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El espiritismo no es más ni
menos que intoxicación men-
tal, la intoxicación de pala-
bras, de sentimientos y cre-
encias sugeridas. Cuando una
intoxicación de cualquier tipo
se convierte en un hábito es
perjudicial para el cuerpo,
pero la intoxicación de la
mente siempre es fatal para
la mente
” [Harry Houdini,
1924]
La relación de Harry Houdini (1874-1926) con el es-
piritismo fue una constante en todos los episodios de su
vida. Tampoco podía ser de otra manera considerando el
contexto histórico de la época: un notable auge de las
actividades de los médiums se complementaba perfec-
tamente con una ferviente y creciente devoción por par-
te de un público incauto y deseoso de maravillas so-
brenaturales.
En plena adolescencia conoce al mago amateur Jo-
seph Rinn quien, además de su afición por la magia, se
mostraba interesado y escéptico sobre los fenómenos es-
piritistas. La curiosidad que despertaron en Houdini los
fantásticos relatos de los hechos que acontecían en ese
tipo de sesiones, obligó a Rinn a llevarlo a una de ellas.
Fue a principios de 1891 cuando ambos concurrie-
ron a una sesión espiritista de Minnie Williams, en Nue-
va York (EEUU). El desencanto no pudo ser mayor, pero
tuvo su premio. Semanas después, Rinn le mostró un li-
bro en el que se exponían con detalle los trucos em-
pleados por estos farsantes y —de inmediato— Houdi-
ni quedó cautivado por aquellos que desentrañaban los
misterios de la liberación de ataduras (FitzSimons,
1980).
En 1894 conoció a una joven de
18 años, Wilhelmina Beatrice Rah-
ner, y al cabo de unas semanas se
casaron. Pronto la incorporó a sus ru-
tinas de magia que hasta entonces
había compartido con un amigo y su
hermano Theo; a partir de ese mo-
mento su esposa se convirtió en la
compañera inseparable y fiel asis-
tente, Bess Houdini.
¿LA GRAN PARADOJA?
Aun cuando el objetivo de Houdini
era muy claro, un estricto interés por
la magia en general y su fascinación
por el escapismo, no siempre este
¿Regresó
Houdini
después de
la
muerte
?
L. ENRIQUE MÁRQUEZ
(skeptic@ciudad.com.ar),
ILUSIONISTA, AUTOR E INVESTIGADOR DE
PRESUNTOS FENÓMENOS PARANORMALES
Harry Houdini
COR
TESÍA DEL
AUTOR
Publicidad de la
época anunciando
las sesiones
espiritistas de
Houdini.
COR
TESÍA DEL
AUTOR
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tipo de espectáculos le proveía las satisfacciones eco-
nómicas indispensables. Transcurría el otoño de 1897,
cuando las dificultades para conseguir un buen contra-
to lo llevó junto a Bess a unirse a la troupe de un es-
pectáculo ambulante que ofrecía el Dr. Hill como ven-
dedor de “medicinas curalotodo”. Durante un recorrido
por Galena, Kansas (EEUU), el Dr. Hill le sugirió a Hou-
dini la conveniencia de llevar a cabo una sesión espiri-
tista como parte del espectáculo-promoción.
De este modo, el 9 de enero de 1898, Harry debu-
tó como médium en el Opera House siendo parte inte-
grante de la California Concert Company del Dr. Hill (Ch-
ristopher & Christopher, 1996, p. 345). El panfleto
propagandístico lo anunciaba de la siguiente manera:
Houdini The Great Will Give Sunday Night A Spiritual
Séanse In The Open Light
”.
Houdini no era ningún incauto en estas cuestiones y
sabía perfectamente que, al margen de su habilidad de
mago, debía apelar a algunos recursos extras que harían
aún más convincente su presentación. Se encargó de vi-
sitar cementerios para poder copiar nombres y fechas de
las tumbas, no desatendió ningún chisme sobre delitos
y escándalos, y completó su información consultando
periódicos viejos.
Nada había quedado al azar y las expectativas del
público que aquella noche colmó las instalaciones
quedaron ampliamente cubiertas. El médium debutan-
te fue atado por algunos integrantes del público y, una
vez encerrado en su cabina espiritista (un armazón y te-
las) tras quedarse oculto al cerrarse las cortinas, los ins-
trumentos musicales que se habían dispuesto dentro co-
menzaron a sonar y a volar por el aire. Después de
verificar que seguía atado, se volvió a cerrar la cortina
y en escaso tiempo Houdini reapareció liberado de sus
ataduras gracias a los espíritus.
El nutrido aplauso quedó interrumpido cuando el gran
escapista comenzó a hablar sobre el mundo de los es-
píritus y cómo él podía sentir su presencia en el escenario.
Fue la dramatización necesaria para terminar de asom-
brar a los espectadores con la supuesta incorporación del
espíritu de un tal Efram
Alexander, un negro cojo
que había sido degolla-
do. Fue tal el impacto que
muchos negros presen-
tes salieron corriendo del
teatro.
El éxito del espectá-
culo continuó en otros
pueblos y le permitió
ampliar su repertorio. La
práctica lo llevó a domi-
nar la escritura en piza-
rras con los pies y a de-
sarrollar buenas técnicas
de levitación de mesas.
