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EL PENSAMIENTO CREA-
CIONISTA
El párrafo anterior está extraído de
un documentalde la serie
Orígenes. Como se formó el mundo,
titulado El Origen del Universo, y
refleja plenamente la postura de los
llamados creacionistas de la Tierra
joven (Young Earth Creationists,
YEC
). Esta variante del pensamiento
creacionista acepta literalmente la
descripción que se da en el primer
capítulo de la Biblia, el Génesis,
sobre como surgió el Universo, la
Tierra y la vida en la misma. Por lo
tanto, un creacionista de la Tierra
joven acepta que el Universo fue
creado por Dios en seis días, que
todas las formas de vida fueron cre-
adas instantáneamente, tal cual las
conocemos hoy y que el Universo,
en su conjunto, no tiene más de unos
6.000 o, como mucho, 10.000 años
de antigüedad.
Estas ideas pueden rastrearse hasta
la obra de George McCready Price,
un profesor de geología formado en
escuelas Adventistas del Séptimo
Día que publicó, en 1923, The New
Geology. Este libro, “uno de los
grandes clásicos de la falsa ciencia
moderna” en opinión de Martin
Gardner, es un extenso tratado en el
que Price argumentaba que las dis-
tintas formaciones geológicas pre-
sentes en la Tierra se formaron en
muy pocos días, ya que fueron debi-
das a una peculiar catástrofe global;
por supuesto, estaba hablando del
Diluvio Universal. En este sentido,
Price llegó a afirmar, por ejemplo,
que el Gran Cañón del Colorado no
era mucho más antiguo que las pirá-
mides de Egipto, ya que, en su opi-
nión, la creación tuvo lugar hace
unos pocos miles de años, literal-
mente en seis días, tal y como se
cuenta en el Génesis. Aunque esta
opinión pueda parecer absurda, aun
es mantenida en la actualidad por
muchos creacionistas.
El nacimiento del movimiento crea-
cionista moderno suele datarse con
la publicación en 1961 de la obra de
Henry M. Morris y John C.
Whitcomb The Genesis Flood, un
libro claramente influenciado por la
anterior obra de Price, en el que se
recogen la mayoría de los argumen-
tos de este último. Henry Morris,
ingeniero hidráulico, también fundó
en 1963 la Creation Research
Society
y, en 1970, el Institute for
Creation Research (ICR)
, todas
ellas sociedades dedicadas a propa-
EL ENGAÑO ¿INTELIGENTE?
el escéptico
38
LA
TIERRA
V I E J A
“La Biblia dice que hay un solo Dios creador del Cielo y de la Tierra y, por
tanto, creador también del Sol. Dios es fuente de vida, el Sol, la Luna y las
estrellas son sólo portadores de luz y determinadores del tiempo y de las
estaciones. La descripción de la Biblia es completamente distinta a todas
las demás historias sobre como se formó el mundo. Y, como muchos
científicos modernos creen, es en su totalidad completamente fidedigna.
Es un sobrio recuento de como este mundo se formó”
Henry Morris, considerado como uno de
los padres del creacionismo moderno.
(Wikipedia)
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gar la idea de que el universo no
tiene más de 10.000 años de anti-
güedad, de que el Génesis es un
relato fiel de la Creación y que esta
fábula está realmente apoyada por
pruebas científicas.
Otra de las voces notables de este
movimiento es la de Duane T. Gish,
bioquímico y vicepresidente del
ICR, el cual siempre insistirá en que
la evolución es sólo una teoría, en
que todas las mutaciones son malas
y que, aunque la mayoría de los
dinosaurios perecieron durante el
Diluvio Universal, algunos sobrevi-
vieron hasta épocas recientes
(supongo que se colarían en el arca
de Noé ¿no?). Relatos como los del
enfrentamiento de San Jorge con el
dragón serían la prueba de esto últi-
mo, ya que ¿qué era el dragón sino
un dinosaurio?.
Esta postura de literalismo bíblico
obliga a los creacionistas a negar
hechos plenamente establecidos, así
como teorías científicas muy sóli-
das. Debido a sus creencias, se ven
forzados a negar, entre otras cosas,
el origen de la Tierra por procesos
naturales hace 4.550 millones de
años, el origen de la vida a partir de
una evolución prebiótica en la Tierra
primitiva y la evolución de los seres
vivos durante enormes períodos de
tiempo.
