background image
Corría la década de los sesenta. Una de las conse-
cuencias curiosas de la falta de libertades franquista era
que las pseudociencias estaban prácticamente ausentes
de los medios.
Cuando como pueblerinos maravillados cruzábamos
la frontera francesa y nos sentíamos en Europa, nos lla-
maban la atención las sex-shop, el cine porno, los anun-
cios de parapsicólogos y que en las farmacias pusiera
homéopathie.
Pero hubo una pseudociencia que se nos coló de
rondón: los ovnis y la creencia en que seres extrate-
rrestres visitaban la tierra.
La astrología, el espiritismo, el tarot, habían sido re-
chazados por la Iglesia y por tanto prácticamente ex-
cluidos de la programación de los medios; pero los ex-
traterrestres la Iglesia nunca los había prohibido, así
que era campo libre, donde los medios podían decir lo
que quisieran. Y quisieron darle una gran publicidad.
Al final de la década, ligado con la llegada del ser hu-
mano a la Luna, programas y artículos sobre ovnis sur-
gieron como hongos.
En el primer quinquenio de los setenta, el aumento
de libertades tardo-franquistas trajo como consecuencia
un aumento de lo esotérico en los medios.
En Francia, donde el esoterismo no estaba prohibi-
do, videntes, cartomantes y homeópatas se anunciaban
libremente, pero su daño era pequeño porque la socie-
dad había desarrollado sus defensas –sus “anticuer-
pos”– y mayoritariamente el público sabía que se tra-
taba de temas acientíficos, de sencillas creencias.
En España, la prohibición franquista incluía la pu-
blicidad del esoterismo y por ello la sociedad no tenía “an-
ticuerpos”. No tenía publicidad de esoterismo, pero la so-
ciedad no tenía ninguna preparación para combatirla.
Muerto Franco, los medios se lanzan con avidez al
recién descubierto filón del esoterismo. La falta de “an-
ticuerpos” se tradujo en auténticos estragos. Por ejem-
plo, en un programa de televisión de debate serio, hoy
podía hablar un ministro de economía y mañana un as-
trólogo o un tarotista. Los dos al mismo nivel. A veces
los ponían juntos en un debate.
Extravagantes chiflados con peregrinas ideas tenían
los medios a su disposición, incluso en programas y pe-
riódicos serios en otros temas.
Es la época de los debates a dos bandas. El pre-
sentador quiere que se vean las dos posturas. Debe ha-
ber un incrédulo enterado del tema. Pero los únicos que
saben de esos temas son los que creen en ellos, por tan-
to, los debates dan auténtica risa; si los crédulos dicen
que hay telepatía entre todos los seres vivos, entre los
humanos y las cucarachas, por ejemplo, los incrédulos
dicen que la única demostrada científicamente se pro-
duce entre los mamíferos y cosas así de peregrinas.
A finales de los setenta, cuando los medios se lan-
zan indiscriminadamente al esoterismo, hay un tema
antiguo, para el que ya empieza a haber “anticuerpos”:
los ovnis.
En los debates sobre extraterrestres empieza a haber
una auténtica oposición. Personas que saben de qué va
el tema y presentan una postura escéptica. En aquel
momento descubrimos algo sorprendente, bastaba la
presencia de un escéptico en los debates para que és-
tos fueran mucho más racionales. No hacía falta que el
escéptico hablase, bastaba su presencia.
En la primera mitad de los años ochenta un grupo de
personas estábamos haciendo un estudio sistemático de
DE OCA A OCA
el esc
é
ptico
otoño- invierno 2001
50
15 AÑOS
DEL
NACIMIENTO DE
ARP
ARCHIVO
background image
los casos de ovnis que se producían en nuestras proxi-
midades. Queríamos estudiarlos de un modo serio, sin
excluir ninguna hipótesis a priori.
Caso tras caso, fuimos encontrando la explicación
mundana: confusión con el planeta Venus, con la Luna,
con trenes, venganza...
Esto no era nuevo y lo esperábamos. Para lo que no
estábamos preparados era para descubrir que cuando
presentábamos todas las pruebas de la naturaleza frau-
dulenta de un caso, incluso con la confesión de los su-
puestos testigos, no sólo no se nos aceptaban las prue-
bas sino que, en vez de atacarlas, atacaban a nuestras
personas.
Aquello, más que cualquiera de los estudios que ha-
bíamos hecho anteriormente, nos mostró claramente que
tras el fenómeno ovni se escondía una religión, que al-
gunos vivían con un fanatismo que nos asustó.
