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EL
Uno de los temas paranormales que más ha dado que hablar en
los últimos años es el del chupacabras, un presunto ser de ori-
gen indeterminado con tendencia a "lo alienígena" que se dedi-
có a atacar la pasada década a numerosos animales domésticos
en diversas partes de las Américas y la Península Ibérica.
el escéptico
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NOMBRE DE LA SECCIÓN
el escéptico
18
C
omo ocurre con todas las
leyendas urbanas (en este
caso más rural que urbana)
no existe una versión única y exac-
ta de los hechos; lo único claro es
que no hay una sola prueba de que
las agresiones fueran atribuibles a
entidades no naturales y no terres-
tres (véase la revisión histórico-
crítica de esta leyenda en Zúñiga,
2004). Esto es lo mínimo y lo
máximo que se puede decir de ésta
y otras muchas historias similares.
Este trabajo se va a ocupar de un
curioso antecedente ocurrido a
finales de la década de los setenta
en la isla canaria de Tenerife; al
menos así lo presentó alguna fuen-
te con escaso espíritu crítico.
Fue en mayo de 1979 cuando se
produjeron una serie de muertes
misteriosas de animales domésti-
cos en el barrio santacrucero de
Taco, y durante más de una sema-
na la prensa local estuvo especu-
lando sobre los posibles autores de
las inexplicables muertes. En octu-
bre del mismo año aparecieron
más animales sacrificados en otro
núcleo de población llamado
Barranco Grande, aunque la con-
moción social —si hemos de hacer
caso a las informaciones periodís-
ticas— no fue tan grande como en
mayo.
La historia de los animales muer-
tos de Taco en extrañas circunstan-
cias quedó recluida en las hemero-
tecas, uno de los lugares funda-
mentales en los que todo aquél que
siente curiosidad por las leyendas
y rumores sobre lo anómalo debe
buscar las pistas que conduzcan a
la aclaración definitiva. Lo contra-
rio es, frecuentemente, un engaño
al lector aficionado. De los archi-
vos de la prensa fue rescatado este
enredo hace algunos años por José
Gregorio González (1997), un afi-
cionado tinerfeño a lo "misterioso"
que lo convirtió en un pequeño
icono para los aficionados a diver-
sas rarezas isleñas, que son los
habitantes de ese lugar fronterizo
en el que el sentido común se dilu-
ye y la mente abierta coquetea con
la irracionalidad, el sensacionalis-
mo y la pseudociencia. Este cuen-
to de suspense sobre el antepasado
del chupacabras demandaba un
acercamiento crítico y escéptico
para limpiar la suciedad mágica y
paranormal con que algunos escri-
tores lo han adornado.
Breve historia de los
hechos
La verdad es que estos aconteci-
mientos tuvieron, a la larga, la
misma trascendencia que la mayo-
ría de los supuestos enigmas cien-
tíficos que aparecen en las revistas
del ramo paranormal. Es decir, en
realidad se trató de uno de esos
misterios con la misma trascen-
dencia a la larga que las declara-
ciones de algún freak televisivo.
Pero, a pesar de ello (y como de
todo debe haber en la viña del
Señor, incluso escépticos que
desean aclarar pretendidos enig-
mas), es que a continuación se
ofrece una visión crítica de todo lo
afirmado y escrito desde aquel año
de 1979, tan importante para la
historia española de las creencias
contemporáneas en lo maravilloso.
La primera y breve referencia
periodística la encontramos en El
Día
(Santa Cruz de Tenerife), en
su edición del 12 de mayo. En ella
se informa de unas misteriosas
muertes de animales en las últimas
fechas, indicándose que "habían
aparecido sin vida dos perros ¿pas-
tores? alemanes y tres cabras, sin
corazón ni sangre en sus venas,
según nuestras fuentes". Al día
siguiente el mismo diario amplia-
ba la noticia, señalando que reina-
ba entre los vecinos de Taco un
estado de inquietud e intranquili-
dad y que algunos pensaban que
podía ser un "fenómeno extrate-
rrestre", lo cual prueba el impacto
que había provocado en la opinión
pública tinerfeña la observación de
los efectos en la alta atmósfera de
varios misiles Poseidon norteame-
ricanos dos meses antes, concreta-
mente el 5 de marzo, y a los que la
prensa etiquetó como "ovnis"
(http://www.anomalia.org/misi-
les.htm).
Las informaciones publicadas por
la prensa tinerfeña son confusas y
contradictorias de principio a fin,
como suele ser habitual en este
tipo de sucesos (Zúñiga, 2004).