LA TIERRA JOVEN
Puestos a aceptar los relatos bíblicos
como auténticos, uno podría entre-
tenerse en calcular la fecha de la
Creación. Para ello debería partir de
una fecha conocida, tomar nota de
los años transcurridos entre los dis-
tintos relatos y acontecimientos
bíblicos, las edades de los distintos
reyes y patriarcas, etc... y dar mar-
cha atrás hasta llegar a los aconteci-
mientos descritos en el Génesis.
Muchos eruditos se dedicaron a ello
obteniendo distintas fechas. Por
ejemplo, el calendario judío empie-
za a contar los años a partir del año
3760 a.n.e., para ellos supuesto año
de la Creación. Sin embargo, una de
las determinaciones de la fecha de la
Creación más famosas es la que rea-
lizó el arzobispo James Ussher
(1580-1656), el cual la situó en el
día 22 de octubre de 4004 a.n.e. a
las 8 de la tarde.
Aunque no existiera un acuerdo
entre las distintas fechas de la
Creación era evidente que el punto
de vista bíblico fechaba a la Tierra
como un planeta joven (de hecho a
todo el Universo). Ahora bien, esto
podría ser un pensamiento común
en el siglo XVII pero en la actuali-
dad tenemos innumerables eviden-
cias de que la Tierra es un planeta
muy, muy viejo. Entonces, ¿cómo
pueden sostener los creacionistas
actuales que la Tierra es un planeta
joven? Sorprendentemente, los cre-
acionistas utilizan supuestos razona-
mientos y supuestas pruebas cientí-
ficas que apoyan su tesis. Echemos
un vistazo a algunos de estos razo-
namientos, todos los cuales fueron
expuestos en el pseudo-documental
Orígenes que se mencionaba en la
introducción a este texto.
L
A ACUMULACIÓN DE POLVO
INTERPLANETARIO
El Sistema Solar no esta completa-
mente vacío, entre los planetas exis-
te una cierta cantidad de polvo inter-
planetario. Está compuesto por
pequeñas partículas con diámetros
comprendidos entre 0,001 y 0,1
mm. En su trayectoria alrededor del
Sol, los planetas interceptan el
polvo interplanetario y, si éstos tie-
nen atmósfera, la fricción producida
el escéptico
39
Los creacionistas de la Tierra Joven se ven forzados a declarar
que una formación geológica como el Gran Cañón del Colorado
se formó en unos pocos días. (F. Tarrasa)
Duane Gish, una de las voces más pro-
minentes del Creacionismo de la Tierra
Joven. (Cortesía del autor)
background image
da lugar a una estela visible a simple
vista, los meteoros. En cuerpos sin
atmósfera, como la Luna, el polvo
interplanetario se acumula poco a
poco en su superficie. La tasa de
aportación de polvo interplanetario
para un planeta como la Tierra es de
unos 14 millones de toneladas al
año; para la Luna es menor ya que
es más pequeña, pero si ésta fuera
un cuerpo viejo, debería haber acu-
mulado varios metros de espesor de
polvo. Sin embargo, las misiones
Apolo demostraron que la Luna
tenía una capa de polvo de sólo
algunos centímetros de espesor.
Esto es congruente con la idea de
que la Luna y, por tanto, el Sistema
Solar es muchísimo más joven de lo
que se supone.
L
A VARIACIÓN DEL CAMPO MAG
-
NÉTICO TERRESTRE
Está demostrado que el campo mag-
nético terrestre está disminuyendo
paulatinamente. Si miramos hacia el
pasado el campo magnético terrestre
es cada vez más fuerte. Dada la tasa
de decaimiento del campo magnéti-
co, se deduce que unos 10.000 años
atrás el campo magnético sería tan
fuerte que haría imposible la vida en
la Tierra; es, por tanto, evidente que
la vida y, posiblemente, la Tierra
misma no puede tener más de
10.000 años de antigüedad.
L
A ACUMULACIÓN DE HELIO EN
LA ATMÓSFERA DE LA
T
IERRA
El helio es un gas noble que se gene-
ra a partir de la desintegración radiac-
tiva del uranio y del torio, entre otros
elementos. Estos elementos se desin-
tegran emitiendo partículas
α,
siguiendo una larga cadena de desin-
tegraciones. Cada partícula
α es el
núcleo de un átomo de helio y, por
tanto, este gas se va acumulando en
la atmósfera terrestre poco a poco. Si
la Tierra tuviera 4.550 millones de
años como aseguran los evolucionis-
tas, la atmósfera de la Tierra debería
estar saturada de helio. Sin embargo,
esto no se observa y, por lo tanto, se
deduce que la Tierra ha de ser un pla-
neta joven.