Su alejamiento de
las funciones de Hill no
le permitió una vida mejor; por el contrario, la adversi-
dad económica seguía llamando a la puerta y su rutina
de médium profesional no pudo ser abandonada rápi-
damente. Su espectáculo de magia y escapismo en St.
Joseph, Missouri, fue un nuevo fracaso y lo obligó a vol-
ver a sus andadas espiritistas (Christopher, 1969;
Louagie, 2000; Williams & Epstein, 1950).
La experiencia adquirida en esta nueva faena le per-
mitió conocer de primera mano la psicología de la gen-
te que —sin el menor sentido crítico— aceptaba como
verdaderas las manifestaciones espiritistas y otros su-
puestos fenómenos paranormales. Pasaría más de una
década para que, después del reconocimiento y éxito al-
canzado como ilusionista y rey del escapismo, comen-
zara un nuevo vínculo con el espiritismo.
EL TRAMPOLÍN
Mientras recorría el mundo liberándose de cadenas, gri-
lletes, chalecos de fuerza y cuando ninguna celda car-
celaria podía detenerlo, una idea fija lo atrapaba y para
ésta nunca encontró la forma efectiva de escapar. Des-
de siempre le había torturado la idea de la eventual
muerte de su madre. El bió-
grafo Raymund FitzSimons
lo destaca perfectamente
en estos términos: “Todos
los niños viven con el temor
de que sus padres mueran;
tales temores, por lo gene-
ral, ceden a medida que la
criatura crece, pero en el
caso de Houdini se incre-
mentaban y lo atormentaba.
Cuando le era imposible
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La experiencia adquirida en esta nueva faena
[de médium], le permitió conocer de primera
mano la psicología de la gente que —sin el
menor sentido crítico— aceptaba como
verdaderas las manifestaciones espiritistas y
otros supuestos fenómenos paranormales
COR
TESÍA DEL
AUTOR
Retrato de Harry Houdini.
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tolerar su angustia, apoyaba la cabeza contra el corazón
de su madre. Sus fuertes pulsaciones lo tranquilizaban,
como siempre, y al escucharlas el chiquillo, oraba por
que su propio corazón dejara de latir antes que el de la
autora de sus días” (FitzSimons, 1980).
Tal conducta temerosa se mantuvo constante y, en
buena parte, fue el detonante de una nueva obsesión de
Houdini que marcó otra vuelta al ruedo en cuestiones
espiritistas.
El 8 de julio de 1913 partió de gira por Europa.
Mientras se encontraba en Copenhague (Dinamarca), re-
cibió la noticia del fallecimiento de su progenitora. De
inmediato regresó a Nueva York y su hermano Theo le
relató cómo se produjo el desenlace fatal aquel 17 de
julio de 1913.
Antes de morir, Cecilia Weiss tuvo un intento fallido
de dejar un mensaje para su hijo ausente. Este último
gesto cobró un significado muy especial para Harry, y su
asociación inmediata fue con un hecho muy significa-
tivo que quebró la paz familiar antes de su partida.
Su cuñada Sadie había optado por un enroque con
los hermanos del gran mago: abandonó a Nat y se unió
a Leopold. Obviamente, esto provocó serios disturbios
familiares y a la preocupación de doña Cecilia, se sumó
el dolor por la ruptura de vínculos entre Houdini y su
hermano Leopold. Si bien la señora Weiss no logró ex-
presar su último deseo, Houdini no dudó en relacionar-
lo a pesar de que carecía de la certeza definitiva.
LA OBSESIÓN
Invadido por la depresión, buscaba refugio en la tumba
de su madre implorándole que le comunicara su último
mensaje. Meses de angustia y desequilibrio fueron so-
brellevados con la comprensión y ayuda de su esposa,
hasta que finalmente tomó una firme decisión: ir en
busca del eslabón perdido
.
Nadie que no creyera en una vida después de la
muerte podía darle la solución. De esta manera, su mar-
cado escepticismo hacia el espiritismo quedó socavado
por la desesperación y dio lugar a una búsqueda ince-
sante de algún médium que no fuera un farsante.
A partir de ese momento comenzó un nuevo capítu-
lo de su vida y con una doble cara de la misma mone-
da: fructífero y frustrante a la vez. Houdini no negaba a
priori la existencia de los fenómenos
paranormales, estaba abierto a cual-
quier posibilidad siempre y cuando le
presentaran evidencias convincentes.
Pero el fracaso fue desbordante, no
hubo un solo médium que lo hiciera
dudar acerca de su falsedad. Así y
todo, el tiempo perdido no fue en
vano y quedó ampliamente com-
pensado con su encarnizada campa-
ña de desprestigio de estos abusa-
dores de la credulidad pública.
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Houdini no negaba
a priori la existencia de
los fenómenos paranormales, estaba abierto a
cualquier posibilidad siempre y cuando le
presentaran evidencias convincentes.
Pero el fracaso fue desbordante, no hubo un
solo médium que lo hiciera dudar acerca
de su falsedad
Dos momentos de contraste en la vida de Houdini:
la alegría con su madre, en 1908, y el dolor
ante su tumba. La obsesión por conocer el
mensaje que ella intentara dejarle antes de morir,
marcó un nuevo rumbo en la carrera del artista
y de sus vínculos con el espiritismo.
