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ción temporal de decenas de
millones de años no tiene nin-
guna importancia? Evidente-
mente, no.
Recapitulemos, Caballé
niega una teoría biológica ba-
sándose en unas supuestas im-
posibilidades tecnológicas -di-
cho sea de paso, sin tener en
cuenta ni cronología, ni lugar
ni modo de aparición- y, a cam-
bio, propone una hipótesis sin
aportar ni una sola prueba con-
sistente en su favor. Esto que
pudiera parecer extraño, es por
desgracia, el pan nuestro de
cada día. Aviados estamos.
Fontbrune vuelve
a anunciar la
muerte del Papa
E
l 11 de agosto de 1999
pasará a la historia anec-
dótica del siglo XX como el
día en el que Paco Rabanne
hizo el mayor de los ridícu-
los. El diseñador había vati-
cinado que, en coincidencia
con el último eclipse total de
sol del segundo milenio, la
estación orbital Mir borraría
París del mapa. “No soy yo
quien lo afirma, es Nostrada-
mus”, repitió hasta la sacie-
dad desde mayo. Pero, como
los parisinos seguían el 12 de
agosto vivitos y coleando,
fue objeto a partir de ese mo-
mento de todo tipo de chan-
zas. Fue el único que no se
salvó del pacocalipsis. Todo
lo contrario que otros re-
nombrados augures que tam-
bién se estrellaron el pasado
verano de la mano de las pro-
fecías de Michel de Notre-
dame, pero que ni sufrieron
devastadores efectos para su
credibilidad ni tuvieron que
achacar la metedura de pata
a sus antepasados, tal como
hizo Francisco Rabanera. El
modisto no dudó en septiem-
bre en achacar al influjo de
su abuela y a su madre, dos
personalidades contradicto-
rias que, al parecer, le sumie-
ron en la confusión de por
vida, el origen de su apoca-
líptico fracaso.
Ocurrió que los otros pája-
ros de mal agüero fueron más
astutos que el diseñador na-
cido en Pasajes de San Pedro
(Guipúzcoa). Anunciaron la
destrucción de la capital fran-
cesa con mayor antelación
que Rabanne y tuvieron la
prevención de evitar pronun-
ciarse en fechas próximas a la
por ellos prefijada. Así, si
erraban, casi nadie se daría
cuenta; pero, si por casualidad
París era escenario en agosto
de alguna desgracia, podrían
saltar a la palestra diciendo
que ellos la habían vatici-
nado. Tal fue el caso del más
conocido de los
exégetas contempo-
ráneos de Nostrada-
mus, el francés
Jean-Charles de
Fontbrune, famoso
porque cada cierto
tiempo saca un li-
bro reinterpretando
al autor de las Cen-
turias, con profe-
cías que nunca se
cumplen. En 1995,
Fontbrune aseguró
que París caería en
julio de 1999, que
el Islam, aliado con
China y Rusia, ha-
bría asolado Occi-
dente para esas fe-
chas, que Mónaco,
Nápoles, la isla de
Córcega y Palermo
serían saqueadas, y
que el conflicto
serbobosnio desem-
bocaría en la Ter-
cera Guerra Mun-
dial.
1
Nada de lo
predicho ha suce-
dido, pero tampoco
nadie se ha acor-
dado de ello.
Fontbrune es un hábil ex-
plotador de la credulidad po-
pular, que vende sus libros
por decenas de millares desde
hace décadas anunciando
todo tipo de hechos que
nunca llegan a suceder. Algo
que, sin embargo, no ha ido
en detrimento de su credibili-
dad, a pesar de que la expe-
riencia demuestre que su fia-
bilidad sólo puede equipa-
rarse a la de estrafalarios adi-
vinos como Rappel, Aramís
Fuster o el mago Félix. Así,
en 1985, diez años antes de
poner fecha a la destrucción
de la capital francesa, y si-
guiendo esta vez las profecías
de san Malaquías, Fontbrune
ya aprovechó la presentación
en Barcelona de su libro La
profecía de los papas para
anunciar que Juan Pablo II
el Circo Paranormal
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moriría el día de Santa Lucía de 1986 en Lyon
cuando el Halley dejara de verse en el cielo.
El Halley pasó por las proximidades de la Tie-
rra, el Papa viajó a Lyon y regresó a Roma
sano y salvo, y al agorero nadie le recuerda ni
ésta ni sus otras lucrativas meteduras de pata.
Al contrario.
Así, en el diario El Mundo del 24 de
noviembre pasado,
2
Enric Pastor se ha-
cía eco de nuevos y pasados vaticinios
del “mayor estudioso del profeta”, recor-
dando que “con Nostradamus, historia-
dor y profeta (1981) tuvo dos aciertos:
la elección de François Miterrand y el
atentado contra el Papa, escritos cinco
meses antes de que sucedieran”. Su-
pongo que eso lo dirá Fontbrune, que
ahora, a través de El Mundo, anuncia
que quedan cuatro días para la muerte
de un Papa un 13 de diciembre y la lle-
gada del Anticristo. Obviamente, Juan
Pablo II fallecerá algún día y entonces
seguro que Fontbrune sale a la palestra
diciendo que él lo había predicho, igual
que aquellos brujos de los años 80 que,
con el inicio de cada nuevo año, anun-
ciaban que Ronald Reagan tenía los días
contados. Podemos dormir tranquilos,
porque a Fontbrune se le puede aplicar
la máxima de Lawrence Kusche sobre la
credibilidad de Charles Berlitz, el autor
de El triángulo de las Bermudas: “Si Ber-
litz informase de que un barco es rojo,
las posibilidades de que fuera de otro co-
lor constituirían casi una certeza”. Pues
eso, que si Fontbrune dice que estamos
al borde del Apocalipsis, lo mejor es ha-
cer inversiones a largo plazo.
L.A.G.
1
Loscos, Lola [1995]: “Experto en Nostradamus asegura que París
desaparecerá en 1999”
. Efe (París). 26 de junio
2
Pastor, Enric [1999]: “Desde hoy hasta el 2025, según Nostrada-
mus”
. El Mundo (Madrid). 24 de noviembre.
el Circo Paranormal
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ERNESTO J. CARMENA