background image
E
l desaparecido Carl Sagan
nos advertía que la ciencia
es “una vela en la oscuri-
dad”. Exhortaba al sistema educa-
tivo a instruir a los estudiantes en
los fundamentos de la ciencia. “La
oscuridad aglutina”, declaró ago-
rero. “Los demonios comienzan a
agitarse” (Sagan, 1995, 27). Sola-
mente una firme educación cientí-
fica, argumentaba Sagan,
puede aniquilar a esos
demonios.
Jon Miller opina de igual
manera. Sus encuestas
demuestran una fuerte corre-
lación inversa entre educa-
ción y creencia en lo para-
normal: cuanto menor es el nivel
educativo del encuestado, mayor
es la probabilidad de que acepte
cada una de las creencias citadas
en el sondeo. Miller deposita sus
esperanzas en el sistema educativo
para erradicar la aceptación de
“supersticiones y pseudociencias”
como la astrología, la creencia en
los números de la suerte y el crea-
cionismo. Miller denomina a los
no instruidos “analfabetos científi-
cos”. Viene a decir que “para 25
millones de americanos que no
poseen ningún título académico, el
mundo es extraño, hostil y de algu-
na manera un sitio peligroso”
(Miller 1987, 30). He aquí, pues,
el caldo de cultivo para el pensa-
miento paranormal.
Sagan y Miller ofrecen lo que
podríamos denominar como posi-
tivismo o visión ilustrada de la
conexión entre la educación y lo
paranormal. Se contempla la edu-
cación como la antítesis de las cre-
encias paranormales (o “pseudo-
científicas”). En efecto, la educa-
ción, especialmente las materias
científicas, destruyen el pensa-
miento paranormal; la educación
es enemiga de la pseudociencia.
Entiendo el pensamiento paranor-
mal como la creencia en cualquier
poder o fuerza que para la inmen-
sa mayoría de científicos viola
alguna regla, principio o ley cien-
tífica básica. Así pues, según esta
definición, la astrología, la creen-
cia en números de la suerte y el
creacionismo, son creencias
paranormales —como lo son
la creencia en fantasmas, la
comunicación con los muer-
tos, la psicoquinesis, la per-
cepción extrasensorial, que
los ovnis sean “algo real”, la
abducciones alienígenas, los
ángeles, el diablo, el poder
de las pirámides, la levitación y la
regresión a vidas anteriores—.
Claramente y dado que la educa-
ción científica refuta estos concep-
tos anómalos, cuanto más tenga-
mos de aquélla, menos creeremos
en éstos.
Mi hipótesis es ligeramente distin-
ta a la posición “ilustrada”. Sos-
CIENCIA
el escéptico
28
E D U C A C I Ó N
CONOCIMIENTO C
CIENTÍFICO
Y C
CREENCIA E
EN LLO
PARANORMAL
La educación puede no ser el antídoto para las creencias paranorma-
les que han imaginado algunos. Aparecen correlaciones inversas entre
la creencia en lo paranormal y el conocimiento y razonamiento científi-
cos... He aquí una nueva aproximación a la relación entre esas dos
dimensiones aparentemente contradictorias
Sugiero que el pensamiento
paranormal esta tejido con
diversas hebras, algunas de las
cuales se desvanecen ante un
incremento de la educación y
otras, no
background image
tengo que el argumento acerca de
que la educación es un antídoto
contra lo paranormal es, al menos
en parte, erróneo. Sugiero que el
pensamiento paranormal está teji-
do con diversas hebras, algunas de
las cuales se desvanecen ante un
incremento de la educación y
otras, no. Propongo además que la
capacidad humana para comparti-
mentar categorías de pensamiento
es lo bastante grande para permitir,
al mismo tiempo, creencias con-
tradictorias entre sí. De hecho,
muchos individuos aceptan la ver-
dad de aseveraciones paranorma-
les al lado de principios científicos
que factualmente y de manera
lógica son contradictorios.
