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Mientras siniestros poderes nos ocultan el tenebroso futuro
que nos espera y los científicos pierden el tiempo en innu-
merables debates académicos que no llevan a ninguna par-
te, un famoso locutor de radio, Art Bell, y un novelista (eso
sí, autor de al menos un libro superventas) llamado Whi-
tley Strieber han publicado un ¿ensayo? titulado
La su-
pertormenta global que se avecina.
Según el libro, el efecto invernadero va a provocar una ca-
tástrofe meteorológica de proporciones globales... no, en
realidad “semiglobales”, por lo que parece. La gigantes-
ca tormenta arrasaría solamente el hemisferio norte (cu-
rioso), terminando en una nueva era glacial la cual, una
vez más, afectará solamente al hemisferio norte. ¿Estará
resfriado nuestro pobre planeta? ¿Lo colocará un es-
truendoso estornudo con el hemisferio sur apuntando al
Sol y el norte en sombra perpetua? En ese caso uno me-
jor se saca el carnet de conducir y colabora con el efec-
to invernadero, a ver si con un poco de suerte la pobre
Gaia no se nos resfría.
En fin, supongo que tras la publicación del libro (y el
estreno de la película La Tormenta Perfecta), los científi-
cos que tratan de determinar si efectivamente está ocu-
rriendo un cambio climático o no, si somos responsables
del mismo, y si debemos alarmarnos o, por el contrario, es
un fenómeno natural, no tienen por qué seguir dudando,
y pueden dedicarse a tareas más productivas.
Igual de inútil debe ser el escepticismo que algunos
manifiestan respecto a la homeopatía, considerándola ca-
rente de fundamentos científicos, mientras es cada día
más aceptada como “terapia válida”. Al menos eso afir-
man en la revista Más Allá.
El artículo resulta realmente curioso: a pesar de ha-
berse informado (aparentemente) bastante bien sobre el
origen de la homeopatía, sobre cómo Hahnemann dedu-
jo que la quinina es buena contra la malaria porque su in-
gestión produce ardor de estómago, es decir, que la fiebre
cura a la fiebre, los autores no parecen enterarse de nada
y siguen enunciando las bondades y virtudes de la men-
cionada pseudomedicina, explicando con todo lujo de de-
talles la extracción de la “energía esencial” del principio
que se lleva a cabo mediante el proceso de la dinamiza-
ción y la “maceración”
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del principio activo, todo esto “en
presencia de oxígeno”.
La conclusión de la publicación paracientífica, deba-
tes y controversias aparte, es que el efecto placebo de la
homeopatía puede ser similar al que se produce con el
resto de las medicinas, y que su eficacia ha sido amplia-
mente contrastada más allá del efecto placebo. Ahí que-
da eso.
Quienes sí se han dedicado a tareas productivas son
los científicos que estudiaron los misteriosos fenómenos
que rodean al sensitivo brasileño Amyr Aden, según pu-
blica el número 08-121 de Año Cero. El dotado se some-
tió durante ocho días al escrutinio por parte de un grupo
de científicos que demostraron la autenticidad de las ex-
traordinarias materializaciones de objetos que experi-
menta el sujeto.
Cuando empecé a leer el artículo, confieso que esta-
ba sorprendido. ¿Demostrarían por fin la realidad de los
fenómenos paranormales? ¿Quiénes eran los prestigiosos
científicos que habían certificado la existencia de las fa-
cultades de Amyr Amiden?
Un vistazo rápido en la red aclaró mis dudas; bus-
cando Institute for Noetic Sciences, uno se lo encuentra
clasificado en “Google” como “Ciencia - Ciencias socia-
les - Psicología - Alternativa - New Age”. Claro, esto lo ex-
plica todo. Aclarada en parte la sorpresa gracias al buen
hacer del personal de Google, solamente quedaba echar
un vistazo a la página en cuestión (http://www.noetic.org)
y encontrarse con la típica amalgama de energías sutiles,
medicina energética, estados de conciencia, etc.
En fin... si tanta fe tienen en la credibilidad del mis-
terioso materializador, podrían haber llamado a la Fun-
dación Randi para obtener un doble beneficio; por un
lado un sustancioso premio de un millón de dólares, y por
otro dar a muchos escépticos el disgusto de tener que apo-
quinar
con la parte que en su día ofrecieron aportar para
quien obrara el milagro en condiciones de laboratorio.
Pero no, en el fondo no nos quieren tan mal o les sobra el
dinero.
Siguiendo con los científicos, en el mismo número de
la revista se hacen eco de un congreso celebrado en Va-
lencia sobre la famosa “Hipótesis Gaia” que tantas ale-
el esc
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ptico
otoño - invierno 2000
La vida de color índigo
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La conclusión de la publicación
paracientífica es que el efecto
placebo de la homeopatía puede
ser similar al que se produce
con el resto de las medicinas y
que su eficacia ha sido
ampliamente contrastada
más allá del efecto placebo.
PARANORMALIA
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grías ha proporcionado a los amantes de la New Age. De-
ben estar terriblemente desilusionados cuando James Lo-
velock ha dicho bien claro que con Gaia no se refería a un
organismo vivo al uso —vamos, que no corremos peligro
de sufrir las consecuencias de la cópula de nuestro pla-
neta con otro—, sino que quería decir que la Tierra es un
“todo viviente, coherente y autocambiante”, es decir, un
sistema dinámico complejo para los amigos.
