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Uno suele tener la radio siempre puesta, con lo
que se encuentra, a veces, con ciertas sorpresas,
especialmente a horas intempestivas, que es
cuando –parece ser– la radio se desmelena del
todo y aprovecha la nocturnidad para colarnos
las cosas más increíbles.
Esto me sucedió un viernes 7 de diciembre del
2001 a eso de las 6:30 h; conectaba con la ca-
dena SER y, de repente, ahí estaba uno de los
más conocidos responsables de la prensa pseu-
docientífica, Javier Sierra, actualmente director
de Más Allá, hablando, precisamente, de me-
dios de comunicación y cómo éstos difunden las
noticias. Sus comentarios venían, por lo que se
ve, al hilo de cómo algunas estupideces en tor-
no al atentado del WTC en Nueva York se ha-
bían colado en las televisiones, como esas fal-
sas cuartetas de Nostradamus que fueron
publicitadas por periodistas como Hermida.
La tesis de Sierra era que si los medios conta-
ran con el asesoramiento de expertos (como él,
implícitamente quedaba claro) este tipo de co-
sas no sucedería. Si los periodistas de medios
de comunicación conocieran más del mundillo
de los fenómenos sorprendentes esto no pasaría.
“Dudo mucho de que esto sea así” vine a
decirle a mi receptor de radio (con escaso éxi-
to, evidentemente). Pero la cosa iba a ser aún
peor, porque Sierra entonces sacó a colación
otro ejemplo en el que la presión de los medios
de comunicación había convertido en noticia
aparentemente relevante un hecho fraudulento
que cualquier experto podría haber dictaminado como
tal, evitando la tontería, la alarma y demás confusio-
nismo. El suceso no era sino aquel (in)famoso vídeo con
la autopsia de un extraterrestre de goma espuma, dado
a conocer por el británico Ray Santilli. “¡Esto ya es in-
creíble!” le increpé a la radio. Y es que hace falta ser
un redomado manipulador de los hechos para decir algo
así: Sierra aparecía ahora en las ondas afirmando que
un fraude tan craso fue tomado como cierto por muchos
medios de comunicación porque no disponían de ex-
pertos en estos temas que podrían haberles hecho ver
cómo tratar adecuadamente la noticia. Lo que no con-
taba Sierra a los oyentes es cómo en aquella época de
la tan traída y llevada autopsia, él mismo, que trabaja-
ba a las órdenes de Enrique de Vicente en “Año Cero”
(otra revista pseudocientífica, para los no informados),
fue el encargado de realizar una serie de reportajes que
permitió portadas a la publicación y presuntas exclusi-
vas increíbles, en las que, por supuesto, las dudas so-
bre la autenticidad apenas quedaban como comentarios
desechables. Que si había invitado a ver la autopsia a
un médico y el tal médico había corroborado la verosi-
CUADERNO DE BITÁCORA
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MENTIRAS
IMPUNES
COREL
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militud, que si el material de la película era de la épo-
ca... todo era utilizado por Sierra para el montaje más
amarillista. El mismo Sierra se colocó un poco a modo
de experto nacional sobre el tema de la autopsia, pro-
mocionando el fraude y de paso, promocionando la pu-
blicación para la que trabajaba. Parece claro que aque-
llo de 1995 ya no existe ni en la memoria de Sierra ni
siquiera en su pudor. [Por cierto, en la WEB de ARP-
SAPC se pueden leer datos y comentarios proporcio-
nados por Luis Alfonso Gámez sobre la actuación de
Sierra en el tema de la presunta autopsia de Roswell, en
http://ovnis.arp-sapc.org/ovnis6.htm; muy recomenda-
ble, como siempre.]
Como era de temer, nadie en el programa le hizo no-
tar ese vergonzoso detalle, como este caballero no
duda en decir Diego donde dijo Digo. Tampoco se abría
línea telefónica alguna para que insomnes como el que
esta bitácora escribe pudieran decir algo. Mentiras im-
punes, puro autobombo de intoxicador pseudocientífi-
co. ¿Son este tipo de expertos los que deben asesorar a
los medios de comunicación cuando se enfrentan a no-
ticias aparentemente sobrenaturales? Pues entonces
apaga y vámonos, porque es como poner al lobo a cui-
dar el rebaño.
Sierra decía que frente a la forma en que estas no-
ticias aparecen a veces en los medios de comunicación
“generalistas”, la prensa a la que él pertenece presen-
ta estos temas con documentación adecuada, con in-
vestigaciones de calidad, etc. etc., y no se les cuelan
fraudes. ¡Qué vergüenza! Baste recordar cómo uno de
los fundadores del pseudoperiodismo de lo paranormal,
el Dr. Jiménez del Oso se tuvo que comer con patatas la
sentencia judicial por plagio, por haber publicado
como cierta una historia de ficción (ver
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,
nº 9) para poner a las claras la falacia de esta argu-
mentación. Basta con hojear cualquiera de las revistas
que publican, o escuchar cualquiera de los programas
de radio que hacen estos pseudoperiodistas para ver de
qué manera la mentira, la ocultación sistemática de
todo aquello que no cuadra con “su” misterio, son las
armas que emplean cada día.
Verdaderamente, el problema de los medios de co-
municación “generalistas” es que en ellos existen pe-
riodistas lo bastante desinformados como para creer que
personas como Sierra realmente pueden ser fiables, o
conocedores de estos temas. Tanto periodismo de in-
vestigación que venden, tanta divulgación “científica”
que pretenden hacer (recordemos, por ejemplo, que en
un libro horroroso, erróneo y anticientífico de Bruno
Cardeñosa sobre la evolución humana, el autor se cali-
fica de colaborador de revistas de divulgación científi-
ca) no es sino pura patraña, mentiras impunes de las
que se aprovechan para hacerse con una cierta aureo-
la de respetabilidad, parte de su montaje para conseguir
algo que nunca podrán hacer con su trabajo.
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Javier Armentia
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Boletín Electrónico de Ciencia, Escepticismo y Crítica a la Pseudociencia,
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