L
A DISMINUCIÓN DEL DIÁMETRO
SOLAR
El Sol se está encogiendo unos 5
pies por hora, 0,001% por año. Si
miramos atrás en el tiempo el Sol es
cada vez más grande. Esta tasa de
encogimiento implica que hace unos
pocos millones de años, el Sol era
tan grande que ocuparía toda la órbi-
ta de la Tierra y, por lo tanto, la vida
sería imposible (posiblemente la
existencia de la misma Tierra lo
sería). Sin embargo, si el Sol y la
Tierra tuvieran unos 6.000 o 10.000
años la variación del tamaño del Sol
sería bastante más pequeña. Se
deduce que la Tierra ha de ser un
planeta joven.
L
OS
COMETAS
DE
PERÍODO
CORTO
Los cometas son pequeños cuerpos
de hielo, polvo y materiales
volátiles que giran alrededor del
Sol en órbitas muy elípticas y
que, se cree, se formaron al
mismo tiempo que el Sistema
Solar. Cuando los cometas se
acercan al Sol, parte de los
materiales volátiles y el hielo se
subliman formando una nube
alrededor del núcleo (la coma) y
liberando partículas de polvo. El
viento solar y la presión de la
radiación arrastran parte de esta
coma hacia el exterior del
Sistema Solar formando la
característica cola. En otras
palabras, los cometas se desgas-
tan a cada paso por el perihelio.
Si el Sistema Solar tuviera miles
de millones de años, todos los
cometas de período corto se
habrían desgastado completa-
mente; sin embargo, aun se
observan cometas de corto perí-
odo y, por tanto, el Sistema Solar
debería ser bastante joven, posi-
blemente alrededor de 6.000 o
10.000 años.
L
OS HALOS DE POLONIO
Los halos de polonio son microscó-
picas capas concéntricas de daño
inducido por radiación en la estruc-
tura cristalina de minerales como la
mica o el cuarzo, alrededor de cier-
tas inclusiones radiactivas presentes
en dichos minerales. A partir de los
trabajos de Robert V. Gentry, se
sabe que estas cortezas están forma-
das por los efectos de las partículas
α emitidas por los isótopos de polo-
nio
210
Po,
214
Po y
218
Po, que alteran la
estructura cristalina de la mica.
Estos isótopos de polonio proceden
de la desintegración del
238
U (ura-
nio- 238), pero en ciertas micas no
se observan trazas de los correspon-
dientes halos de uranio y sólo están
presentes los halos de polonio. Los
geólogos afirman que el granito en
el que se encuentra la mica tardó
millones de años en enfriarse; sin
embargo, el período de semidesinte-
gración de los isótopos de polonio
es muy corto (138,38 días, 163,7
el escéptico
40
Árbol fósil en posición vertical. (Figura 35
en Dawson, J. W., Acadian Geology. The
Geological structure, Organic Remains,
and Mineral Resources of Nova Scotia,
New Brunswick, and Prince Edward
Island, 2nd edition. MacMillan and Co.,
Londres, 1868/Wikipedia)
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microsegundos y 3,10 minutos res-
pectivamente). Por lo tanto, si este
fuera el caso, mucho antes de que el
granito se solidificara y pudieran
formarse los halos, todos los isóto-
pos de polonio ya habrían desapare-
cido. Debe concluirse que el granito
se creó muy rápidamente, quizá ins-
tantáneamente, y que el polonio
estaba allí desde el principio, era
polonio primordial, originado
durante la Creación.
L
OS FÓSILES A TRAVÉS DE
VARIOS ESTRATOS
Una de las ideas clave de la geolo-
gía es que las distintas capas sedi-
mentarias corresponden a períodos
de acumulación muy largos, de
varios centenares de miles de años o
incluso de varios millones de años.
Sin embargo, existen algunos ejem-
plos de árboles fósiles que atravie-
san varios de esos estratos. Según
las teorías sostenidas por los geólo-
gos evolucionistas, el árbol debería
haber estado durante varios millo-
nes de años a la intemperie mientras
se iba cubriendo de sedimentos.