Nos asustó y nos obligó a meditar sobre nosotros
mismos –¿no seremos como esos irracionales?– y sobre
el origen de nuestro interés por los ovnis. ¿Por qué nos
había interesado el tema? Básicamente porque teníamos
preguntas sin repuestas: ¿estamos solos en el Universo?
¿Los ovnis son las naves con las que nos visitan? ¿Los
ovnis son un fenómeno natural todavía no bien enten-
dido?
Éramos curiosos y teníamos un asunto sin explicar.
Queríamos contribuir a descubrir su naturaleza. Ese ha-
bía sido el origen de nuestro interés. Luego, al ir avan-
zando nuestro conocimiento, descubrimos que los maes-
tros del tema nos habían engañado. Sus libros eran pura
bazofia, plagados de inexactitudes y de mentiras. Y de-
cidimos reaccionar.
Pero, ¿quiénes éramos nosotros? Nosotros éramos
pequeños grupos de personas que, tras investigar el fe-
nómeno ovni, habíamos llegado a la conclusión de era
un fenómeno esencialmente sociológico y que no tenía
nada que ver con seres extraterrestres. Esa constatación
no ocurrió en un sitio único. Ocurrió en tres lugares si-
multáneamente. Por un lado estaban Jesús Martínez Vi-
llaro y Félix Ares, en San Sebastián; Juan Carlos Imaz
y Jesús Mª Landart, en Irún, supervivientes de un gru-
po de investigación parapsicológica, disuelto al experi-
mentar la transición al escepticismo. En Bilbao había
otro importante núcleo, integrado entre otros por Xavier
Pereda, Gabriel Naranjo, José Miguel Ortega y Luis Al-
fonso Gámez.
Muy pronto aunamos nuestros esfuerzos en un gru-
po llamado ARIFO, Alternativa Racional a la Investi-
gación de Fenómeno Ovni. Con ese nombre hicimos unos
pocos números de un “fanzine”, hecho con fotocopias,
de un modo terriblemente humilde, con enorme falta de
medios, pero con ilusión y, sin duda, la primera “publi-
cación” escéptica de nuestro país.
Coincidiendo
con la aparición
de los primeros
números del fanzi-
ne
, la creencia en
los ovnis cambió
totalmente de na-
turaleza; de tratar
de explicar avista-
mientos de luces y
supuestas naves,
se convirtió en un
conglomerado de
creencias esoté-
ricas: marcianos
telépatas, extra-
terrestres telecinéticos, profetas y doblacucharas inspi-
rados por alienígenas, etc.
Para nosotros se hizo claro que si queríamos poner
algo de espíritu racional en el tema ovni, había que ha-
cer lo mismo en aquel conjunto de ideas peregrinas. Así
decidimos ampliar nuestro campo de acción, no sólo
trataríamos el tema ovni, sino también otros delirios
pseudocientíficos.
Poco después descubrimos que las conclusiones a
las que habíamos llegado respecto a los ovnis, su ca-
rácter de religión y su falta de pruebas, ya habían sido
denunciadas en los Estados Unidos hacía muchos
años. Pero nosotros no lo supimos hasta entonces.
Cuando descubrimos la literatura ovni estadouni-
dense escéptica, vimos que habíamos perseguido una
quimera durante muchos años de nuestras vidas senci-
llamente porque no habíamos tenido acceso a la litera-
tura crítica. En España nunca nadie había publicado o
insinuado su existencia. La decepción fue grande.
Nos marcamos un objetivo: dar a conocer a la so-
ciedad española que en los temas paranormales había
una postura crítica. Queríamos que aquellos jóvenes
que se acercaban a estos temas con ganas de saber, tu-
vieran la ocasión de ver las dos caras de la moneda y
que, después, eligieran en libertad lo que considerasen
oportuno.
Así nació ARP hace quince años, como una Alter-
nativa, desde el punto de vista Racional, a los desvaríos
de las Pseudociencias.
Poco después descubrimos que la Unión Raciona-
lista Francesa, entre otras muchas cosas, también tenía
un frente con unos objetivos similares y algo más tarde
supimos que en Estados Unidos existía una organiza-
ción, llamada CSICOP, también con metas parecidas.
Al conocer estas sociedades nuestra alegría fue in-
mensa, por fin descubrimos que ¡no estábamos solos en
el Universo!
é
otoño- invierno 2001
el esc
é
ptico
51
ARCHIVO