Su despiste en estas cuestiones es de tal magnitud que
no solamente cambian de sexo a Dorion Sagan, afirman-
do que es “escritora científica y viuda de Carl Sagan”,
sino que consideran “arriesgado” que la Universidad de
Valencia organice un congreso sobre un tema científico de
actualidad, y para colmo con primeras figuras como Fre-
eman J. Dyson, que presentó su libro Los orígenes de la
vida
(publicado en español por Cambridge University
Press), Dorion Sagan (que en la foto al menos no aparece
disfrazado) y Lynn Margulis, auténtica ex-esposa de Carl
Sagan (y madre del involuntario transexual, con quien ha
escrito varios libros), además del propio James Lovelock.
Sin embargo, la verdadera perla de la temporada
yace oculta en las páginas del número XXII/5 de la re-
vista Año Cero, esperando a todo aquél que ose abrirla: los
inquietantes niños índigo.
Visto el título, uno no sabe qué pensar. La verdad es
que eso del índigo no suena nada bien, y sugiere algo re-
lacionado con problemas en el parto, pero pronto salimos
de dudas: se ha introducido una nueva frecuencia ener-
gética en el mundo, que da un color índigo a las auras de
estos tiernos infantes, llamados a incrementar la fre-
cuencia vibracional global y nada menos que a fomentar
una serie de cambios evolutivos. Después de dilapidar mi-
lenios como unos perezosos desde el punto de vista evo-
lutivo, Año Cero va a despertar nuestros genes de una vez
por todas.
Aunque bien pensado, no parece tratarse de evolución
biológica. No nos van a salir alas, ni nuestros hijos van a
ser más cabezones o más bajitos. Vamos a entrar en con-
tacto con la famosa Cuarta Dimensión, esa especie de
santo grial al cual nos prometen el acceso iluminados de
todos los tipos y colores.
¿Cómo distinguir semejante prodigio? Para empezar,
parecen ser capaces de asumir los progresos tecnológicos
más espectaculares. Según esto, todos deben ser índigos.
No hay más que dejar a un niño el mando a distancia de
un vídeo; en menos que canta un gallo, habrá averiguado
cómo acceder a las funciones más recónditas y misterio-
sas del aparato, y todo eso sin perder el tiempo con el ma-
nual de instrucciones o la lista de advertencias de uso.
Afirman en el artículo que estos niños se distinguen
por tener un ADN especialmente puro (me parece que a
los autores se les dispara el brazo como al Doctor Stran-
gelove), y atribuyen tan extraordinaria afirmación a un es-
tudio de la Universidad de California (UCLA, EEUU).
Desgraciadamente, como de costumbre, un “error infor-
mático”
debe haber omitido los nombres de los autores
del mencionado estudio. ¿En qué consiste la pureza del
ADN?
Siguiendo con el rosario de rasgos distintivos, los au-
tores hablan de problemas con la autoridad, falta de in-
tegración en el colegio, etc. Leyendo esto, no puedo me-
nos que pensar que podría ser uno de ellos, aunque no he
podido comprobar la pureza de mi ADN. Sin embargo,
poco más adelante, este aficionado a la buena cocina (que
no saludable) recibe un jarro de agua fría: a veces mues-
tran una preferencia hacia una alimentación sana y na-
turista.
La verdad es que si esto es cierto la especie está me-
jorando. Más listos, ADN no contaminante (¡quizás has-
ta reciclable!), una alimentación sana, un sistema inmu-
nológico a prueba de bomba... sin duda se trata del
superniño, aunque parece ser que han cuidado la correc-
ción política: nacen en familias de todos los niveles eco-
nómicos.
Y algo realmente llamativo es que incluso los han cla-
sificado en cuatro tipos: el humanista, sociable y con ten-
dencia al trabajo con las masas, como los políticos, mé-
dicos, etc.; el conceptual, más inclinado hacia los
proyectos, y con vocación de ingeniero, arquitecto o mi-
litar; el artista, dotado para la estética y/o la ciencia, y el
interdimensional, muy seguro de si mismo y con aptitudes
para la religión y la filosofía. En fin... con un pequeño
cambio de contenidos, el Ministerio de Educación puede
adecuar sin problemas eso de la ESO
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y crear el bachi-
llerato índigo. Seguirán siendo cuatro especialidades,
aunque un poco mezcladas.
Para terminar con este tema, cabe destacar las im-
presionantes habilidades de sanación que muestran estos
pequeños; en una foto se aprecia a un niño mejicano prac-
ticando el Reiki a una planta de peluche, en un gesto que,
dicho sea de paso, he visto hacer a todos los locos bajitos
que conozco. ¿Serán índigos? Procuraré hacerme con una
muestra de cabello para ver si alguien me puede expedir
un certificado de pureza nucleica.
é
NOTAS
1. Sí, lo llaman así textualmente
2. Educación Secundaria Obligatoria. Una nueva etapa en el pro-
ceso de degradación del sistema educativo español, comparable
a la evolución del diccionario de neolengua en 1984 de Orwell.
Julio Arrieta y Borja Marcos
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Afirman en el artículo que
estos niños se distinguen por
tener un ADN especialmente puro
y atribuyen tan extraordinaria
afirmación a un estudio de la
Universidad de California.