Esto es absurdo y, por lo tanto, debe
concluirse que la datación de los
estratos está totalmente equivocada
y que, posiblemente, estos se forma-
ron de manera muy rápida de acuer-
do con la hipótesis de que la Tierra
es mucho más joven. Una inunda-
ción repentina y global de todo el
planeta podría explicar estos árboles
fósiles.
L
A DATACIÓN RADIOMÉTRICA
Los científicos evolucionistas confí-
an mucho en las dataciones radio-
métricas, pero estos métodos son
muy imperfectos debido a que están
expuestos a perturbaciones que alte-
ran gravemente sus resultados.
Consideremos el conocido método
del uranio/plomo (U/Pb), en este
método se determinan las cantida-
des de los isótopos de
238
U y de
206
Pb
presentes en un mineral y se aplica
la conocida ecuación del decaimien-
to exponencial
238
U(t) =
238
U(0) e
-lamb-
da·t
. Los núcleos de
238
U que se desin-
tegran acaban transformándose en
núcleos de
206
Pb a través de una
larga cadena de radionúclidos inter-
medios y son necesarios 4.470
millones de años para que la mitad
de una cantidad dada de
238
U se haya
transformado en
206
Pb. Como cada
núcleo de
238
U que se ha transforma-
do se ha convertido en un núcleo
206
Pb, en teoría, podría conocerse la
cantidad inicial de núcleos de uranio
238
U(0) sumando las cantidades
actualmente presentes de uranio y
de plomo. A partir de este valor, y de
la cantidad presente de
238
U, podría
determinarse la edad del mineral.
Sin embargo, estamos suponiendo
que, inicialmente, no había nada de
206
Pb, pero eso no podemos asegu-
rarlo. Si cuando se formo la roca
había algo de
206
Pb, la edad obtenida
sería muchísimo mayor que la real.
Además, si parte del uranio hubiera
desaparecido por otros medios, por
ejemplo disuelto por agua (las sales
de uranio son mucho más solubles
que el plomo o sus compuestos),
también pensaríamos que la roca es
mucho más antigua de lo que en
verdad es. Otro aspecto que se da
por supuesto es que la velocidad de
desintegración no cambia con el
tiempo pero ¿cómo podemos estar
seguro de ello si sólo llevamos estu-
diando la radiactividad unos 100
años y el supuesto período de semi-
desintegración del
238
U es de mas de
4.000 millones de años?.
Es pues evidente que los métodos de
datación radiactiva no son fiables y
pudieran estar dando edades muy
superiores las reales.
¿LA TIERRA JOVEN?
Desafortunadamente para los crea-
cionistas de la Tierra joven, todos
los argumentos esgrimidos en la
sección precedente no sirven abso-
lutamente para nada. En los siguien-
tes puntos veremos como todos esos
argumentos se reducen a malas
interpretaciones, datos falsos o
engaños deliberados.
Curiosamente, las siguientes expli-
caciones serían suscritas por otro
grupo de creacionistas, los creacio-
nistas de la Tierra vieja. Un vistazo
a la página web creacionista de
Answers In Creation (www.answer-
sincreation.org
) permite comprobar
como ésta está repleta de enlaces a
páginas web escépticas, incluyendo
a la famosa Talk Origins (www.tal-
korigins.org
), en donde se refutan
con detalle todos los argumentos
anteriores.
LA TIERRA VIEJA
el escéptico
41
El uranio-238 tiene entre sus descendientes a los isótopos de polonio-218, 214
y 210. Según Robert Gentry, a partir de las marcas dejadas por estos isótopos
en cristales como la mica, puede deducirse una creación “instantánea” para la
Tierra. Puede observarse como el radón-222 es también precursor de todos
estos isótopos de polonio. (F. Tarrasa)
background image
L
A ACUMULACIÓN DE POLVO
INTERPLANETARIO
Es cierto que la Tierra y la Luna
interceptan el polvo interplanetario
y, por lo tanto, ambos cuerpos reci-
ben un aporte de masa del espacio
exterior; sin embargo, la cifra usada
por los creacionistas, 14 millones de
toneladas al año para la Tierra, está
totalmente sobrestimada. Esta cifra
proviene de los estudios del geógra-
fo Hans Petterson, quien finales de
los pasados años cincuenta, afirmó
que 15 millones de toneladas (no
14) era el límite máximo de aporta-
ción de polvo interplanetario, pero
no pudo determinar el valor real.
Actualmente se estima ese valor en
unas 25.000 toneladas al año y este
valor es consistente con el espesor
de polvo encontrado en la Luna si
ésta tuviera algunos miles de millo-
nes de años.
