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sílica de San Pedro, detrás del pilar decorado con una
magnífica escultura de Bernini que representa a Longi-
nos. Al menos es un lugar bastante más artístico que el
Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú (Rusia)
aunque la conservación de ambos cadáveres deba más al
genio de sus embalsamadores que a los pretendidos mi-
lagros.
(J.L.C.B.)
PSEUDOCIENCIA,
TECNOLOGÍA
Y
SOCIEDAD
Con la llegada de la LOGSE ha llegado a los hogares una
nueva forma de ver la realidad de la ciencia. Con el lla-
mado “enfoque Ciencia-Tecnología-Sociedad” (CTS) se
pretende comprender y evaluar el impacto que la actividad
científico-tecnológica produce en nosotros. La novedad es-
triba en entender cómo cada uno de los vértices de ese
triángulo influye (o queda afectado) sobre los demás, algo
que parece lógico en una sociedad tan “tecnodependiente”
como la nuestra, pero que ha tardado quizás demasiado en
llamar la atención a los investigadores.
A lo largo de la historia, la ciencia y la tecnología han re-
corrido caminos muy dispares. De hecho, los científicos
prerrenacentistas consideraban a la tecnología una acti-
vidad poco noble e ingrata, a la que no había que pres-
tar atención. Pero con la llegada de la imprenta, muchos
científicos tuvieron acceso
a tratados técnicos escri-
tos por artesanos, y sintie-
ron curiosidad por sus
métodos y herramientas.
Esta simbiosis tendría su
primera eclosión con el
advenimiento de la pri-
mera revolución indus-
trial, manteniendo un cre-
cimiento exponencial
hasta nuestros días.
Desde la máquina de
vapor hasta el teléfono
móvil, los grandes inven-
tos han producido un im-
pacto en la sociedad al
que los científicos y téc-
nicos no han sabido siem-
pre responder y asumir.
Ante desastres como los
de Chernobyl o Bophal, cuestiones éticas como la clo-
nación, y fenómenos sociales como la televisión el cien-
tífico no puede dar la espalda, aduciendo que no perte-
necen a su disciplina. Es por ello que surge la necesidad
de “conectar” el triángulo CTS y abordar su complejísi-
mo estudio.
En mi opinión, los actuales estudios en CTS son in-
suficientes a la hora de abordar un fenómeno como el de
las pseudociencias, al que se está cometiendo el graví-
simo error de menospreciar, aún cuando ejercen una po-
derosa influencia sobre la sociedad. Es más, no sería des-
cabellado afirmar que las supercherías gozan de una
magnífica salud dentro de un medio supuestamente tan
hostil como lo es una sociedad tan avanzada como la
nuestra. Y lo hace de las dos formas posibles: oponién-
dose a la realidad, o camuflándose como ella. El ejemplo
más claro está en medicina, ya que la mal llamada “me-
dicina alternativa” atrae tanto clientes desencantados con
los remedios conocidos que buscan una solución diame-
tralmente opuesta a la ciencia (curanderos, sanadores),
como a personas que piensan que existe una base cien-
tífica en aquello que consumen (homeopatía).
¿Debemos incluir entonces las pseudociencias dentro
de la terna CTS? Está claro que, aunque la ciencia por sí
sola es capaz de refutar a su opuesta, es el influjo sobre
la sociedad la que permite a las pseudociencias perma-
necer y crecer. Y en este juego de parasitismo, la tecno-
logía no es neutral, sino que es usada por ambos bandos
para su propia causa. Además de servir de plataforma de
difusión de la superchería (con la prensa, televisión, In-
ternet...), la tecnología disfraza a la superchería de un
manto de credibilidad. Por ejemplo, los llamados “pro-
primavera- verano 2001
el esc
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COREL
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PRIMER CONTACTO
ductos milagros” ofrecen siempre un supuesto adelanto
tecnológico a precio de ganga: pulseras magnéticas,
agua imantada, máquinas para adelgazar,... Tras todo ello
no hay base científica alguna, pero un envoltorio tecno-
lógico convence al crédulo de sus propiedades.
De igual modo que existe la paraciencia, existe la
“paratecnología”. Curiosamente, algunos de las “ofertas”
pseudocientíficas se basan en el rechazo a la tecnología,
aunque necesiten de ella para subsistir. El caso más cla-
ro lo encontramos en los remedios naturales vendidos en
comprimidos o gotas, fabricados de forma industrial y ar-
tificial. También el miedo hacia lo desconocido provoca
la desconfianza hacia la tecnología, como el rechazo to-
tal a las antenas de telefonía móvil, sin tener en cuenta
los supuestos peligros que los teléfonos móviles, más da-
ñinos bajo el mismo principio, pudieran provocarles.