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Y OF CONGRESS
.
POR COR
TESÍA DEL
AUTOR
Retrato de Houdini en el año 1907, junto a sus dos ‘amores’, su
madre Cecilia Steiner Weiss y su esposa Beatrice. Arriba a la
derecha está la dedicatoria del propio Houdini de su puño y letra
donde se lee
“My two sweethearts, Houdini”.
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,
POR COR
TESÍA DEL
AUTOR
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El producto de sus investigaciones quedó muy bien
sellado en su magnífica obra publicada dos años antes
de su muerte, A Magician Among the Spirits. En la In-
troducción
, ya nos anticipaba el final con las siguientes
palabras: “...Como resultado de mis esfuerzos debo con-
fesar que estoy más lejos que nunca de creer en la au-
tenticidad de las manifestaciones espiritistas y, después
de veinticinco años de ardiente investigación y empeño,
aseguro que nada ha sido revelado para convencerme de
que ha sido establecida la intercomunicación entre los
espíritus de los muertos y aquellos que todavía están vi-
vos” (Houdini, 1924, p. xii). El cierre de su última pá-
gina, no fue menos duro y categórico: “No está en no-
sotros probar que los médiums son deshonestos, está en
ellos probar que son honestos” (p. 270).
Durante todo ese período de ardua labor —que se ex-
tendió hasta sus últimos días—, no desestimó recursos
en la búsqueda de algún indicio que probara el contacto
con el más allá. De esta manera, estableció numerosos
pactos con amigos para que, quien antes muriera, in-
tentara comunicarse con el otro. Con esta idea en men-
te, su esposa no podía quedar al margen, por lo que tan-
to Bess como Harry fijaron su propio convenio con un
mensaje cifrado que —posteriormente— daría mucho
que hablar.
EL CÓDIGO SECRETO
Bess y Houdini tenían una canción predilecta cuyas es-
trofas incluían el nombre Rosabelle. Para formar su
mensaje, decidieron sumar a este nombre una segunda
palabra que debía ser obtenida a través de un código se-
creto de palabras claves que ellos acostumbraban a uti-
lizar en sus presentaciones de transmisión de pensa-
miento
. Cada una de esas palabras tenía un equivalente
numérico que a su vez representaba la posición de una
letra en el alfabeto:
Pray = 1 = A
Please = 6 = F
Answer = 2 = B
Speak = 7 = G
Say = 3 = C
Quicky = 8 = H
Now = 4 = D
Look = 9 = I
Tell = 5 = E
Be quick = 10 ó 0 = J
A las letras restantes que —por su ubicación en el
alfabeto— les correspondían dos dígitos, se llegaba a
ellas por una combinación de dos palabras claves. Por
ejemplo, para la O
(que es la decimo-
quinta letra del alfa-
beto) se necesitarían
las palabras PRAY
(1) y TELL (5); si
fuera la T que ocupa
el vigésimo lugar, se
indicará con la combinación ANSWER (2) - BE QUICK
(0) (Christopher, 1975, pp. 128-129).
De este modo, ambos convinieron que el mensaje co-
dificado correcto debía ser: Rosabelle Believe (Rosabe-
lle cree) que era la resultante de la siguiente combina-
ción y orden de palabras claves:
Answer ➝ B
Tell ➝ E
Pray – Answer ➝ L
Look ➝ I
Tell ➝ E
Answer – Answer ➝ V
Tell ➝ E
EL ESCAPE QUE NO FUE
Sin duda, uno de los casos más
polémicos con el que se en-
frentó Houdini en su lucha con-
tra el fraude, fue con la deno-
minada “Margery” la Médium
de Boston
. Mina Crandon, tal
fue su verdadero nombre, al-
canzó suma notoriedad en el
año 1924 por estar a punto de
ser galardonada con un premio
de 2.500 dólares estadouni-
denses. Esta tentadora suma la ofrecía la prestigiosa pu-
blicación Scientific American a quien demostrara obje-
tivamente alguna facultad paranormal. Una apreciación
apresurada, y en ausencia de Houdini —quien se en-
contraba de gira y también formaba parte del comité de
investigación— casi pone en ridículo a la comunidad
científica por tamaño error. A su regreso, Harry, el im-
placable desmistificador, puso las cosas en orden ex-
poniendo los trucos de Margery y ganándose una nueva
enemiga en su lucha contra el fraude.
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“No está en nosotros probar que los
médiums son deshonestos, está en ellos
probar que son honestos”
(Houdini, 1924)
COR
TESÍA DEL
AUTOR
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,
POR COR
TESÍA DEL
AUTOR
Harry y Beatrice Houdini, en Niza, en
diciembre de 1913.
Póster en el que Houdini
anunciaba —como parte
de su espectáculo—
la exposición de los
médiums fraudulentos.
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Entre las lógicas manifes-
taciones de odio que solía re-
cibir, precisamente hubo una
de Margery quien, a través de
la supuesta voz de su espíritu
guía
“Walter”, declaró en di-
ciembre de 1924 que a Harry
Houdini le quedaba menos de
un año de vida (Weltman,
1990, p. 758). Más que una
predicción fallida era una sin-
cera expresión de deseos. Así
y todo, no pasó mucho más
tiempo para que sus deseos (y los de cientos de espiri-
tistas) se hicieran realidad.