L
A VARIACIÓN DEL CAMPO MAG
-
NÉTICO TERRESTRE
También es cierto que el campo
magnético de la Tierra está disminu-
yendo. Desde 1670, ha perdido un
15% de su intensidad; sin embargo,
este decaimiento no es un estado
estacionario. Para averiguarlo pue-
den estudiarse las rocas volcánicas,
ya que cuando éstas se solidifican,
sus cristales se orientan con el
campo magnético terrestre.
Estudiando la expansión del suelo
oceánico, donde fluye magma y se
solidifica, se ha podido determinar
que en el pasado el campo magnéti-
co ha sufrido diversas inversiones.
En los últimos 76 millones de años
se han identificado mas de 171
inversiones del campo magnético;
por lo tanto, no es cierto en absolu-
to que en el pasado el campo mag-
nético fuera extraordinariamente
elevado.
L
A ACUMULACIÓN DE HELIO EN
LA ATMÓSFERA DE LA
T
IERRA
Aquí nos encontramos con otro
falso argumento. La solución es tan
simple como que el helio es lo sufi-
cientemente ligero como para esca-
par de la atmósfera terrestre hacia el
espacio exterior. La velocidad de las
moléculas de un gas es función de
su temperatura. Cuanto mayor sea
ésta (o cuando mayor sea la presión
ejercida y menor sea la densidad del
gas), mayor será la velocidad mole-
cular. Los átomos de helio (es un
gas noble y no forma moléculas), se
mueven lo suficientemente rápido
como para ir escapando de la grave-
dad terrestre.
L
A DISMINUCIÓN DEL DIÁMETRO
SOLAR
No es cierto que el Sol se esté enco-
giendo a un ritmo de 5 pies por hora.
Los análisis de eclipses solares his-
tóricos muestran que, aunque el
tamaño del Sol no es totalmente
constante y presenta pequeñas osci-
laciones, no existe tal tasa de enco-
gimiento constante. La hipótesis de
un encogimiento solar tuvo su acep-
tación en el siglo pasado para expli-
car el origen de la energía solar. Fue
propuesta por Hermann Ludwig
Ferdinand von Helmholtz, quien
calculó que una contracción de sólo
unas diezmilésimas de su radio pro-
porcionaría suficiente energía para
2.000 años. Efectivamente, esta
hipótesis limitaba la edad de la
Tierra a pocos millones de años; sin
embargo, el descubrimiento de la
radiactividad hizo innecesaria esta
hipótesis. Hace más de 100 años que
se sabe que el Sol no se está enco-
giendo.
L
OS
COMETAS
DE
PERÍODO
CORTO
Ciertamente los cometas se desgas-
tan a cada paso por el perihelio y los
cometas de período corto tienen una
vida limitada. Sin embargo, este
argumento deja de considerar el
hecho de que los planetas exteriores
como Júpiter y Saturno pueden
cambiar las órbitas de los cometas
de largo período transformándolos
en cometas de período corto. Por lo
tanto, existe una fuente de cometas
de este tipo. Por otra parte, la nube
de Oort actúa como fuente para los
cometas de período largo. Por lo
tanto, los cometas no presentan nin-
gún problema para un Sistema Solar
viejo.
L
OS HALOS DE POLONIO
El hecho de que Robert Gentry
tenga credenciales científicas (es
doctor en ciencias físicas) y que
haya publicado trabajos relaciona-
dos con los halos de polonio en
revistas como Science, hace que este
tema sea puesto de relieve muy a
menudo por los creacionistas de la
Tierra joven. Sin embargo, los halos
de polonio también tienen solución,
y ésta no implica la necesidad de
reconsiderar las escalas de tiempo
geológicas, ni mucho menos la nece-
sidad de postular una creación ins-
tantánea. La aparente ausencia de
halos asociados a las partículas
α del
238
U (uranio-238) puede ser debida a
varias causas:
Exceso de dosis
α cerca de las
inclusiones de
238
U; este exceso de
radiación puede destruir los halos
más próximos a la inclusión, preci-
samente los de
238
U, y dejar sólo los
halos de polonio (Po).