Creo que, en lugar de una simple e
inequívoca relación inversa entre
educación y conocimiento científi-
co de un lado, y el pensamiento
paranormal de otro, existen
diferentes dimensiones del
mundo de lo paranormal, cada
una con su propia relación
con respecto a la educación y
al conocimiento científicos.
También sostengo que la
noción de que el pensamiento
paranormal viola las leyes de
la naturaleza es un concepto emic
entre los científicos (un tópico
apoyado por el saber popular y
aceptado dentro de la comunidad
científica, pero que resulta extraño
al público general)
Considero dos fuentes de datos; la
primera reside en las numerosas
encuestas realizadas por diversas
empresas, cuyos datos se hallan a
disposición de los interesados en
el Roper Center. En esta línea he
realizado una pequeña encuesta
entre los estudiantes de varias cla-
ses en una gran universidad estatal
del este [de los EEUU], preguntán-
doles, entre otras cosas, por su
aceptación de las creencias para-
normales, el conocimiento cientí-
fico y los hechos de naturaleza
científica, así como cuestiones que
ponían en juego su habilidad para
evitar razonamientos falaces y
razonar de modo científico.
EL PENSAMIENTO PARA-
NORMAL CON UN LINAJE
RELIGIOSO TRADICIONAL
Quiero diferenciar entre las creen-
cias paranormales que provienen
de una herencia religiosa y las que
no lo hacen. Mi primera generali-
zación: la relación entre la educa-
ción y el pensamiento paranormal
depende de si una determinada
creencia se ha promulgado o no
desde un entorno religioso tradi-
cional.
Las creencias religiosas tradicio-
nales de corte paranormal, esto es,
aquéllas que violan los cánones de
la causalidad científica, exhiben
una correlación inversa con la edu-
cación y el conocimiento científi-
co. Aquí, el modelo positivista de
Sagan es seguro y sensato. En
efecto, la fe creacionista represen-
ta el ejemplo preeminente.
Prácticamente cada encuesta o
sondeo de los efectuados hasta hoy
ha revelado una correlación inver-
sa entre educación y fe en el crea-
cionismo (o, dándole una vuelta a
la ecuación, una correlación direc-
ta entre educación y aceptación del
evolucionismo). En una reciente
encuesta de Gallup, se preguntó a
los encuestados si estaban de
acuerdo con la siguiente asevera-
ción: “Dios creó al ser humano
con un aspecto muy semejante al
de hoy en día, en algún momento
de los últimos 10.000 años”. La
mayoría de los consultados (el
58%) que no habían alcanzado el
graduado escolar, estaban de
acuerdo. Ese porcentaje disminuía
con el aumento del grado de edu-
cación: tan sólo el 24% de los con-
sultados con niveles educativos de
postgraduado estaban de acuerdo.
Aquí no hay prácticamente ningún
sondeo que contradiga este dato.
Cualquier observador podrá darse
cuenta de la solidez de dicha rela-
ción.
La relación entre educación y cre-
encia en el cielo y el infierno como
lugares materiales y reales, y en
los ángeles y el diablo como seres
reales, sigue el mismo patrón. Una
encuesta de ámbito nacional reali-
zada [en los EEUU] por el
Pew Research Center halló
que el 92% de los encuestados
con un nivel educativo preu-
niversitario creían en el cielo
como un lugar real, mientras
que el porcentaje bajaba al
73% entre las personas con un
nivel educativo de postgrado.
La aceptación del infierno como
lugar real se situaba en el 80%
entre los consultados con nivel no
universitario, y caía hasta el 56%
entre quienes contaban con un
postgrado. Lo mismo puede trasla-
darse a los ángeles o el diablo
como auténticos seres materiales.