Ese mismo año Houdini firmó un contrato para dar
24 conferencias en todo el país y en el otoño de 1925
comenzó un tour con un espectáculo completo que in-
cluía magia, escapes y la exposición de los médiums
fraudulentos.
Durante 1926 también trabajó intensamente y es-
pecialmente octubre fue un mes muy ajetreado. El día
7 enfermó Bess y cuatro días después el propio Houdi-
ni sufrió una fractura del tobillo izquierdo mientras pre-
sentaba La Celda del Tormento Acuático Chino en el Ca-
pitol Theatre
en Albany, Nueva York. A pesar de las
recomendaciones médicas de reposo, Houdini continuó
con sus funciones y, una semana después, se trasladó
a Canadá para presentarse en el Princess Theatre en
Montreal.
Aprovechando su estancia en dicho país, el Profesor
William D. Tait, jefe del Departamento de Psicología de
la Universidad McGill, le organizó —para la tarde del 19
de octubre— una conferencia sobre espiritismo.
Mientras Houdini, con mucho cansancio y dolor en
su tobillo, deleitaba a su auditorio con las desmistifi-
caciones de la médium Margery, del fakir Rahman Bey
y de otros farsantes, el estudiante Samuel Smilovitz
(conocido como Smiley) realizó un boceto en lápiz del
disertante. Una vez concluida la charla le mostró su obra
a Houdini y éste, como muestra de agrado y reconoci-
miento, lo invitó al teatro para que el viernes siguiente
le realizara un retrato.
Y llegó el fatídico día. El 22 de octubre de 1926,
Houdini se encontró con el joven estudiante de acuer-
do a lo pactado. Smiley llegó acompañado con su ami-
go Jack Price. No bien dispuestos en el camarín e ini-
ciadas las primeras líneas del retrato, un tercer
estudiante golpeó la puerta. Era Joselyn Gordon White-
head, uno de los tantos universitarios que habían esta-
do presentes en la conferencia de la Universidad McGill
y que —durante la disertación— había consultado a
Houdini sobre los milagros bíblicos. Como parte de la
respuesta, le prestó un libro sobre el asunto a condición
de que se lo devolviera antes de su partida. Y ahí esta-
ba Whitehead cumpliendo con la devolución y aprove-
chando para insistir sobre el mismo tema religioso. Hou-
dini no le prestó mucha atención porque, mientras
Smiley le hacía el retrato, él leía su correspondencia.
En un momento dado, Whitehead interrogó a Houdini
acerca de su supuesta capacidad de resistir un golpe en
el estómago. Aun cuando la respuesta afirmativa del ar-
tista fue acompañada de la advertencia sobre la nece-
sidad de una preparación muscular previa, el estudian-
te decidió ponerlo a prueba anticipadamente. Mientras
Houdini se ponía de pie para satisfacerle la duda, Whi-
tehead le aplicó un fuertísimo puñetazo en el abdomen
y, sin tiempo de recuperación y con pleno arrebato de
locura, siguió golpeándolo enfurecidamente hasta que
los otros dos jóvenes lo separaron. Tal insensatez pron-
to tuvo sus consecuencias. Houdini continuó con sus
funciones a pesar del intenso dolor que le quedó por
estos inesperados gol-
pes. Camino en tren a
Detroit, al otro día co-
menzó con síntomas
de fiebre que luego
serían confirmados
con un diagnóstico
médico de apendici-
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Whitehead interrogó a Houdini acerca de
su supuesta capacidad de resistir un golpe en el
estómago. Aun cuando la respuesta afirmativa
del artista fue acompañada de la advertencia
sobre la necesidad de una preparación muscular
previa, el estudiante decidió ponerlo a prueba
anticipadamente
COR
TESÍA DEL
AUTOR
La médium Margery junto a
Houdini y otros integrantes del
comité de
Scientific American.
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POR COR
TESÍA DEL
AUTOR
Harry Houdini exhibiendo el premio
de 10.000 dólares estadounidenses
que él concedía a quien le
demostrara que poseía poderes
paranormales.
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tis aguda. Empecinado en cumplir con su actuación
nocturna a sala llena, se negó a hospitalizarse.
En la madrugada del 25 de octubre la situación ya
era irresistible y a las 4,00 h a.m. fue internado en la
habitación 401 del Hospital Grace. Por la tarde el Dr.
Charles Kennedy le practicó una apendicectomía, pero
ya el cuadro era irreversible: el apéndice estaba gan-
grenado y la infección se había extendido irremedia-
blemente.
Durante una semana intentó escapar a la muerte,
pero en la mañana del domingo 31 de octubre se re-
signó diciéndole a su hermano Theo: “Estoy cansado
de luchar... Adivino que esta cosa está marchando
para llevarme” (Weltman, 1990, p. 760). Y no se
equivocó, a las 1,30 h p.m. Houdini moría y un nue-
vo mito nacía.
