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[Me van a permitir un preludio un tanto inusual, pero ha
pasado un tiempo más bien largo desde la última vez que
abrí este cuaderno y, desde entonces, he tenido el honor
de ceder la batuta de la Sociedad para el Avance del Pen-
samiento Crítico a Félix Ares de Blas, gran conocido de
estos lugares y primer presidente –y fundador entre otros
escépticos– de esta casita del pensamiento racional.
Han sido más de cinco años muy entretenidos. Y espero
que los siguientes no lo sean menos con una dedicación
a este proyecto más tranquila. Si no lo digo, ya saben, re-
viento. ¡Ánimo Félix, y toda la nueva Junta de ARP-
SAPC!]
Pero ésta no era la noticia a la que me quería referir.
Realmente no escribo hoy esta sección de
el esc
é
ptico
en torno a una sola noticia, sino sobre noticias que van
apareciendo cada día, como las que podemos leer sema-
nalmente en
el esc
é
ptico digit@l
, como esas sorpresas
que uno sufre cuando se decide a ver un noticiero televi-
sivo. Por ejemplo: de repente llega un teletipo de EFE
contando que en Washington han comparecido pública-
mente unos ufólogos y unos cuantos militares retirados
para contar la verdad sobre el contubernio, la conspira-
ción y la catástrofe de los platillos volantes, de los mili-
tares norteamericanos y de no se sabe bien qué más. Rá-
pidamente se genera en torno a ese despacho de agencia
todo un mundo: en algunos periódicos deciden meter sin
más un extracto; en otros medios se quedan como miran-
do el papel sin saber bien si tirarlo a la papelera o dejár-
selo al que compone la sección de noticias chuscas... Ima-
gino que en las revistas del engaño paranormal saltan
llenos de alborozo porque han confirmado ¡y ha sido EFE!
lo que ellos vienen vendiendo desde hace años. Al final
alguna cadena de TV de poco criterio (es decir, cual-
quiera de ellas) decide meterlo en un hueco entre decla-
raciones airadas de políticos, como para darle salsilla a la
tarde.
Poco importa que realmente no haya nada, es decir,
que aquella noticia sea lo de siempre, afirmaciones sin
demostración alguna, folklore para gusto de los consumi-
dores del mismo. Pero ahí queda. Un día, dentro de un
tiempo, algún vocero de lo paraloquesea lo incluirá en su
lista de méritos que intentan dotar a la tontería de turno
de respetabilidad: “fijaos, en Washington, los ufólogos
merecen respeto, no como aquí que nos tienen... (etc)”.
Poco a poco, noticia a noticia, van colando goles que
consiguen dar una falsa idea de que estas cosas son serias
(me refiero a sus trasnochadas interpretaciones). Por
ejemplo: déjese a unos cuantos iluminados jugar a ser au-
toridad sobre un tema como la sábana santa de Turín, sin
hacer más que vocear siempre los mismos errores y fal-
sedades sobre pólenes, análisis de la NASA o fallos de la
datación por Carbono-14, y al cabo del tiempo acaban
montándoles un especial en televisión con presentador de
lujo para airear sus necedades en tiempo de pascua. Todo
muy profesional, aparentemente muy documentado, pero
en realidad descaradamente sesgado y malintencionada-
mente engañador.
Instalados en esta especie de sociedad de la informa-
ción como estamos, lo importante es ir colando noticias.
Luego recogeremos lo pescado con esas redes. La multi-
plicación de medios favorece este proceso, dando una
nueva dimensión al paradigma de Goebbels.
El análisis crítico de una situación como la que se nos
presenta con estas noticias debe comportar varios niveles.
Por un lado, está la noticia en sí, su veracidad, su verifi-
cabilidad, los aspectos que nos pueden inclinar a pensar
que se trata de una boutade más o si realmente estamos
ante algo que tiene fuste. Si es lo primero, tenemos más
de lo mismo; en el segundo caso, nos exigiremos un tra-
bajo más profundo, esperar replicas independientes, con-
firmaciones o críticas del mismo sector de expertos en
donde se enmarca el tema, cuando el tema tiene compo-
nentes científicas.
Pero hay un segundo nivel más fundamental aún, la
agenda (trasladando esta acepción de la misma palabra
inglesa directamente, me perdonen) que llevan quienes
promueven la historia. No hablo de contubernios o cons-
piraciones, sino a una obviedad: ¿por qué esta noticia?,
¿por qué ahora? Las cosas no surgen de manera tan es-
pontánea en los medios de comunicación, aunque cierta-
mente el azar se conjuga para crear ciertas situaciones de
éxito mediático. En cualquier caso, normalmente, hay un
plan, una intención, que mueve todo el proceso. Es esa
agenda la que interesa desvelar, la que muchas veces re-
sulta más inmoral o aprovechada. La que hay que com-
batir más a fondo, de manera más sibilina. La que más va
a costar poner en evidencia o desmontar.
é
Javier Armentia
DE NOTICIAS
otoño - invierno 2000
el esc
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Es esa agenda la que interesa
desvelar, la que muchas veces
resulta más inmoral
o aprovechada.
CUADERNO DE BITÁCORA