La creencia en los ángeles era
superior en un 20-30% entre los de
menor nivel educativo. La creen-
cia en posesiones diabólicas se
halla claramente ligada con la edu-
cación. Una reciente encuesta de
Gallup revelaba que la mayoría (el
56%) de los consultados con nivel
no universitario creía que “la gente
en nuestro planeta a veces se
encuentra poseída por el demo-
el escéptico
29
La relación entre la educación
y el pensamiento paranormal
depende de si una determina-
da creencia se ha promulga-
do o no desde un entorno
religioso tradicional
background image
nio”, mientras que sólo el 22 por
ciento de quienes poseen enseñan-
za superior creen tal cosa.
Así pues, daré paso a mi primera
generalización: Las creencias
paranormales que se sostienen por
una tradición religiosa disminu-
yen con la educación.
Cuanto
mayor es la educación, menor es el
nivel de aceptación o creencia en
aserciones religiosas sobre las cua-
les la ciencia dice que son imposi-
bles desde un punto de vista estric-
tamente material.
CREENCIAS PARANOR-
MALES SIN BASE RELI-
GIOSA
Las creencias paranormales basa-
das en la religión no son la única
dimensión del pensamiento para-
normal. Por ejemplo, muchos
observadores afirman que la cre-
encia en que los ovnis son aliení-
genas o naves extraterrestres cons-
tituye una forma de pensamiento
paranormal.
Ello es así, afirman, por dos
razones. Una, que según la
teoría de la relatividad de
Einstein, ningún objeto puede
moverse a mayor velocidad
que la luz, o siquiera próximo
a ella. Así pues, ninguna nave
tripulada procedente de un
planeta habitado podría llegar
a la Tierra durante la vida de
cualquier ser vivo. El que
semejante proeza científica o
tecnológica sea posible, resul-
ta secundario para la mayoría de
los creyentes en ovnis, que pare-
cen manifestar un nulo interés por
las cuestiones físicas básicas de
semejante proeza y que asumen
que los extraterrestres podrían
simplemente “trascender” las
leyes de la naturaleza. Y dos, una
segunda razón por la que la creen-
cia de que los ovnis son naves alie-
nígenas es paranormal, se debe a
que una altísima proporción de los
creyentes en ovnis atribuye pode-
res casi divinos —y decididamen-
te paranormales— a los visitantes
extraterrestres. Y en ese repertorio
entra la facultad de moverse a tra-
vés de objetos sólidos, como
muros; teletransporte o desapari-
ción de grandes objetos, incluso
ciudades enteras, a sus naves
nodriza; deslizarse o flotar en el
espacio, o viajar en el tiempo. Los
creyentes consideran estas proezas
no sólo posibles, sino algo cotidia-
no (ver Mack, 1995).
En contraste con la creencia en el
creacionismo, la educación tiene
una relación contradictoria con la
creencia de que los ovnis sean
“algo real”. Aquí no puede obser-
varse una correlación directa. En
una encuesta financiada por la
revista Newsweek y realizada por
la Princeton Survey Research
Associates
, el porcentaje que creía
que los ovnis eran naves espacia-
les resultó el mismo entre los
encuestados no universitarios que
entre los poseedores de un post-
grado. Según una encuesta de
Gallup, el nivel educativo con un
mayor nivel de creencia en que los
ovnis han visitado la Tierra, se
correspondería con la de los uni-
versitarios (51%); el porcentaje
descendía entre los encuestados
con formación de secundaria
(48%) y entre los poseedores de un
postgrado (39%). En una encuesta
de Yankelovich, el porcentaje que
respondía afirmativamente a
“¿cree en la existencia de los
ovnis?”, era casi indistinto en
cuanto a su correlación con el
nivel educativo, hasta llegar al
postgrado, donde caía ligeramente.
En suma, no se da una relación
consistente entre educación y cre-
encia en que los ovnis sean naves
alienígenas.
Más aún, la mayoría de las creen-
cias paranormales clásicas ofrecen
una relación contradictoria con la
educación. Algunas encuestas
indican una relación inversa res-
pecto a algunas creencias, pero la
mayoría de las encuestas sobre la
mayor parte de las creencias, reve-
lan una notable ausencia de patrón.
