encima de su estado funda-
mental. A primera vista esto
puede parecer una afortunada
aproximación; la energía del
estado radiactivo del carbono
no sobrepasa la permitida para
la formación del carbono (y, por lo
tanto, de nosotros) por sólo 0,05
MeV, que es menos de un uno por
ciento de 7,65 MeV. Puede parecer
que las constantes de la naturaleza
de las que dependen las propieda-
des de todos los núcleos han sido
cuidadosamente ajustadas para
hacer la vida posible.
Pero mirando más detenidamente,
el ajuste fino de las constantes de
la naturaleza aquí no parece tan
fino. Tenemos que considerar por
qué la formación del carbono en
las estrellas requiere la existencia
de un estado radiactivo del carbo-
no con una energía no mayor que
7,7 MeV por encima de su estado
fundamental. La razón es que el
núcleo de carbono en este estado
se forma realmente en un proceso
con dos pasos: primero, dos núcle-
os de helio se combinan para for-
el escéptico
20
background image
mar el núcleo inestable de un isó-
topo del berilio, berilio 8, el cual
ocasionalmente, antes de fragmen-
tarse, captura otro núcleo de helio,
formando un núcleo de carbono en
su estado radiactivo, que después
decae y se convierte en carbono
normal. La energía total del berilio
8 y un núcleo de helio en reposo es
de 7,4 MeV por encima de la ener-
gía del estado fundamental del
núcleo del carbono; así que si la
energía del estado radiactivo del
carbono fuese mayor de 7,7 MeV
sólo podría formarse en una coli-
sión entre un núcleo de carbono y
un núcleo de berilio 8 sólo si la
energía cinética de los dos núcleos
fuese al menos de 0,3 MeV —una
energía que es extremadamente
improbable encontrar a las tempe-
raturas a las que se encuentran las
estrellas—.
Así que el hecho crucial que afec-
ta a la producción de carbono en
las estrellas no son los 7,65 MeV
del estado radiactivo del carbono
por encima de su estado funda-
mental, sino los 0,25 MeV del
estado radiactivo, un compuesto
inestable formado por un núcleo
de berilio 8 y un núcleo de helio,
por encima de la energía de estos
núcleos en reposo
1
. La energía no
sobrepasa el límite para la produc-
ción del carbono por una fracción
que es del orden de 0,05 MeV/0,25
MeV, un veinte por ciento, que no
es una aproximación tan fina des-
pués de todo.
Esta conclusión, obtenida a partir
del mecanismo de síntesis del car-
bono es, de alguna forma, contro-
vertida. Sin embargo, hay una
constante cuyo valor parece haber-
se ajustado notablemente a nuestro
favor. Es la densidad de energía
del espacio vacío, también conoci-
da como constante cosmológica.
Podría haber tomado cualquier
valor, pero a partir de primeros
principios uno podría esperar que
esta constante fuese muy grande, y
podría ser positiva o negativa. Si
fuera grande y positiva, la constan-
te cosmológica actuaría como una
fuerza repulsiva que se incremen-
taría con la distancia, una fuerza
que impediría a la materia unirse
en el Universo primitivo, el proce-
so que fue el primer paso en la for-
mación de las galaxias, estrellas,
planetas y, por último, las perso-
nas. Si fuera grande y negativa, la
constante cosmológica actuaría
como una fuerza atractiva que se
incrementa con la distancia, una
fuerza que casi inmediatamente
revertiría la expansión del
Universo y causaría su colapso, no
dejando tiempo para la evolución
de la vida. En la práctica, las
observaciones astronómicas mues-
tran que la constante cosmológica
es bastante pequeña, mucho más
pequeña que lo que podríamos
esperar a partir de primeros princi-
pios.
Todavía es muy pronto para decir
si hay algún principio fundamental
que pueda explicar por qué la
constante cosmológica debe ser
tan pequeña.
Pero incluso si
no hay tal prin-
cipio, recientes
desarrollos en
c o s m o l o g í a
ofrecen una
posibilidad de
explicación de
por qué los valores medidos de la
constante cosmológica y otras
constantes físicas son favorables a
la aparición de la vida inteligente.
De acuerdo con la teoría de “infla-
ción caótica” de André Linde y
otros, la nube de miles de millones
de galaxias que se expanden y que
llamamos big bang puede que no
sea sino un fragmento de un
Universo mucho más grande en el
que los big bangs se producen
constantemente, cada uno con
valores diferentes de las constan-
tes fundamentales.
En este tipo de imagen, en el que
el Universo contiene muchas par-
tes con diferentes valores de lo que
llamamos constantes de la natura-
leza, no habría ninguna dificultad
en entender por qué estas constan-
tes toman valores favorables para
la aparición de la vida inteligente.