Supuestamente la primera muerte
perruna extraña habría tenido
lugar el 29 de abril, aunque sus
dueños no le dieron importancia al
pensar que pudo tratarse de una
pelea entre perros. No se citan
heridas extrañas ni desangramien-
to anormal... (El Día, 15 de mayo).
Pero al día siguiente los dueños de
los perros no se ponían de acuerdo
sobre el tipo de heridas que tenían
los animales y las vísceras que
habían sido extraídas; al mismo
tiempo se daba por buena la hipó-
tesis de que tras los sacrificios
andaba una secta religiosa que en
cualquier momento podía sustituir
los cánidos por seres humanos.
¿Quién da más? Pues el propio
rotativo, que el 17 de mayo dedicó
su página 33 de forma exclusiva al
caso, y lo hacía para dar paso a la
racionalidad y al sentido crítico:
"... según una de las fuentes con-
sultadas por El Día en su investi-
gación del caso, es de interés para
la explicación de fenómenos como
el que nos ocupa la existencia en
zonas rurales de las islas de una
creencia popular, según la cual 'un
ladrón que lleve en sus bolsillos
vísceras secas de animales, con-
cretamente un corazón, puede neu-
CHUPACABRAS
EL
TINERFEÑO
Uno de los temas paranormales que más ha dado que hablar en
los últimos años es el del chupacabras, un presunto ser de ori-
gen indeterminado con tendencia a "lo alienígena" que se dedi-
có a atacar la pasada década a numerosos animales domésticos
en diversas partes de las Américas y la Península Ibérica.
CHUPACABRAS
TINERFEÑO
Cortesía autor
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el escéptico
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el escéptico
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bra de duda ni sospecha, sin ningu-
na de las dudas y sospechas que ya
estaban presentes incluso en el
momento de producirse. Debemos
mirar hacia los criaderos artificia-
les de misterios: las revistas sensa-
cionalistas, los libros acríticos y
los medios de comunicación ses-
gados; todos ellos tienen arte y
parte en la construcción social de
estos rumores paranormales.
En ningún momento se certificó,
por parte de expertos con nombres
y apellidos y por medio de infor-
mes públicos, que las heridas infli-
gidas a los animales presentasen
características anómalas, distintas
a las que un gamberro sin escrúpu-
los pudiera haber causado, con la
participación posterior de anima-
les carroñeros o hambrientos.
El miedo y la preocupación corrían
libres por Taco, según la prensa,
hasta tal punto que algunos veci-
nos no se atrevían a salir a la calle
por la noche. Al mismo tiempo los
medios se preguntaban por qué no
se había efectuado autopsia alguna
a los animales y de quién era la
jurisdicción en un asunto como
este, Sanidad, Sanidad Veterinaria,
etc. A ello se sumó el día 18 el
hallazgo de varias plataneras des-
trozadas en una finca del Puerto de
la Cruz, hecho aislado que contri-
buyó a aumentar el misterio que
por aquellos días copaba las pági-
nas de sucesos.
El Día del 18 de mayo reproducía
un artículo aparecido en la revista
ufológica Stendek de Barcelona en
la que se relacionaban episodios
internacionales de muertes de
ganado (Estados Unidos, Puerto
Rico) con la aparición de ovnis y
portentos similares. Y muchos
años después, en 1997, el retórico
y pernicioso ex-presentador de
televisión y editor Fernando
Jiménez del Oso se descolgaba
con la típica anécdota del mundillo
paranormal, donde todo es secreto,
hasta la identidad de dos miem-
bros del Cuerpo Nacional de
Policía que le habrían asegurado,
mientras el citado se encontraba
por casualidad en Tenerife, que
esos días se estaban observado
ovnis en la zona de las muertes.
Los ovnis son, en este caso, como
las guindas de adorno que se le
ponen al pavo; estos escurridizos
cacharros alienígenas o "interdi-
mensionales" deben hacer acto de
presencia siempre que ocurre algo
raro, como para certificar la anor-
malidad de lo ocurrido. De hecho
El Día insertó un artículo en su
edición del 17 de mayo que espe-
culaba sobre la observación de
ovnis en otros lugares del mundo
como fenómeno previo a los sacri-
ficios de animales.
En octubre de 1979 el fenómeno
se volvía a repetir en Barranco
Grande (Santa Cruz de Tenerife),
con ocho cabras y varios conejos
muertos con los mismos síntomas,
pero ahora la prensa se decantaba
por la autoría humana o perruna.