Si queremos educar a la sociedad para que sea capaz
de asumir y responder ante la ciencia de forma adecua-
da, debemos prevenirla y entrenarla para defenderse de
la superchería. Con ello quizás se pueda dar el salto de
la “sociedad de la información” a la “sociedad de la ra-
zón y el pensamiento crítico”.
(J.J.F.P.)
UN
CONCURSO
DE
TELEVISIÓN
OFRECERÁ
COMO PREMIO UN
VIAJE A
LA ESTACIÓN ESPACIAL
La productora tiene ya reservados asientos en las dos na-
ves Soyuz que llegarán al complejo en 2003.
Una pequeña cápsula con ADN y objetos personales del
vencedor será lanzada al espacio interplanetario.
Será el mayor premio jamás entregado en un concurso te-
levisivo. Un capricho por el que el multimillonario
Dennis Tito, el primer turista espacial, desembolsó unos
3.700 millones de pesetas. “Alcanzar la última frontera
en la historia de la televisión le lleva fuera de este mun-
do”, anuncia en su web Image World Media Inc (IMI). No
es un eslogan gratuito. La productora estadounidense
–sus programas se ven en 128 países y en unos 500 mi-
llones de hogares– ha firmado un contrato con las auto-
ridades espaciales rusas para que el vencedor de uno de
sus concursos siga en 2003 los pasos de Tito y ponga sus
pies en la Estación Espacial Internacional (ISS).
La Agencia Rusa para la Aeronáutica y el Espacio
–RosaviaKosmos– y la empresa estatal RSC Energía se
han comprometido a poner a disposición de IMI y Mir-
Corp –el consorcio que llegó a asumir la explotación co-
mercial de la difunta Mir– un asiento en cada una de las
dos naves Soyuz que viajarán a la estación Alfa en 2003.
Siempre hay una cápsula Soyuz atracada en el comple-
jo orbital –hacen las veces de bote salvavidas de la ISS–,
que es sustituida cada seis meses. En una de esas mi-
siones, viajó Tito a la estación en mayo.
El concurso, llamado Ancient Astronaut (‘Astronauta
de la antigüedad’), explotará la creencia pseudocientífi-
ca de que los extraterrestres ayudaron a algunas civili-
zaciones del pasado a erigir sus monumentos. La prime-
ra fase, en la que competirán cinco equipos
multinacionales, se rodará en escenarios exóticos como
Giza (Egipto), Stonehenge (Reino Unido) y Nazca (Perú).
Los concursantes deberán completar una serie de tareas
usando los mismos materiales, herramientas y métodos
que los antiguos habitantes de la región. Los miembros
del equipo ganador se disputarán luego entre sí una de
las plazas de las misiones Soyuz –la otra se reserva para
un concurso posterior– en la Ciudad de las Estrellas, cer-
ca de Moscú (Rusia). El mejor, el que supere a los demás
en pruebas basadas en el entrenamiento de los astro-
nautas, pasará una semana en la ISS o, si no hubiera si-
tio en el complejo, en vuelo orbital. La productora ha
anunciado que, a bordo de la Soyuz, ascenderá hasta la
órbita terrestre una pequeña cápsula del tiempo, con una
muestra de ADN del concursante y efectos personales,
que será lanzada al espacio interplanetario.
El programa
Título: Ancient Astronaut (‘Astronauta de la antigüedad’).
Participantes: Cinco equipos en la primera fase. Los in-
tegrantes del grupo ganador competirán entre sí por el
premio final.
Escenarios: La primera fase se desarrollará en las inme-
diaciones de cinco maravillas de la antigüedad como
las pirámides de Giza y las llanuras de Nazca. La fi-
nal se rodará en la Ciudad de las Estrellas, el centro
de entrenamiento de astronautas ubicado en las pro-
ximidades de Moscú.
Premio: Estancia de una semana en la Estación Espacial
Internacional o, en su defecto, viaje orbital.
Para participar: Enviar un mensaje de correo electróni-
co a contestant@imageworldmedia.com.
Antiguos sí, pero no tontos
El concurso cuyo vencedor viajará a la estación Alfa en
2003, parte del presupuesto de que nuestros antepasados
recibieron la ayuda de alienígenas para construir las pi-
rámides, las figuras de Nazca o las estatuas de Pascua; de
que los antiguos eran inútiles, tontos. El proyecto de IMI
es una forma de maridar un logro de la tecnología hu-
mana, la ISS, con uno de los grandes disparates del siglo
XX, una pseudociencia que tergiversa la historia.
Los cultivadores de la arqueología fantástica, cuyo
máximo exponente es el hostelero suizo Erich von Däni-
el esc
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