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el escéptico
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M U N D O
E S C É P T I C O
el escéptico
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Un ejmeplo de tal cosa sería lo que apa-
rece en el Skeptical Briefs (vol.11 nº 3),
que narra el caso del psíquico Carol
Schultz, de Chicago (EEUU), del que
apareció un anuncio en el periódico
Evening Post. Tiene el poder de comuni-
carse con las mascotas fallecidas (¿en
qué idioma lo hará? ¿los animales tienen
alma? ¿o aura? ¿también pesarán menos
al morir?) y narra el curioso caso de un
perro que se reencarnó en un gato (imagi-
nemos el sufri-
miento del pobre
animal), y el de
una de sus últi-
mas clientes, a la
que puso en con-
tacto con sus dos
perros reciente-
mente fallecidos y que le explicaron por
qué la habían abandonado. El anuncio,
que incluye las tarifas, no parece que
pueda atraer más clientes que aquellos
creyentes compulsivos que sean capaces
de creer en cualquier cosa.
¿Y DÓNDE QUEDA LA
CIENCIA?
Pero existe otro factor que también influye en el ale-
jamiento popular al pensamiento crítico, y es la per-
cepción de la sociedad sobre la ciencia y los científi-
cos.
El New Zealand Skeptic (nº 60) apunta
un dato ciertamente preocupante.
Según un estudio llevado a cabo por el
crítico de TV George Gerbner, el 10%
de los científicos que aparecen en pro-
gramas de televisión en horario de
prime-time, mueren asesinados. Y un
5% son asesinos.
En el caso de las películas de terror, sólo los psicóti-
cos causan más problemas que los científicos, que a
su vez generan mayores desaguisados que las
momias, hombres lobo y zombis juntos.
El científico suele aparecer como un ser obsesionado
con una idea (general-
mente absurda), y para
llevarla a cabo arrasará
con todo lo que se
ponga por delante
(haciéndolo habitual-
mente con héroes,
niños y ancianas).
Aparecen como creyen-
tes compulsivos, pero esta vez hacia la ciencia, como
si ésta también fuera, a corto o largo término, capaz de
solucionar todos los problemas sean del tipo que sean.
COMPULSIVOS
Sergio López Borgoñoz
En esta ocasión
vamos a profundizar
sobre los deseos
irrealizables, que
son aquellos que tra-
tan de ser colmados mediante productos que caen de
lleno en el misticismo y las pseudociencias. Dentro
de este tipo de deseos podemos establecer aún una
subdivisión clasificándolos en función de alguno de
estos grandes "atractores" o grupos:
Grupo 1
La idea de la mortalidad y que todo
acabe ahí no es del todo satisfactoria.
Nos gustaría ser inmortales. Y ade-
más volver a ver a todos nuestros
ascendientes que fallecieron antes.
Eso estaría bien.
Grupo 2
Los deseos insatisfechos y la impo-
tencia nos provocan frustraciones y
un malestar insoportable. Nos gusta-
ría que existieran poderes mágicos,
místicos, o mentales, o de cualquier
otro tipo, capaces de arreglar las
cosas adecuadamente a nuestro gusto
(superando las limitaciones de la
aburrida y torpe ciencia "estándar").
Grupo 3
Existen personas que desean, y ade-
más provocan, nuestras desdichas.
Debemos defendernos o/y contraata-
car
. De manera rápida y fulminante. Pero también
podríamos estar dispuestos a esperar hasta incluso
después de la muerte, si el castigo es ejemplar y a
nosotros no nos causa problemas. Muchísima gente
debe ser castigada.
Grupo 4
El sexo (o el amor, en función de las hormonas impli-
cadas) es una actividad que nos apetece practicar.
Nos gustaría ser irresistibles para una persona, o
muchas, del sexo opuesto (o del mismo, dependiendo
de las preferencias individuales).
¿RELIGIÓN O PSEUDOCIENCIAS?
Las religiones en general, suelen ser productos que,
sin coste apa-
rente
, satisfacen
todas o varias
de las premisas.
Pero en algunos
ámbitos cultu-
rales no gusta a
algunos ser til-
dados de "reli-
giosos" por la
vertiente retró-
grada o anticua-
da de este tér-
mino.
Pero no hay
problema, ya
que para eso
existe toda una
amplia gama de
creencias capa-
ces de satisfacer
igualmente (o
mejor, ya que
son creadas ex profeso) todas las necesidades ante-
riormente citadas. Incluso a veces alguna de esas
creencias entra en franca contradicción con otras
igualmente aberrantes, pero no pasa nada: siempre se
encontrará el modo de encajarlas en algún sitio.
C R E Y E N T E S
En esta misma sección, en el número anterior de esta revis-
ta, veíamos cómo el marketing pretendía satisfacer nues-
tras necesidades y deseos, y cómo éstos podían clasificar-
se según fueran concretos, inconcretos e irrealizables.
El psíquico Carol
Schultz estudió
el curioso caso
de un perro que
se reencarnó en
un gato
Según un estudio, el 10% de
los científicos que aparecen
en programas de televisión
en horario de prime-time,
mueren asesinados. Y un 5%
son asesinos.
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