Las autopsias realizadas confirma-
ron que los animales murieron por
estrangulamiento; luego habrían
sido desangrados y se les extraje-
ron varias vísceras. Todo ello com-
patible, al igual que los sucesos de
Taco meses antes, con la mano de
un grupo de desalmados con
deseos de amedrentar a la pobla-
ción. Y este fue el punto final de
esta exagerada historia.
Desenredando
el "misterio"
En junio de 2002 me puse en con-
EL CHUPACABRAS TINERFEÑO
tralizar la fiereza de un perro y
acercarse hasta el mismo sin que le
ataque'. Esta creencia —y aquí
viene lo bueno— ha llegado a ser
objeto de apuestas con demostra-
ción práctica que la confirma".
Luego recordaba que en el primer
Simposium de Ufología celebrado
en Madrid en abril de ese mismo
año Juan José Benítez deleitó a la
concurrencia con una gata que
apareció mutilada en "extrañísi-
mas circunstancias" en Ronda
(Málaga); Benítez se manejaba por
entonces con vulgares felinos,
lejos aún de codearse con seres
divinos como Jesucristo, que tanto
rédito ofrecen...
El Diario de Avisos (Santa Cruz
de Tenerife) se hace eco el 16 de
mayo de que varios niños de un
colegio de Taco habían visto un
bicho (sic), aunque no se había
podido averiguar las característi-
cas del citado, y de que se halló un
cerdo con el hocico destrozado en
Guamasa (La Laguna). Otras per-
sonas aseguraron haber visto a
tres perros muy grandes por la
noche merodeando por zonas en
las que había animales encerra-
dos. Otro rumor (17 de mayo) aún
más desagradable se vino a sumar
a éstos: el supuesto hallazgo del
cadáver de un joven que presenta-
ba el mismo tipo de heridas que
los animales. El citado periódico
investigó a fondo el asunto y pudo
comprobar la falsedad de esta his-
toria. No es aventurado suponer
que tras estos rumores no había
más que el temor de los vecinos
ante el cariz que estaban tomando
los acontecimientos, en particular
debido al tono sensacionalista de
la prensa. Como contrapartida, el
mismo día 17 El Diario de Avisos
informó, sin entrar en detalles, de
que "las muertes de los perros
empiezan a ser consideradas como
producidas por manos humanas en
los medios autorizados", pero para
no quemar la noticia acababa
informando de que en el barrio de
Genovés de Garachico, municipio
del norte tinerfeño, aparecieron
varios conejos y cabras "degolla-
dos" aunque el veterinario del
municipio contiguo, Los Silos,
pudo comprobar que el causante
de las muertes fue un perro. Es lla-
mativo cómo la prensa no encon-
tró otro verbo más apropiado,
degollar, para referirse al suceso.
Quizá porque los perros no pueden
degollar, lo que presupone a un
autor inteligente.
El día 18 se descarta otra de las
posibles soluciones planteadas
para explicar las muertes: un gue-
pardo huido del Safari Park de La
Esperanza, cerca de La Laguna. Su
director negó que se hubiera esca-
pado animal alguno capaz de pro-
ducir las muertes y así lo confirma
El Diario de Avisos, que afirmó
que era una teoría "no demasiado
creíble, que se desvanece repasan-
do las especiales características
que han coincidido en estas muer-
tes: corazón y vísceras arrancadas
limpiamente del cuerpo, sin ras-
tros de sangre alrededor". Este es
un detalle importante: no se dice
que los cuerpos de los animales
estuviesen desangrados sino que
"no había rastros de sangre a su
alrededor", que no es precisamen-
te lo mismo. Todas estos relatos de
miedo, mágicos o paranormales —
que cada uno elija el término que
prefiera— suelen pasar a la histo-
ria en la versión más extraña que
en su momento se divulgó. Es
como si en la dinámica del rumor
social alimentado por la prensa
predomine años después, por
algún tipo de "selección natural",
la interpretación más alejada de
cualquier explicación racional
plausible. Parece que la corrup-
ción de la versión inicial de una
información al pasar de mano en
mano y de boca en boca no se
cumpliese en el caso de los pseu-
do-enigmas paranormales, pues a
través de los años nos llegan res-
plandecientes y pulidos, sin som-
Vista de Barranco Grande desde Taco, donde en octubre de 1979
aparecieron ocho cabras muertas
Cortesía autor
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el escéptico
22
tacto con Jorge Bethencourt, que
fue el enviado especial de El
Diario de Avisos
a la zona donde
se habían producido las muertes
misteriosas. De entrada me asegu-
ró que "seguimos la historia con
no poca carga de dramatismo gra-
tuito que, efectivamente, amplificó
los efectos de las acciones de los
imbéciles que se dedicaban a des-
pellejar animales". Este "dramatis-
mo gratuito" es patente en prácti-
camente todas las noticias apareci-
das en aquellos días en la prensa
tinerfeña. Recomiendo leer los
titulares de la época a la luz de esta
"confesión".