Habría un inmenso número de big
bangs
en el que las constantes de
la naturaleza tomarían valores des-
favorables para la vida, y sólo
unos pocos donde la vida sería
posible. No hay necesidad de recu-
rrir a un diseñador benevolente
para explicar por qué estamos en
una de las partes del Universo
donde la vida es posible: en cual-
quier otra parte de ese Universo no
hay nadie para realizar la pregun-
ta
2
. Si cualquier teoría de este tipo
resulta ser correcta, entonces con-
cluir que las constantes de la natu-
raleza han sido finamente ajusta-
das por un diseñador benevolente
sería como decir, “¿No es maravi-
lloso que dios nos pusiese aquí en
la Tierra, donde
hay agua y aire, y
la gravedad y
temperatura son
tan confortables,
en vez de en
algún lugar horri-
ble, como en
Mercurio o en
Plutón?” ¿En qué otro lugar del
sistema solar aparte de la tierra
podríamos haber evolucionado?
Este tipo de razonamiento se llama
“antrópico”. A veces da lugar a
afirmaciones del tipo de que las
leyes de la naturaleza son como
son para que podamos existir, sin
mayores explicaciones. Esto me
¿UN UNIVERSO DISEÑADO?
el escéptico
21
No hay necesidad de
recurrir a un diseñador
benevolente para explicar
por qué estamos en una
de las partes del
Universo donde la vida
es posible
background image
parece que aporta poco más que
cualquier galimatías místico. Por
otro lado, si existiese un gran
número de mundos en los que las
constantes tomasen valores dife-
rentes, entonces la explicación
antrópica de por qué en nuestro
mundo toman valores favorables a
la vida es de sentido común, tanto
como explicar por qué vivimos en
la Tierra en vez de en Mercurio o
en Plutón. Los valores actuales de
la constante cosmológica, recien-
temente medidos por observacio-
nes del movimiento de supernovas
distantes, es lo
que se podría
esperar de este
tipo de argumen-
to: es lo suficien-
temente pequeña
como para que
no interfiera con
la formación de
las galaxias. Pero todavía no sabe-
mos suficiente sobre la física para
decir si hay diferentes partes del
Universo en los que las usualmen-
te denominadas constantes de la
física toman realmente valores
diferentes. Ésta no es una pregun-
ta sin respuesta; seremos capaces
de contestarla cuando sepamos
más sobre la teoría cuántica de la
gravitación de lo que sabemos
ahora.
Habría una prueba de un diseñador
benevolente si la vida fuese mejor
de lo que sería previsible en ese
caso. Para considerar esto, debe-
mos tener en cuenta que una cierta
capacidad para el placer habría
evolucionado de buena gana a tra-
vés de la selección natural, como
un incentivo para que los animales
que necesitan comer y reproducir-
se lo pasasen en sus genes. Puede
que no sea probable que la selec-
ción natural en cualquier planeta
produzca animales lo suficiente-
mente afortunados para tener el
tiempo y la habilidad de hacer
ciencia y pensar en abstracto, pero
nuestra muestra del producto de la
evolución está muy condicionada
por el hecho de que sólo en esos
casos afortunados hay alguien pre-
guntándose sobre el diseño cósmi-
co. Los astrónomos llaman a esto
efecto de selección.
El Universo es muy grande, y qui-
zás infinito, así que no debería sor-
prendernos que, entre la enorme
cantidad de planetas que sólo pue-
den soportar vida sin inteligencia y
el número aún
mayor de los que
no pueden sopor-
tar ningún tipo de
vida, exista una
minúscula frac-
ción en los que
haya seres vivos
capaces de pre-
guntarse sobre el Universo, como
nosotros hacemos aquí. Un perio-
dista al que se le asigne entrevistar
a los ganadores de la lotería puede
llegar a pensar que alguna provi-
dencia especial ha trabajado en
favor de ellos, pero debería tener
en cuenta el número muchísimo
mayor de jugadores de lotería a los
que no ha entrevistado porque no
han ganado nada. Así, para juzgar
si nuestras vidas son la prueba de
un diseñador benévolo, no sólo
debemos preguntarnos si nuestra
vida es mejor de lo que sería de
esperar a partir de lo que conoce-
mos de la selección natural, sino
que debemos tener en cuenta la
subjetividad introducida por el
hecho de que somos nosotros los
que estamos pensando en el pro-
blema.
Esta es una cuestión que cada uno
ha de responderse a sí mismo. Ser
un físico no es ninguna ayuda en
asuntos como éste, así que he de
hablar de mi propia experiencia.