EL MENSAJE PENDIENTE
Bess, cumpliendo con el pacto que hiciera con su ma-
rido, decidió mantener una oferta de 10.000 dólares
estadounidenses a quien pudiese revelar el mensaje co-
dificado. Durante un período de quince meses, desfi-
laron decenas de médiums con la intención de hacer-
se con el premio, pero sin éxito. Cuando la esperanza
de la viuda estaba a punto de declinar definitivamen-
te, ocurrió un hecho que revirtió la situación y abrió una
nueva puerta al espiritismo. Fue cuando entró en es-
cena el médium Arthur Ford (pastor de la First Spiri-
tualist Church
de Nueva York) de la mano de su espíri-
tu guía “David Fletcher” [ver recuadro].
Durante una sesión celebrada el 8 de febrero de
1928, Ford declaró haber recibido un mensaje de la ma-
dre de Houdini, esperado ansiosamente en vida por su
hijo Harry. El mensaje era tan sólo una palabra: “forgi-
ve”
(perdona).
El paso siguiente fue comunicarle a Bess lo aconte-
cido en dicha sesión. El impacto esperado tuvo sus re-
sultados, al día siguiente la respuesta de Bess fue lo
bastante complaciente como para continuar con la gran
farsa:
Mi querido Sr. Ford,
Hoy he recibido la entrega especial de una carta fir-
mada por miembros de la First Spiritualist Church, quie-
nes dan fe de que un pretendido mensaje de la madre
de Houdini, fue recibido a través suyo.
Es extraño porque la palabra “forgive” es la palabra
que Houdini esperó en vano toda su vida. Incluso éste
fue el mensaje que él secretamente siempre esperó, y si
se lo hubiesen dado mientras él aún estaba vivo, yo sé
que hubiera cambiado por completo el curso de su vida
—pero llegó demasiado tarde—. Fuera de que existan
una o dos inexactitudes triviales —la madre de Houdi-
ni a él lo llamaba Ehrich— ahí no hay nada en el men-
saje que pudiera ser contradictorio. También puedo de-
cir que éste es el primer mensaje que he recibido el cual
tiene una apariencia de verdad.
Sinceramente suya,
BEATRICE HOUDINI
Si bien la carta de Bess subestimaba algunos erro-
res, existió un olvido de grueso calibre que pone seria-
mente en duda su estado emocional y anticipan un des-
calabro mayor cuando reciba los mensajes posteriores.
El 13 de marzo de 1927 —casi un año antes de la
sesión de Ford— el diario Brookling Eagle había publi-
cado un reportaje sobre Bess en el que ésta se expla-
yaba acerca del deseo frustrado de su esposo por escu-
char a su madre muerta. Entre otras cosas, enfatizó que
cualquier comunicación auténtica, debería haber in-
cluido la palabra “forgive” (Christopher, 1975, p. 126).
Obviamente, esta palabra “deseada” estaba íntima-
mente relacionada con la conflictiva situación que había
vivido Houdini con su hermano Leopold y la sospecha
de si su madre —antes de morir— había intentado pe-
dirle que lo perdonara. De todas maneras, el máximo in-
terés de Bess no estaba depositado en un supuesto
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Aún con una fractura en su tobillo izquierdo, Houdini siguió
presentando
La Celda del Tormento Acuático Chino.
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POR COR
TESÍA DEL
AUTOR
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mensaje de su suegra sino en el de su propio esposo, pero
desde entonces, la posibilidad de ello —olvido de por
medio— pasó a ser la conducente de una nueva patraña.
BELIEVE OR NOT BELIEVE? THAT´S THE QUESTION
Ésa fue la gran duda que quedó planteada a partir de
una serie de episodios un tanto confusos, que provoca-
ron ratificaciones y rectificaciones por parte de Bess, y
cobijaron más sospechas sobre su actitud que sobre las
del propio médium.
A partir de noviembre de 1928, Arthur Ford comenzó
a transmitir una serie de mensajes que —paulatinamen-
te y en el transcurso de ocho sesiones que se prolon-
garon durante más de dos meses— completaron correc-
tamente el mensaje codificado de Houdini-Bess. ¿Ca-
sualidad, verdadera mediumnidad, u otro gran olvido?
La palabra inicial del mensaje, Rosabelle, se pro-
nunció en las primeras sesiones. El 5 de enero de 1929,
el supuesto espíritu “Fletcher” completó —aún en au-
sencia de Bess— la secuencia con las nueve palabras
restantes: Answer - Tell - Pray – Answer - Look -Tell -
Answer – Answer – Tell
(Responde – Di – Por favor –
Responde – Mira – Di – Contesta – Contesta – Di). Tam-
bién dio explícitas instrucciones para que se le comu-
nicara a la interesada este resultado y se la invitara a
participar en una próxima sesión.
El 8 de enero, en presencia de Bess y otros testigos,
Ford actuó en su rol de médium repitiendo la secuencia
de palabras claves y dio la interpretación correcta de su
significado: Rosabelle Believe (Rosabelle cree).
La “gran noticia” no tardó en divulgarse y práctica-
mente no hubo medio que no se hiciera eco de la mis-
ma. Presuroso, Ford no desaprovechó la conmoción y le
hizo firmar a Bess (junto a tres testigos) una declaración
en la que confirmaba todo lo expuesto en los siguientes
términos:
Nueva York, 9 de Enero de 1929
Independientemente de cualquier manifestación
contraria, deseo declarar que el mensaje, en su totali-
dad, y en la secuencia acordada, que me entregó Arthur
Ford, es el mensaje correcto convenido entre el señor
Houdini y yo.