En enero del presente año mantuve
una conversación con Carlos
Sanjuán, jefe de prensa de la
Policía Nacional de Santa Cruz de
Tenerife. A mi requerimiento
Sanjuán se había puesto en con-
tacto con Muñoz Yébenes, el que
era jefe de la Brigada de
Investigación en 1979. Según
Muñoz Yébenes, la conclusión fue
que se trató de perros asilvestra-
dos y que la mayoría de las vícti-
mas fueron cabras (en octubre en
Barranco Grande), más algún
perro, pero que los animales esta-
ban heridos por la barriga, como si
hubiesen enseñado a agredir en
esa zona a los atacantes, en vez del
cuello. Luego se especuló con que
no tenían sangre, y que las heridas
eran perfectamente cuadradas, lo
cual era falso. Estas declaraciones
del antiguo jefe de la Brigada de
Investigación contrastan fuerte-
mente con la versión canónica de
lo hechos, según la cual los ani-
males estaban "completamente
desangrados, sin señales de lucha
y sin restos de sangre en los alre-
dedores". Elija el lector la versión
que prefiera, aunque me permito
recomendarle la del policía nacio-
nal retirado, porque es más eco-
nómica y plausible, y porque ni
entonces ni en los últimos años se
presentaron pruebas confirmadas
de las extrañas circunstancias en
que fueron halladas las víctimas.
Hasta que no se demuestre lo
contrario estas especulaciones
merecen el mismo crédito que las
que se referían a los extraterres-
tres como los autores de las
matanzas, o a individuos que se
dedicaban a practicar sanguina-
rios ritos sectarios.
Al parecer, añadió Muñoz
Yébenes, alguien vio a una mana-
da de perros, tres o cuatro, que
podían haber sido los causantes de
las muertes. Éstos debían acercar-
se hambrientos a la zona en cues-
tión, procedentes de las zonas altas
deshabitadas. No hubo ningún
detenido. La Jefatura Superior de
Policía dio una rueda de prensa en
la que informó de estos detalles
(El Diario de Avisos, 19 de mayo)
y propuso algunas explicaciones
que no satisficieron del todo a la
prensa de entonces (autores huma-
nos con la participación posterior
de ratas y hurones) ni a los investi-
gadores de lo insólito años más
tarde, para los que el misterio es
indeleble. Algo semejante ocurrió
antes en diversos estados nortea-
mericanos en 1973 —véase a este
respecto Rommel (1980), en parti-
cular el último apartado, dedicado
a las conclusiones y recomenda-
ciones, extensibles a todos los epi-
sodios internacionales de esta
leyenda—, en Puerto Rico en 1975
y en 2000 y 2002 en Chile y
Argentina respectivamente, donde
los perros asilvestrados fueron los
responsables de muertes mucho
más numerosas, junto con ejem-
plares de la fauna local como el
hocicudo rojo, un ratón del estado
bonaerense que, acuciado por el
hambre, decidió convertirse en
carroñero y aprovechar los cadá-
veres del vacuno, tal y como con-
cluyo el Servicio Nacional de
Salud Agropecuaria de Argentina.
También en España distintos gana-
deros de Vizcaya, Burgos y
Navarra denunciaron a los medios
locales a fines de julio de 1996 las
muertes de ganado vacuno. La
Ertzaintza concluyó que fueron
causadas por "cánidos asilvestra-
dos o no controlados", mientras
que el periodista Luis Alfonso
Gámez (1999, http://magonia.
blogspot.com/) logró determinar
que algunas de las muertes eran
atribuibles a viejas rencillas entre
los ganaderos, así como a ataques
de lobos a los rebaños.
Otra de mis fuentes de informa-
ción fue el experto en sectarismo
coercitivo Eloy Rodríguez Valdés,
con el que establecí contacto para
que me comentara sus impresiones
sobre la "implicación sectaria" en
este asunto. Según Rodríguez
Valdés "parece ser que fue una
persona que no estaba en su sano
juicio y que se dedicó a matar los
animales, incluso en alguna oca-
sión se dedicó a extraerles la
mayor cantidad de sangre posible.