Otra encuesta realizada por la
Princeton Survey Research Asso-
ciation
para Newsweek encontró
que los universitarios encues-
tados superaban ligeramente a
los no universitarios en la
aceptación de cuestiones
como “¿Se considera usted un
creyente en lo paranormal y lo
sobrenatural?” (43% versus
39%). Además, no se observó
una relación entre niveles
educativos y alcance de las
creencias. Lo mismo puede
trasladarse a la telepatía, la
PES y la astrología. Una
encuesta Gallup encontró una
sólida relación inversa entre edu-
cación y creencia en astrología
(aunque también halló que los pos-
tgraduados eran más proclives a
creer en la telepatía que los univer-
sitarios).
Sin embargo, la relación hallada
en dicha encuesta entre educación
y creencia en la comunicación con
el escéptico
30
El nivel educativo con un
mayor porcentaje de creencia
en que los ovnis han visitado
la Tierra, se correspondería
con la de los universitarios
(51%); el porcentaje descen-
día entre los encuestados con
formación de secundaria
(48%) y entre los poseedores
de un postgrado (39%)
background image
los muertos resultó prácticamente
plana. En efecto, el reciente son-
deo de la Nacional Science Foun-
dation
, [de los EEUU], Science
and Engineering Indicators,
seña-
ló una correlación negativa entre
educación y creencia en la astrolo-
gía, pero una prospección de dece-
nas de sondeos de opinión pública
indicó una relación contradictoria
entre educación y formas clásicas
de pensamiento paranormal (con
la posible excepción de creencias
en casas encantadas, respecto a lo
que los de menor nivel educativo
parecen poseer una mayor predis-
posición a creer que los de mayor
nivel).
Esto no representa una buena noti-
cia para la tesis “ilustrada” de que
una mayor educación proporciona-
rá “una vela en la oscuridad” y
exterminará al “mundo poseído
por los demonios” del pensamien-
to paranormal.
CIENCIA
Y
CONOCI-
MIENTOS AFINES VER-
SUS CREENCIAS PARA-
NORMALES.
Vamos a observar ahora esta rela-
ción desde un ángulo ligeramente
distinto, mediante la exploración
de la correlación entre ciencia y
conocimientos afines y creencias
paranormales. Hice un sondeo en
dos aulas de estudiantes de una
institución de enseñanza del este
[de los EEUU], financiada por el
estado, y que imparte educación
superior.
Les pregunté sobre creencias para-
normales, ciencia y hechos de tipo
científico, así como cuestiones
destinadas a recabar la capacidad
de los encuestados para razonar de
manera sistemática y científica, en
contraste con razonamientos heu-
rísticos
1
basados en el sentido
común, empleados a menudo por
gran parte del público lego, tal
como detallaron los psicólogos
Daniel Kahneman y Amos
Tversky (Kahneman, Slovic y
Tversky, 1982).
Pregunté a mis encuestados cuál
era el planeta más próximo (Mer-
curio) y el más alejado de media
(Plutón) del Sol
2
, cuál era el
segundo país más poblado del pla-
neta (India); cuál era el estado [de
los EEUU] más al norte (Alaska);
así como cues-
tiones que para
Tversky y Kah-
neman eran muy
representativas
de poder recibir
un tratamiento
heurístico del
tipo de ¿es más
probable que
Tom sea conta-
ble o futbolista?
¿Es más proba-
ble que Jane sea
maestra o astro-
nauta?, o sobre
algunos conoci-
mientos de la
ley de grandes
números, como
la probabilidad
de que el 60%
de los recién
nacidos diariamente en un hospital
sean niños, ¿es mayor en un hospi-
tal grande o en uno pequeño? y
conocimientos de simple razona-
miento estadístico (para un deter-
minado viaje, ¿la ratio de acciden-
tes mortales es superior en los
coches o en las motocicletas?).
En efecto. De manera bastante sóli-
da, mis datos demostraban que
existe una relación inversa entre la
adhesión a las creencias religiosas
que poseen un componente para-
normal, y el conocimiento y razo-
namiento científico o cientifista.