Mi vida ha sido notablemente
feliz, quizás por encima de un per-
centil 99,99 en la escala de la feli-
cidad humana, pero incluso así, he
visto morir a mi madre de un dolo-
roso cáncer, la personalidad de mi
padre destrozada por el Alzheimer
y varios familiares lejanos muertos
durante el Holocausto. Las señales
de un diseñador benévolo están
bastante bien ocultas.
El predominio de la maldad y la
miseria ha fastidiado siempre a
aquellos que creen en un dios
benévolo y omnipotente. A veces
se ha excusado a dios apuntando la
necesidad del libre albedrío.
Milton da a Dios este argumento
en su Paraíso Perdido (Paradise
Lost
):
”Libres los he creado, libres deben
permanecer / hasta que se esclavi-
cen a sí mismos, pues si no,
debería cambiar / Su naturaleza,
revocando el supremo decreto, /
Inmutable y eterno, por el cual les
fue otorgada / Su libertad; ellos
mismos han ordenado su caída”
4
.
Me parece un poco injusto con mis
parientes pensar que fueron asesi-
nados para dar la oportunidad a los
alemanes de tener libre albedrío,
pero incluso apartando este caso,
¿cómo da cuenta el libre albedrío
del cáncer? ¿es una oportunidad
para el libre albedrío de los tumo-
res?
No necesito argumentar aquí que
la maldad en el mundo prueba que
el Universo no ha sido diseñado,
sólo que no hay indicios de bene-
volencia que puedan mostrar la
mano de un diseñador. Pero de
hecho, la percepción de que dios
no puede ser benevolente es muy
vieja. Los trabajos de Esquilo y
Eurípides hacen una declaración
explícita de que los dioses son
el escéptico
22
Me parece un poco injus-
to con mis parientes
pensar que fueron asesi-
nados para dar la opor-
tunidad a los alemanes
de tener libre albedrío
background image
crueles y egoístas, aunque esperan
un mejor comportamiento por
parte de los hombres. El dios del
Antiguo Testamento nos dice que
cortemos las cabezas de los
infieles y nos demanda que
estemos dispuestos a
sacrificar la vida de
nuestros hijos a una
orden suya, y el dios
del cristianismo tradi-
cional y el del Islam
nos maldicen por
toda la eternidad si
no los adoramos de
la forma justa. ¿Es
esto una buena forma
de comportamiento?
Lo sé, lo sé, no debe-
mos juzgar a dios de
acuerdo con los están-
dares humanos, pero
aquí veo un problema:
Si todavía no estamos
convencidos de su existen-
cia, y estamos buscando sig-
nos de su benevolencia,
entonces ¿qué otros estándares
podemos usar?
Las materias sobre las que se me
ha pedido que hable aquí pueden
parecer a muchos terriblemente
anticuadas. El “argumento del
diseño” propuesto por el teólogo
inglés William Paley no está en la
mente de la mayo-
ría de las personas
en la actualidad. El
prestigio de la reli-
gión parece deri-
var hoy de lo que
la gente considera
que ha sido su
influencia moral,
más que de lo que
piensan que ha sido su acierto en
dar cuenta de lo que vemos en la
naturaleza. Recíprocamente, he de
admitir que, a pesar de que real-
mente no creo en un diseñador
cósmico, la razón por la que he
aceptado discutir sobre este tema
es porque creo que el balance
moral de la influencia de la reli-
gión ha sido terrible.
Esta es una cuestión demasiado
extensa para ser solventada aquí.
Por una parte, puedo apuntar con
un sinfín de ejemplos el daño
hecho por personas con una reli-
giosidad exaltada a lo largo de la
interminable historia de pogro-
mos, cruzadas y yihads. En nues-
tro propio siglo fue
un fundamentalista
musulmán quien
asesinó a Sadat, un
fundamentalista
judío quien asesinó
a Rabin y un funda-
mentalista hindú
quien mató a
Gandhi. Nadie
puede decir que Hitler fuera un
fundamentalista cristiano, pero es
difícil imaginar al nazismo siendo
lo que fue sin las bases provistas
por siglos de antisemitismo cristia-
no. Por otro lado, muchos admira-
dores de la religión enumerarán
los incontables ejemplos del bien
hecho por la religión. Por ejemplo,
en su reciente libro Imagined
Worlds, el distin-
guido físico
Freeman Dyson
ha enfatizado el
papel del credo
religioso en la
supresión de la
esclavitud. Me
gustaría comen-
tar brevemente
este punto, no
para tratar de
probar nada con
un ejemplo sino
sólo para ilustrar
qué pienso acer-
ca de la influen-
cia moral de la
religión.