En su opinión el energúmeno se
trasladaba de un lugar a otro, y fue
tajante al negar la supuesta impli-
cación de un grupo sectario de
orientación satánica. Es posible,
según Rodríguez, que alguna de
estas muertes, las menos, fueran
realizadas por algún grupo de
jóvenes o extranjeros que no tení-
an otra cosa que hacer y se dedica-
ban supuestamente a practicar
alguna especie de ritos satánicos
como diversión, y para asustar a
los habitantes de esas zonas, pero
en absoluto tenían nada que ver
con las auténticas sectas satáni-
cas". Para El Día la hipótesis sec-
taria ganaba enteros en su edición
del 16 de mayo, que aunque sin
pruebas, es más "periodística" que
la participación de un grupo de
gamberros o de perros y ratas
hambrientas, por orden de inter-
vención...
La situación es semejante a la que
se produce cuando, de vez en
cuando, aparecen algunas gallinas
muertas o miembros de animales
esparcidos en un lugar determina-
do, o alguna que otra lápida levan-
tada (causa de alarma en la prensa
local en ciertas ocasiones). Todo
ello está realizado por gente que
no tiene que ver absolutamente
nada con sectas destructivas, y
menos satánicas, según el citado
experto. Suelen ser gente joven,
muchos de ellos estudiantes de
Instituto que pierden el tiempo de
esta forma y se dedican a esos
"ritos". Según Eloy Rodríguez "el
99% de lo que se publica en los
periódicos al respecto es pura ima-
ginación y nada más".
Apuntes folcloristas
a modo de conclusión
Quiero poner de manifiesto ciertos
aspectos comunes a todo el mundo
de los relatos de misterio paranor-
mal que pueden ser de ayuda para
entender cómo se extienden entre
la población predispuesta.
Las antropólogas argentinas
Blache y Balzano (2003) citan en
un interesante ensayo sobre la
leyenda del chupacabras a diver-
sos autores que han teorizado
sobre el proceso de transmisión de
información. A lo largo de éste se
produce lo que Bauman y Briggs
(1990) denominan "descontextua-
lización de la voz del narrador, o
más específicamente del evento
narrativo inicial, y simultánea-
mente se produce la recontextuali-
zación del enunciado cada vez que
un agente mediacional interviene
en el proceso comunicativo". Es
decir, que cada agente transmisor
de la leyenda, inserto en un con-
texto determinado, la reelabora en
función de la audiencia a la que va
destinada. Y dado el carácter lite-
rario y mediático de estas leyendas
se produce un proceso denomina-
do entextualización, que convierte
un tramo de la producción lingüís-
tica en una unidad —un texto—
que puede ser extraída de su ámbi-
to de interacción. Un texto, por lo
tanto, es un discurso "descontex-
tualizado". Por otro lado —conti-
núan las autoras citadas— inde-
pendientemente de la actitud que
asuma el receptor o el transmisor,
EL CHUPACABRAS TINERFEÑO
el escéptico
23
Lugar en el que aparecieron muertos dos pastores alemanes, en mayo
de 1979, al lado de la cementera de Taco
Los perros atacados en mayo de 1979 vigilaban la cementera de Taco
Cortesía autor
Cortesía autor
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valenciano de Manises (11/11/79),
porque en todos ellos se produjo
esa descontextualización y entex-
tualización interesada de unos
supuestos hechos. Al mismo tiem-
po este acercamiento debería pro-
bar que esa creación literaria de
carácter paranormal obedece a
intereses particulares (económi-
cos, psicológicos, prestigio popu-
lar y mediático, etc.) de las fuentes
responsables.
Pero también podemos acercarnos
a estas historias desde el punto de
vista de un detective policiaco, a
quien no le interesan tanto los
motivos del delito (hechos o rela-
tos prefabricados que desafían el
curso normal de los acontecimien-
tos) cuanto atrapar al presunto cul-
pable (explicación naturalista o
antropogénica del mismo). En este
caso el investigador escéptico sabe
que la petición de pruebas es
ineludible y que la obligación de
presentarlas reside en quien propa-
ga la versión misteriosa. Así,
¿quién tiene las pruebas de que
estas muertes de animales domés-
ticos de Taco, o de cualquier otra
parte del mundo, tuvieron su ori-
gen en algo sobrenatural, mágico o
inexplicado? Esperamos que las
aporte, si existen, cuanto antes,
aunque dudamos que tal circuns-
tancia se produzca: estas historias,
convertidas en "misterios" en los
medios de comunicación pro-para-
normales, se basan en el rumor y
en la interpretación sesgada de
unos hechos que pueden ser expli-
cados racional y económicamente.