La relación no ha sido siempre
estadísticamente significativa, pero
la dirección es bastante sólida.
Significativamente, los encuesta-
dos que respondieron creer en la
creación del Universo en seis días
(hace menos de 10.000 años), en
ángeles y demonios como auténti-
cos seres materiales, así como en
el cielo y el infierno como lugares
materiales reales, conocían menos
del mundo físico que quienes res-
pondieron no
creer en ello.
Estuvieron en
todo momento
más predispues-
tos a hacer un
razonamiento
heurístico basa-
do en el sentido
común, aunque
de forma erró-
nea, y fueron
menos capaces
de razonar de
manera científi-
ca sobre la base
de un proceso
mental. Las per-
sonas que acep-
taban las afir-
maciones reli-
giosas
extra-
científicas
no
solamente eran más propensas a
rechazar lo que la ciencia conside-
ra una realidad, sino que también
tendían a saber menos sobre ésta y
su funcionamiento. Al menos
hasta ahora.
¿Qué sucede con las creencias
paranormales cuya base no radica
en el dogma religioso tradicional?
El porcentaje que conocía que
Mercurio es el planeta más próxi-
mo al Sol era algo mayor entre los
creyentes en ovnis, no así para el
caso de Plutón, el planeta más ale-
jado
2
. De los datos no se despren-
EDUCACIÓN, CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y CREENCIA...
el escéptico
31
La mitad de los que afirman que nos han
visitado los extraterrestres poseen forma-
ción universitaria. (Archivo)
background image
de ninguna relación estadística-
mente significativa. Los creyentes
en ovnis resultaron ligeramente
más ignorantes respecto a que la
India sea el segundo país más
poblado del planeta, pero estaban
apenas algo más enterados de que
Alaska es el estado más al norte
de los Estados Unidos. Ninguna
relación resulta siquiera remota-
mente significativa en términos
estadísticos. Se emplearon cues-
tiones diversas que entrañaban
razonamientos lógicos, en oposi-
ción a otras, referidas al razona-
miento científico, sin que arroja-
ran ninguna diferencia entre cre-
yentes y no creyentes en ovnis. En
suma, las respuestas arrojadas por
los encuestados a cuestiones cien-
tíficas en estas dos categorías
arrojaban datos dispersos de los
que no se podía deducir correla-
ción alguna.
Sondeé las mismas correlaciones
mediante la conformidad para
cuestiones como: “Una antigua
maldición en la tumba del rey Tut
mató verdaderamente a gente”,
“algunas personas poseen poderes
paranormales” y “ciertos números
atraen especialmente la suerte de
algunas personas”. Prevaleció la
misma relación que entre quienes
creían en los ovnis: las creencias
en lo paranormal conllevan una
relación contradictoria con el
saber científico y la razón.
Ello dará pie a mi segunda genera-
lización: si mi pequeño estudio y
los muy relevantes sondeos públi-
cos realizados cada año apuntan en
cualquier dirección, los creyentes
en lo paranormal no religiosos
saben tanto sobre ciencia y razo-
nan de un modo tan científico
como aquellos que rechazan la
validez de lo paranormal o de los
poderes extrasensoriales
.
CONCLUSIONES
Pero si todo esto es cierto, ¿por
qué entonces no se ve la misma
relación con la educación entre
aquellos que sostienen creencias
distintas e independientes del tra-
dicional dogma religioso, que la
que se da entre los creyentes en lo
paranormal con base religiosa? Mi
suposición es que la relación que
he observado aquí se confunde con
otra dimensión: el tradicionalis-
mo
. Personas que aceptan las aser-
ciones de los eventos paranorma-
les tal como vienen dictadas por el
dogma religioso fundamentalista,
tienden a ser más tradicionales,
más conservadoras y convenciona-
les, en general, que quienes recha-
zan la validez de tales creencias.