Beatrice Houdini
TESTIGOS:
Harry R. Zander, Minnie Chester y John W. Stafford
La aseveración era categórica y ¿qué lugar a dudas
podía dejar la convic-
ción de Bess al res-
pecto? La respuesta a
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El 13 de marzo de 1927 —casi un año antes de la
sesión de Ford— el diario
Brookling Eagle había
publicado un reportaje sobre Bess en el cual ésta
se explayaba acerca del deseo frustrado de su
esposo por escuchar a su madre muerta. Entre
otras cosas, enfatizó que cualquier comunicación
auténtica, debería incluir la palabra
“forgive”
COR
TESÍA DEL
AUTOR
Certificado de muerte de Houdini.
COR
TESÍA DEL
AUTOR
Carta de Bess confirmando
la total exactitud del mensaje
transmitido por Arthur Ford.
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esta pregunta también es con-
tundente: muchas, y las certe-
zas no pocas.
Los cuestionamientos sur-
gieron de inmediato y no se
ahorraron duras críticas para
Ford, ni mucho menos para la
propia esposa del gran Houdini.
¿INIMPUTABILIDAD?
Se relaciona con el estado de
salud de la esposa de Houdini
y, tal vez, podemos considerar-
la la crítica más “benevolente” que pudo haber recibi-
do Bess después de su carta del 9 de enero, si se tie-
ne en cuenta que otras apuntaron directamente a
involucrarla como parte de un gran fraude.
El primer dato curioso que surge, es el olvido ya
mencionado acerca de la palabra forgive que anuncia-
ra Ford en la primera sesión y que fuera el detonante
para que Bess empezara a confiar en él. Recordemos
que no había pasado ni un año de sus declaraciones al
Brookling Eagle y esto, por supuesto, permite una leve
sospecha sobre la claridad mental de Bess. Si bien era
relativamente joven, se puede suponer que su estado
emocional no podía ser óptimo ante la pérdida irrepa-
rable de su marido. El desaliento por no haber encon-
trado un solo médium que le transmitiera el mensaje es-
perado, también pudo haber sido un factor decisivo para
abrir una nueva esperanza y rendirse ante las revela-
ciones de Ford.
Se sumaron algunos acontecimientos que —al me-
nos en principio— refuerzan esta hipótesis. Aquel co-
mienzo de año no había sido el mejor para Bess. Al pa-
decimiento de una gripe, se agregó una caída en la
escalera de su casa que le ocasionó lesiones en la co-
lumna y —completando el cuadro de reveses— tuvo al-
gunas manifestaciones delirantes que incluso fueron re-
flejadas en los medios.
El 3 de enero de 1929, la periodista Rea Jaure del
New York Evening Graphic titulaba: Viuda enferma se
comunica con Houdini
. Evidentemente a la palabra en-
ferma se le dio una doble connotación: física y psíqui-
ca. Según la nota, en un estado de semidelirio, Bess gri-
taba implorando a su difunto marido: “Harry, querido,
¿porqué no vienes a mí desde el más allá?” y —con llan-
to y resignación— concluía: “Yo sé que vendrás a mí, mi
querido” (Christopher, 1969, p. 254).
Lo significativo es que la condición poco favorable de
Bess se mantuvo durante días, incluidas las fechas de
la famosa sesión y posterior firma de la carta confirma-
toria. El propio abogado de Bess, el Dr. Ernst, lo seña-
ló en una misiva de esta manera: “Con respecto al su-
puesto mensaje de Ford... cuando la señora Houdini fir-
mó el papel a efectos de que el mensaje era genuino,
ella estaba confinada en su cama después de la caída,
había estado tomando drogas y no estaba en condicio-
nes de saber lo que estaba haciendo” (Christopher,
1975, p. 130).
También hubo otras implicaciones que hicieron du-
dar de su cordura. Mientras dejaba constancia —en la
carta del 9 de enero— de que el mensaje de Ford era to-
talmente correcto, el New York World de la misma fecha
reproducía sus siguientes declaraciones: “Yo no tenía
idea de qué combinación de palabras usaría Harry, y
cuando él dijo ‘believe’, esto fue una sorpresa”.
¿Sorpresa?, sorpresa fue también otra manifestación
pública suya acerca de otros dos mensajes que Houdi-
ni había pactado con su amigo Remigius Weiss y con el
conocido espiritista Arthur Conan Doyle. Consultados
ambos al respecto, la negativa fue absoluta.
Según declaraciones de Bess, una copia del famoso
mensaje se encontraba en una caja fuerte del Manu-
facturers Bank
. Si bien prometió a los periodistas que
mostraría ese documento después que mejorara su “ce-
rebro enfermo”, nunca lo hizo. Su propio abogado, B. M.
L. Ernst, tiempo después le reveló a M. Christopher que
dicha copia sólo existía en su imaginación (Christopher,
1975, p. 129).
Para sumar pruebas de su frágil memoria, es me-
nester recordar que en 1928, precisamente meses o un
año antes de que Ford anunciara el código, Harold Ke-
llock publicó su libro Houdini. His Life Story. From the
Recollections and Documents of Beatrice Houdini
.