En este caso se trató de la transmi-
sión de una especie propia de una
película de terror ayudada por las
exageraciones periodísticas y el
clima propicio a lo misterioso y
"extraterrestre" en que vivían
nuestras islas en 1979, es decir,
todo un proceso de construcción
de una leyenda tal y como han
puesto de manifiesto los estudio-
sos del folclore.
Referencias
Bauman, Richard y Briggs, Charles L.
(1990). Poetics and Performance as
Critical Perspectives on Language and
Social Life. Annual Review of
Anthropology
, 19.
Blache, Martha y Balzano, Silvia (2003).
La cadena de transmisión mediacional en
una leyenda contemporánea: el caso de
las vacas mutiladas como metáfora de la
crisis argentina actual. Estudios de
Literatura Oral
, 9. Universidad de Algarve,
Portugal.
Cabria, Ignacio (2002). Ovnis y ciencias
humanas. Un estudio temático de 50 años
de bibliografía
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Santander.
Gámez, Luis Alfonso (1999). El viaje tra-
satlántico del 'chupacabras'. El Escéptico,
5, verano.
González, José Gregorio (1997).
Matanzas de animales en Taco. Enigmas,
monográfico nº 1, "Los auténticos expe-
dientes X españoles".
Rommel, Kenneth. (1980). Operation
Animal Mutilation
. En: www.parascope.
com/articles/0597/romindex.htm
Zúñiga, Diego (2004). El chupacabras y el
impacto social de una creencia mediatiza-
da
(inédito).
Ricardo Campo
Departamento de Filosofía
Universidad de La Laguna
el escéptico
25
todos contribuyen a la disemina-
ción de ese texto, de manera que el
periodista, aun cuando adopte una
actitud escéptica, sigue formando
parte de este conducto a través del
cual se difunde la leyenda. Esta
afirmación es sin duda matizable.
Una terminología en cierta medi-
da equivalente es la que emplean
Saler et al. en su análisis del mito
de Roswell UFO-Crash at
Roswell: The Genesis of a Modern
Myth
, 1997 (Cabria, 2002: 254-5).
Al igual que en el caso del chupa-
cabras, la transmisión oral de la
versión inicial se complementó
con la transmisión literaria por
parte de los ufólogos. Las nuevas
versiones puntuadas (por su carác-
ter literario) introducen cambios
importantes al mismo tiempo que
eliminan los elementos que con-
tradicen el mito y adoptan ele-
mentos fantásticos que pasar a
formar parte constituyente de la
leyenda.
En este contexto, los testimonios
no pasan de ser leyendas persona-
lizadas y el testigo es considerado
un traditor, en el sentido de que
transmite una tradición; por su
parte, los escritores de libros son
considerados como recopiladores
de folclore. El autor desea poner
de manifiesto que una de sus
intenciones a la hora de resumir
este acercamiento antropológico a
las leyendas relacionadas con los
"misterios populares" es fomentar
tales estudios en nuestro país.
Creo que esta orientación, su ter-
minología y los presupuestos que
subyacen a la misma deben ser
convenientemente utilizados y
explotados dado su previsible
potencial analítico y explicativo,
aplicándolos a la mayor cantidad
posible de los relatos y construc-
ciones míticas paranormales
divulgadas por fuentes sensacio-
nalistas y pseudocientíficas.
Las leyendas y rumores sociales
relacionados con lo maravilloso,
lo enigmático y lo paranormal
pueden ser abordados teóricamen-
te como cualquier otro ejemplo de
transmisión de información, de las
degradaciones y reconstrucciones
creativas que experimenta al pasar
de cerebro a cerebro cada frag-
mento lingüístico significativo.
Sin duda este enfoque nos permite
una comprensión del fenómeno
social en cuestión, y puede ser
aplicado a todo relato sobre fenó-
menos extraños que ha cristalizado
en "enigma de la ciencia", desde
las apariciones marianas al trián-
gulo de las Bermudas pasando por
las caras de Bélmez o los casos
ovni más populares, como puede
ser en España el del aeropuerto
el escéptico
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EL CHUPACABRAS TINERFEÑO
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