Al mismo tiempo, personas que
aceptan como válidas afirmacio-
nes paranormales no religiosas,
tienden a ser menos tradicionales,
más liberales y menos convencio-
nales que quienes no lo hacen. Es
posible que ningún plan educativo
estándar orientado a un nivel
estrictamente cognitivo consiga
gran cosa en esta relación funda-
mental y primitiva.
Henri Broch (2000) señala que, en
Francia, las encuestas de opinión
pública demuestran de hecho una
relación directa entre creencias
paranormales y educación, que el
nivel de creencias paranormales
crece según lo hace la educación
(una aseveración que propina un
tiro certero al corazón de la hipóte-
sis de Sagan). Sin embargo, en una
tentativa por invertir esta tenden-
cia, Broch ha diseñado un curso en
el ámbito universitario destinado a
reducir la creencia en lo paranor-
mal, otorgando a los estudiantes a
una participación directa y activa
en experimentos prácticos que
demuestren cómo una o más de
tales afirmaciones extraordinarias
se desmontan, enseñando la mane-
ra en que se realizan los fraudes.
Este trabajo ha demostrado el
éxito de la realización de estos
experimentos.
Los datos de Broch sugieren que la
adquisición de educación puede no
demoler las creencias paranorma-
les porque mucho del conocimien-
to científico e incluso la familiari-
dad con el método científico fun-
ciona a un nivel demasiado abs-
tracto. Solamente cuando se plan-
tea una creencia paranormal con-
creta de manera directa y se consi-
gue confrontarla con una prueba
específica, sistemática y empírica,
se consigue hacer que disminuya
la fe en ella.
Dicho de otro modo, para el gran
público, la labor que se realice
desde el nivel más básico parece
no conseguir un impacto.
No estoy recomendando que se
elimine la ciencia de nuestros pro-
gramas educativos. Lo que me
estoy preguntando tiene que ver
con la manera en que se enseña la
el escéptico
32
El efecto de la educación en las creen-
cias paranormales es diferente si éstas
tienen base religiosa. (Archivo)
background image
ciencia. Es posible que la mayoría
de los educadores científicos no
consideren lo paranormal y las
pretensiones pseudocientíficas una
amenaza suficiente para la ciencia,
ya que podemos enfrentarnos a
ellas directamente con la evidencia
de nuestros sentidos. Puede que el
actual sistema educativo no esté
haciendo lo bastante para combatir
las pseudociencias. Evidentemente
tenemos mucho que aprender
sobre las relaciones antes citadas,
y sobre lo que podemos hacer —e
incluso si no tenemos nada que
hacer— respecto a ellas.
NOTAS
1. Nota de los Editores:
Según el
Diccionario de la Real Academia
Española de la lengua, el término
heurístico alude, en algunas ciencias,
a una manera de buscar la solución
de un problema mediante métodos no
rigurosos, como por tanteo, reglas
empíricas, etc.
2. Nota de los Editores: A veces Plu-
tón es el planeta más alejado normal-
mente, pero no siempre. En ciertas
ocasiones, Neptuno está aún más
lejos. Ver nota 1ª, página 46.
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Broch, Henri. 2000. “Save Our Scien-
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University”. Skeptical Inquirer, 24 (3):
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Miller, Jon D. 1987. Analfabetismo
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Sagan, Carl. 1995. The Demon-
Haunted World: Science as a Candle
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. New York: Random
House.
EDUCACIÓN, CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y CREENCIA...
el escéptico
33
Sólo una sólida educación científica con-
seguirá alejar a los ‘demonios’, decía
Carl Sagan. (Archivo))
Erich Goode
Departamento de Criminología y
Justicia Criminal en la Universidad
de Maryland y profesor emérito en la
Universidad Estatal de Nueva York,
en Stony Brook
Publicado originalmente con el título
"Education, Scientific Knowledge, and
Belief in the Paranormal" , en la revis-
ta Skeptical Inquirer de enero/febrero
de 2002.
Traducción: Jesús M. Villaro
Ernesto J. Carmena