Como bien lo señala el título, la biografía estaba basa-
da principalmente en los datos que proporcionó la pro-
pia viuda. Lo significativo, y vaya nuevo descuido, es
que el autor revelaba en la página 105 el código que
Houdini y Bess utilizaban (Kellock, 1928).
Esta serie de hechos apenas sí nos aproximan al con-
fuso contexto que imperó durante todo el proceso.
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Según declaraciones de Bess, una copia del
famoso mensaje se encontraba en una caja
fuerte del
Manufacturers Bank. Si bien prometió
a los periodistas que mostraría ese documento
después que mejorara su “cerebro enfermo”,
nunca lo hizo. Su propio abogado, B. M. L. Ernst,
tiempo después le reveló a M. Christopher que
dicha copia sólo existía en su imaginación.
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¿COMPLICIDAD?
Como no podía ser
de otra manera, las
sospechas de fraude
comenzaron a co-
brar peso y la ética
de Bess se puso en
duda al ser acusada
de complicidad con
Ford.
El mayor escán-
dalo provino de un
artículo publicado el
10 de enero en el
Graphic con el rim-
bombante título:
Houdini message a
big hoax! Ford ad-
mits he got secret
code from magi-
cian´s widow
(¡El
mensaje de Houdini fue un gran fraude! Ford admite
que el código secreto lo obtuvo de la viuda del mago).
La crónica revelaba una reunión entre la periodista
Rea Jaure y Arthur Ford en la cual, supuestamente, se
obtuvo la confesión del médium de cómo se negoció el
secreto del mensaje de Houdini. Bess habría propor-
cionado el mensaje completo para que Ford pudiera pro-
mocionar adecuadamente una gira de conferencias que
ambos llevarían a cabo y, obviamente, les aseguraría ex-
celentes ingresos.
Esta acusación nunca se pudo probar y la propia in-
volucrada hizo su descargo en el mismo periódico con
una extensa carta publicada el 20 de enero de 1929. En
dicha carta Bess reiteró enfáticamente que no fue par-
te de ningún fraude y que nunca traicionó la verdad pro-
porcionando las palabras del mensaje a Ford. El men-
saje que había obtenido era el que estaba esperando de
su marido y, si no fue por ayuda espiritual, ella no sa-
bía de qué otra forma pudo haber sido. También la con-
fundía el hecho de que existieran tantas historias al res-
pecto, que muchos manifestaran que el mensaje ya era
conocido y que nadie se lo hubiera informado antes, de-
jando que Ford finalmente se lo anunciara.
Más allá de su defensa, lo significativo fue que Bess
no retomó vínculos con Ford y, hasta el final de sus días,
sostuvo que nunca nadie la convenció de una verdade-
ra comunicación con su difunto esposo. Esta aparente con-
tradicción tal vez se entienda mejor con declaraciones pos-
teriores que aparecieron publicadas el 26 de marzo de
1933 en el New York Sunday Mirror: “Existió un momento
en que yo deseaba intensamente tener noticias de Harry.
Yo estaba enferma, física y mentalmente, y tal era mi avi-
dez que los espiritistas pudieron carcomer mi mente y ha-
cerme creer que ellos realmente habían tenido noticias
de él” (Christopher, 1975, p. 134).
Y si esto no fuera suficiente, basta recordar que du-
rante diez años continuó con sesiones públicas e infor-
males en cada nuevo aniversario de la muerte de su es-
poso. La última sesión a la que asistió fue celebrada el
31 de octubre de 1936.
El 11 de febrero de 1943 Bess falleció sin haber
modificado hasta ese momento su última desaprobación
a cualquier mensaje espiritista que sugiriera una co-
municación con Houdini.
CONCLUSIÓN
Nunca se aportaron pruebas del verdadero mensaje que
pactaron Houdini y Bess. Durante un tiempo, la viuda
sostuvo que existía copia de dicho mensaje en una caja
fuerte bancaria, pero nunca mostró esa copia. El su-
puesto mensaje fue reconocido como verdadero después
que Arthur Ford lo anunciara y Bess lo avalara, pero el
documento siempre faltó a la cita.
No caben dudas de que la salud mental de Bess no
era la mejor, pero su deterioro psicofísico no invalida la
hipótesis de una complicidad fraudulenta con Ford. Una
mirada benigna a toda esta historia, bien puede hacer-
nos suponer y aceptar lo último que ella dijo recono-
ciendo su enfermedad y cómo los espiritistas le carco-
mieron su mente.
El médium no era un corderito inocente y sus ante-
cedentes no eran los mejores como para impedir que se
dude de su honorabilidad. El toque de gracia a sus ma-
niobras fraudulentas fue dado, precisa-
mente, por dos autores crédulos de lo pa-
ranormal. En 1973 salió a la luz Arthur
Ford: The Man who Talked with the Dead
,
libro escrito por Allen Spraggett (pastor
fundamentalista) y el reverendo William
Rauscher (rector de la Iglesia Episcopal de
Cristo, Woodbury, Nueva Jersey). Ambos
biógrafos analizaron la documentación per-
sonal del médium y revelaron cómo el pí-
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COR
TESÍA DEL
AUTOR
Desde el fallecimiento de Houdini, Bess
siempre mantuvo la llama encendida
de la esperanza y el deseo de una
comunicación con su esposo. La última
sesión la llevó a cabo el 31 de octubre
de 1936, en el Hotel Kneckerbocker,
de Hollywood (California, EEUU).