Los supuestos halos de polonio
podrían ser debidos al
222
Rn (radón-
222). Este gas noble radiactivo, pre-
cursor del
218
Po y formado también a
partir del
238
U, es un emisor
α, con
una energía de dicha partícula muy
próxima a la del
218
Po. Una vez for-
mado, el
222
Rn puede migrar por la
estructura del cristal, y acumularse
lejos de la inclusión de
238
U. Al des-
integrarse, dejaría una estructura de
halos indistinguible de la del
218
Po.
Al no haberse observado halos pare-
cidos, pero asociados a las partícu-
las
α que se emiten en la cadena de
desintegración del
232
Th (torio-232),
más abundante en la corteza terres-
el escéptico
42
background image
tre que el
238
U, los halos podrían no
tener una relación directa con las
partículas
α del polonio. Se han pro-
puesto mecanismos alternativos que
también pueden generar halos indu-
cidos por radiación y que se relacio-
nan con la interacción entre los
defectos inducidos por las partículas
α en la estructura cristalina de los
minerales que alojan a las inclusio-
nes radiactivas y la difusión de las
partículas
β, también emitidas por
distintos radionúclidos de las cade-
nas de desintegración del uranio.
L
OS FÓSILES A TRAVÉS DE
VARIOS ESTRATOS
Los fósiles dispuestos a través de
varios estratos se han conocido
desde el siglo pasado y nunca han
presentado ningún reto a la geología
convencional. Sencillamente, en los
sedimentos no siempre se da una
tasa de deposición constante. Estos
fósiles se pueden formar cuando
existe una gran tasa de acumula-
ción, y se sabe que estos períodos
ocurren.
L
A DATACIÓN RADIOMÉTRICA
Ciertamente existen métodos de
datación radiométrica que requieren
de ciertas hipótesis para obtener
resultados fiables. En los métodos
no isocronos se requiere que cuando
se forme la roca no esté presente
ningún isótopo hijo. Además si la
roca es alterada por la entrada o sali-
da de los núclidos padre o hijo la
determinación de la edad puede ser
incorrecta. Estos condicionantes
deben tenerse muy en cuenta a la
hora de realizar dataciones de rocas.
No obstante, si cuando a distintos
minerales de una roca se les aplica
distintos métodos de datación, invo-
lucrando a distintos radionúclidos,
los cuales pueden obedecer a distin-
tos tipos de leyes fundamentales
(desintegración
α—fuerza nuclear
fuerte y desintegración
β—fuerza
nuclear débil), se llega a la misma
edad para todos ellos, uno debe con-
cluir que los resultados obtenidos
son totalmente fiables. Por otra
parte, el uso de los llamados méto-
dos de datación isocronos, solven-
tan totalmente cualquier interferen-
cia respecto a las cantidades inicia-
les de núclido hijo, o a la entrada o
salida de material durante la vida de
la roca.
Respecto a la posible variación de la
tasa de desintegración radiactiva,
sabemos que ésta depende de leyes
físicas bien conocidas y, si éstas fue-
ran a cambiar sustancialmente con
el tiempo, veríamos como la estruc-
tura de las distintas estrellas estaría
alterada de distinta forma en fun-
ción de su distancia respecto a nos-
otros. Por supuesto, esto no se
observa y se concluye que las mis-
mas leyes físicas están presentes en
todas partes y en cualquier tiempo.
Por otra parte, la tasa de desintegra-
ción radiactiva no se ve afectada por
procesos externos al núcleo atómico
y, por lo tanto, ni cambios en la pre-
sión o la temperatura, ni cambios
químicos afectan a la velocidad de
desintegración de un radionúclido.
Además, si la tasa de desintegración
hubiera sido muchísimo más alta en
el pasado de lo que es ahora, para
simular en rocas de 6.000 años una
edad de 4.550 millones de años, el
calor generado hubiera sido tan ele-
vado que habría bastado para fundir
todo el planeta y éste aún estaría
fundido. Es por tanto ridículo tratar
de explicar los resultados de las
dataciones radiométricas mediante
este tipo de argumentos.
LA TIERRA VIEJA
Hemos dejado claro como todos los
argumentos empleados por los crea-
cionistas para asignar a la Tierra una
edad muy joven son absolutamente
inútiles para tal fin. Así pues, ¿cuál
es la edad de la Tierra? Los prime-
ros indicios de que la Tierra era un
planeta muy viejo vinieron de la
geología.