Es cierto que la
campaña contra
la esclavitud y el
comercio de esclavos fue impulsa-
da en gran medida por devotos
cristianos, incluyendo al lego
evangélico William Wilberforce,
en Inglaterra, y el ministro unitario
William Ellery Channing en
América. Pero la cristiandad,
como cualquier otra gran religión,
vivió confortablemente con la
esclavitud durante muchos siglos,
y la esclavitud estaba defendida en
el Nuevo Testamento. Así que
¿cuál era la diferencia con los cris-
tianos antiesclavistas como
Wilberforce y Channing? No hubo
ningún descubrimiento de nuevas
escrituras sagradas y ni
Wilberforce ni Channing pretendí-
an haber recibido ninguna revela-
ción sobrenatural. Más bien, el
siglo XVIII había presenciado un
rápido incremento de la racionali-
dad y humanitarismo que permi-
tieron a otros —como por ejemplo,
Adam Smith, Jeremy Bentham y
¿UN UNIVERSO DISEÑADO?
el escéptico
23
El tono moral de la
religión se ha benefi-
ciado más del espíritu
de los tiempos de lo
que el espíritu de los
tiempos se ha benefi-
ciado de la religión
background image
Richard Brinsley Sheridan— opo-
nerse también a la esclavitud, en
campos que no tenían nada que ver
con la religión. Lord Mansfield, el
autor de la decisión en el Caso
Somersett
, que acabó con la escla-
vitud en Inglaterra (pero no en sus
colonias), fue no más que conven-
cionalmente religioso y su deci-
sión no menciona argumentos reli-
giosos. Aunque Wilberforce fue el
instigador de la campaña contra el
comercio de esclavos en 1790, este
movimiento tenía un apoyo funda-
mental de muchos parlamentarios
como Fox y Pitt, que no eran cono-
cidos exactamente por su piedad.
Por lo que sé y puedo ver, el tono
moral de la religión se ha benefi-
ciado más del espíritu de los tiem-
pos de lo que el espíritu de los
tiempos se ha
beneficiado de
la religión.
Donde la reli-
gión marcó la
diferencia, fue
más en apoyar
la esclavitud que en oponerse a
ella. En el parlamento se utilizaron
argumentos basados en las escritu-
ras para defender el comercio de
esclavos. Frederick Douglass
contó en su Narrativa cómo su
condición de esclavo empeoró
cuando su maestro experimentó
una conver-
sión religio-
sa que le
p e r m i t i ó
justificar la
esclavitud
como el
castigo a los
niños de Ham. Mark Twain descri-
bía a su madre como una persona
genuinamente buena, cuyo gentil
corazón se compadecía incluso de
Satanás, pero que no tenía ninguna
duda sobre la legitimidad de la
esclavitud, porque en los años en
que había vivido en el Missouri de
antes de la guerra no había oído
ningún sermón que se opusiese a
la esclavitud, sino sólo incontables
sermones predicando que la escla-
vitud era el deseo de dios. Con o
sin religión, la gente buena seguirá
haciendo el bien y la gente mala
seguirá haciendo el mal; pero para
que la gente buena haga el mal,
hace falta la religión.
En un correo electrónico de la
Asociación Americana para el
Avance de la Ciencia se me dijo
que el objetivo de esta conferencia
era establecer un diálogo construc-
tivo entre la ciencia y la religión.
Yo estoy a favor de un diálogo
entre la ciencia y la religión, pero
no de un diálogo constructivo.
Uno de los grandes logros de la
ciencia ha sido, si no hacer impo-
sible que las personas inteligentes
sean religiosas, al menos hacer
posible que ellas no tengan que ser
religiosas. No debemos retroceder
de este objetivo alcanzado.
Steven Weinberg
el escéptico
24
Uno de los grandes logros de
la ciencia ha sido, si no hacer
imposible que las personas
inteligentes sean religiosas, al
menos hacer posible que no
tengan que serlo
Para ilustrar el debate entre evolución y creacionismo, es perfecto este chiste sobre el
cambio en la ciencia y la ‘constancia’ de la verdad bíblica. Arriba se señalan, en broma,
los cambios habidos en la tabla periódica de Mendeleiev (al que adjetivan de ruso
bígamo), desde su creación (con un recuadro central en azul en el que se avisa acerca
de que la periodicidad de la química es una teoría, que la teoría puede cambiar, que la
teoría está siendo debatida y que se deben enseñar teorías alternativas a los niños), y
cómo la tabla de los elementos del estado de Kansas (tierra, fuego, aire y agua) son
una verdad que no varía. (www.kansasmorons.com)