El 11 de febrero de 1943 Bess falleció sin
haber modificado hasta ese momento
su última desaprobación a cualquier
mensaje espiritista que sugiriera una
comunicación con Houdini
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caro Arthur Ford, al igual que Houdini cuando asom-
braba con su rol de médium en la compañía del Dr. Hill,
tampoco dejaba sus sesiones libradas al azar. El “trabajo
sucio” lo hacía personalmente o recurría a eficientes se-
cretarios que se encargaban de proporcionarle suficiente
información sobre los consultantes antes de cada sesión.
Las principales fuentes de consulta eran la biblioteca de
Filadelfia, los periódicos y —muy especialmente— un
gran archivo de necrológicas que actualizaba perma-
nentemente.Si no fuera que gran parte de ese archivo
fue destruido por orden expresa de Ford antes de su
muerte, seguramente hubieran encontrado el recorte del
Brookling Eagle del 13 de marzo de 1927 y las decla-
raciones de Bess sobre la palabra “forgive”.
Ante esta maraña de contradicciones, ratificaciones
y rectificaciones, menos evidencias que certezas, rela-
ción sospechosa de un ventajista profesional y una viu-
da desequilibrada, la conjetura de Martin Gardner
(1981) se impone con mucha probabilidad: “Mi opinión
es que Bess, enferma y alcoholizada en 1928, había di-
vulgado el secreto, pero nunca fue capaz de admitirlo
después”.
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ARTHUR FORD (1897-1971)
Nació en Titusville, Florida (EEUU). Su padre fue un capitán de buques y su madre
una ferviente religiosa bautista. Sus inclinaciones religiosas fueron influenciadas por
las creencias de su madre pero, a la temprana edad de 16 años, aquellas sufrieron
un giro hacia el espiritismo que le costó la expulsión de la iglesia bautista por here-
jía. Se unió a la Christian Church y, en 1917, ingresó en la Universidad Transilvana,
en Lexington, Kentucky.
Durante la Primera Guerra Mundial estuvo enrolado en el ejército de los EEUU y,
una vez finalizado el conflicto, fue ordenado ministro de la Iglesia de los Discípulos
de Cristo. Sus ideas heterodoxas y marcado interés por lo paranormal, prevalecieron
ante el manifiesto fastidio que provocaba en las autoridades de su iglesia.
En 1924 abandonó su iglesia y se declaró médium profesional a través de la
supuesta incorporación regular de un espíritu-guía canadiense de nombre “Fletcher”.
David Fletcher habría sido un ex-compañero estudiantil de Ford, quien habría muer-
to durante la Primera Guerra Mundial (Dangaard, 1977; Ellison, 1968; Gardner,
1981).
El reverendo Ford estaba familiarizado con los trucos de magia por su amistad y colaboración con el ilusionista S. S.
Henry, quien —entre otras ilusiones— presentaba Los Lienzos Espiritistas, un efectivo truco utilizado por dos médiums
de Chicago, las hermanas Bang (Booth, 1988; Christopher, 1969).
Su entrenamiento y carisma como orador pronto dieron sus frutos en sus presentaciones de médium clariaudiente(*).
Un ardid muy explotado en la época y al que Ford no le negó su adhesión, fue el de las papeletas y sobres. El efecto con-
siste en distribuir previamente algunos papelitos entre los espectadores para que escriban algún dato personal o pre-
gunta que deseen que se les responda. Una vez escritos y ensobrados, son recogidos por uno o varios asistentes y que-
dan a disposición del mentalista para el momento de su actuación. Tomando uno a uno los sobres cerrados, paulatinamente
va dando las respuestas o detalles correspondientes a cada espectador. En el caso de Ford, la miss en escene y respon-
sabilidad del logro estaba puesta en la comunicación con su espíritu guía “Fletcher”.
Los métodos para lograr tal efecto son múltiples y bastante conocidos por los magos(**), pero —no conforme con
esto— el ilusionista John Booth comentó la posibilidad del empleo de cómplices contratados por Arthur Ford para ase-
gurar el éxito e impacto en sus sesiones públicas.
A estos antecedentes de importancia se sumarán otros determinantes de los cuales se sospechaba, pero que recién
fueron confirmados después de la muerte del médium.
La notoriedad del joven Ford tomó vuelo y trascendió mas allá de sus círculos de influencia, cuando el ámbito perio-
dístico se revolucionó con los mensajes espiritistas que le diera a Beatrice Houdini. Fue una larga y controvertida histo-
ria de dichos y contradichos que durante años ocupó los titulares de los periódicos y que los espiritistas quisieron ver
como una batalla ganada a la incredulidad creciente hacia sus prácticas que, en buena medida, fueron responsabilidad
del propio Harry Houdini en vida.
Notas
(*) Se denomina así al médium que dice tener la capacidad de percibir los mensajes que supuestamente le dicta su espí-
ritu guía o control a través del oído.
(**) Se puede encontrar una excelente reseña de la variedad de métodos para este fin en la obra de Corinda (1968),
capítulo Step Eleven, Questions and Answers (Readings), 335-360.
ULLSTEIN BILDERDIENST