En 1785, James Hutton publicó su
libro Teoría de la Tierra, en él
expresaba que si los lentos procesos
que estaban actuando en la actuali-
dad para cambiar la faz de la Tierra,
hubieran estado actuando de la
misma manera durante toda la exis-
tencia de la Tierra (una idea que se
llamaría uniformismo), se requeriría
un gran número de años para llegar
al estado actual, un numero de años
que se contaría por millones y no
por miles. En 1830, Charles Lyell,
en su obra Principios de Geología
retomó este principio y llego a las
mismas conclusiones. Si se calcula-
ba el tiempo necesario para formar
un estrato sedimentario, o el tiempo
LA TIERRA VIEJA
el escéptico
43
No se han encontrado halos de polonio relacionados con el uranio-235 o con
sus descendientes. (F. Tarrasa)
background image
LA TIERRA VIEJA
necesario para la erosión de una for-
mación montañosa, se llegaba a
valores de muchos millones de
años. Estas determinaciones no
podían ser muy precisas pero
indicaban que era necesario
muchísimo tiempo para trans-
formar la faz de la Tierra.
El primero que indicó que el
resultado de los procesos
radiactivos podía proporcionar
la edad de las rocas de forma
mucho más precisa fue el físico
Bertram Borden Boltwood en
1907. Boltwood mostró como
la transformación del uranio en
plomo, a través de una larga
cadena de desintegraciones,
podía emplearse para datar una
roca. Simplemente determinan-
do cuanto plomo se había acu-
mulado y que cantidad de ura-
nio estaba aun presente, podría
calcularse la edad de la roca. En
este sentido, el geólogo Arthur
Holmes comentaba en 1913:
“Es quizás un poco indiscreto
preguntar a nuestra Madre
Tierra su edad, pero la Ciencia no
muestra vergüenza y, de tanto en
tanto, ha intentado con atrevimiento
arrancarle un secreto que está pro-
verbialmente guardado”.
Actualmente, los físicos, químicos y
geólogos disponen de toda una
gama de radioisótopos útiles para la
datación de rocas. Entre estos tene-
mos al
87
Rb-
87
Sr (rubidio-87—
estroncio-87),
147
Sm-
143
Nd (samario-
147—neodimio-143),
176
Lu-
176
Hf
(lutecio-176—hafnio-176),
238
U-
206
Pb (uranio-238—plomo-206) y
235
U-
207
Pb (uranio-235/—plomo-
207). Aún con todo, el sencillo
método expuesto necesita de varias
hipótesis que pueden ser difíciles de
verificar y que no siempre se cum-
plen. Para solventar estas dificulta-
des, que de ningún modo invalidan
estos primeros métodos, se han ide-
ado los métodos isocronos. Estos
métodos llevan incorporados che-
queos implícitos que excluyen cual-
quier problema con las cantidades
iniciales del elemento hijo, así como
con las entradas o salidas de los ele-
mentos implicados en la datación.
La aplicación de los primeros méto-
dos de datación radiométricos per-
mitió conseguir una indicación
directa y cuantificada de que la
Tierra era realmente vieja. Las rocas
terrestres más antiguas tenían una
edad de 3.800 millones de años y
provenían de regiones poco altera-
das como Groenlandia y la
Antártida. Realmente, esto no era
más que un límite inferior, la Tierra
no podía ser más joven que eso,
pero podía ser aun más vieja. De
hecho, tenía que serlo porque desde
su formación la Tierra había pasado
por múltiples etapas de transforma-
ción que alteraban sus rocas, es
decir las rocas terrestres más anti-
guas son más jóvenes que la propia
Tierra. Para solventar esto, uno debe
estudiar materiales procedentes del
espacio exterior, los meteoritos.
Si se estudia a éstos mediante los
distintos métodos isocronos dispo-
nibles, o mediante otros métodos
denominados de plomo común o de
concordia/discordia, se llega a una
edad de 4.550 millones de años, que
corresponde a la edad del
Sistema Solar y, por tanto, de
la Tierra.
Por mucho que les pese a los
creacionistas de la Tierra
joven, el nuestro es un planeta
muy viejo, tiene aproximada-
mente 4.550 millones de años
y eso es mucho, mucho tiem-
po, el suficiente para permitir
a la vida originarse y desarro-
llarse hasta un punto en que
uno de sus productos, nos-
otros, podemos interrogarnos
sobre su origen, evolución y...
edad, claro.
Ferran Tarrasa
Dr. Ingeniero Industrial
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el escéptico
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El libro de James Hutton Teoría de la Tierra, marca el
inicio de la geología moderna. (Archivo)