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el circo paranormal
el escéptico (Primavera 1999)
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que, para que haya equilibrio en
el hogar, la energía positiva que
fluye en la tierra (el ch'i) tiene
que circular libre y armónica-
mente”. Por fortuna, para aplicar
los principios de este sabio y
contrastado conocimiento cientí-
fico, bastará con introducir pe-
queños cambios en nuestra ca-
sa, siempre según el reportaje
que comentamos. A cambio de
esta ligera reorganización de
nuestra vivienda, la autora nos
promete fortuna y felicidad, un
espacio lleno de energías positi-
vas, de todos los colores, olores y
sabores, pero con la condición
de que dichas energías no se es-
capen, para lo cual habrá que
evitar a toda costa que puertas y
ventanas se enfrenten con la
puerta de entrada. A las energías
positivas, al parecer, hay que en-
cerrarlas en casa para que no se
escapen y se vayan por ahí de pi-
cos pardos.
Avalan esta última tendencia
social personajes como Uma
Thurman, Demi Moore y Carlos
de Inglaterra, el príncipe natu-
rista y temeroso de que la ira del
dios de la Iglesia que preside su
mamá nos mande un castigo
muy gordo si seguimos manipu-
lando genéticamente los cultivos
alimentarios
Hay más: en la sección deno-
minada “Flash en forma”, ade-
más de informarnos de que, en
Estados Unidos, los médicos na-
turistas emplean un gas hilaran-
te para provocar la risa
¡vaya
manera más natural que tienen
algunos para hacer reír al próji-
mo!
, hay un recuadro dedicado
a “Lo último”, que es la gemote-
rapia, técnica basada en la me-
dicina oriental y que restablece
la energía corporal mediante las
piedras preciosas
a la vez, ima-
gino, que descalabra el bolsillo
.
Para los ignorantes en lo más de
moda, sepan que las gemas acti-
van los siete centros energéticos
de la columna vertebral, relacio-
nados con las glándulas que re-
gulan el organismo, y que pue-
den transmitir energía física o
mental. Y, siguiendo con la mo-
da de lo alternativo, también se
nos quiere hacer creer que la ali-
mentación y las hierbas medici-
nales pueden sustituir el uso de
los antibióticos. Tal vez, según
qué casos; pero siempre y cuan-
do éstos no estén indicados. El
que los antibióticos gocen de
mala prensa, principalmente por
el abuso y mal uso que se hace
de ellos, no quita para que haya
muchas y serias patologías para
las que están absolutamente in-
dicados y que prescindir de ellos
por mor de la moda de lo alter-
nativo y lo naturista puede oca-
sionar serios e innecesarios ries-
gos de salud.
¿Para qué seguir? Considero
que quién piense que todas estas
estupideces, tanto de forma co-
mo de fondo, puedan interesar a
la mujeres, está insultando su
inteligencia.
FERNANDO PEREGRÍN
La alternativa
fantasma
Esta vez no nos lo han presenta-
do como exclusiva mundial. Por
lo menos, han tenido esa decen-
cia, aunque en su contra habría
que decir que han tenido la des-
vergüenza de pasar sobre el
asunto de puntillas. Me refiero
al desenmascaramiento definiti-
vo del engaño conocido como Al-
ternativa 3, todo un clásico de
los misterios marcianos y de la
conspiración, pero con mayús-
culas. En síntesis: el mundo se
va a ir al garete por motivos me-
dioambientales; las grandes po-
tencias lo saben y trabajan des-
de hace décadas en colaboración
para hacer realidad la conocida
como Alternativa 3, que consiste
en la habilitación de una colonia
humana en Marte que acogerá a
lo mejor de lo mejor; muchas de
las personas que desaparecen a
diario en cualquier lugar del pla-
neta son utilizadas como escla-
vas; existe una base secreta
intermedia, situada en la cara
oculta de la Luna...
La trama, digna de Chris Car-
ter, fue desvelada en 1977 en un
documental de la cadena inglesa
ITV que años después emitió
TVE en La puerta del misterio,
un espacio de Fernando Jiménez
del Oso. Todavía recuerdo la se-
riedad con la que el actual direc-
tor de Enigmas presentó el pro-
grama, y cómo éste, por su for-
mato, impactó a mucha gente,
incluida una de mis hermanas
pequeñas, acongojada en su pri-
mera adolescencia por el negro
futuro que se le avecinaba. Por
fortuna, para tranquilizarla,
bastó que le ofreciera un par de
datos: entre otros, que no hay
ningún astronauta del programa
Apollo que responda al nombre
de Bob Grodin, y algunas incon-
sistencias técnicas del filme.
Además, le explique que, por
mucho que hubiera visto un
Marte con cielo azul, no era así.
Pero lo que me sorprendió es
que, al día siguiente, tuve que
ofrecer los mismos argumentos a
mis compañeros de la Universi-
dad y que, desde entonces, he
participado en varios debates
públicos sobre Alternativa 3.
Veintidós años después de su
emisión original, el responsable
de Sphere Books que contrató la
edición posterior del libro de
Leslie Watkins y David Ambrose
ha escrito un esclarecedor repor-
taje en el número de abril de For-
tean Times. “Por supuesto, Alter-
nativa 3
el documental de tele-
visión y el libro
fue una broma,
una farsa”. Y cuenta la historia
real
el espacio iba a emitirse en
el 1 de abril, Día de los Inocentes
en el mundo anglosajón, pero
tuvo que posponerse al 20 de ju-
nio
, identifica a los actores y no
deja de mostrar su sopresa por
la pervivencia del mito. Inexpli-
cable si tenemos en cuenta que,
en varias ocasiones anteriores,
los autores de la trama y la pro-
ductora han reconocido que Al-
ternativa 3 era un broma.
Todo esto empezó a salir a la
luz en España poco después del
citado programa de Jiménez del
Oso, quien nunca ha hablado
del tema y ahora ignora el des-
enmascaramiento del fraude en
su revista. Por cierto, aunque
había varios programas graba-
dos, tras la emisión de Alterna-
tiva 3, La puerta del misterio se
cerró para siempre en TVE.
L
.
A
.
G
.
Un Nobel en el
país de los brujos
Acabo de recibir el último núme-
ro de la revista británica Nature.
Abro mi ejemplar y ojeo los
anuncios. “Take the mystery out
of your PCR”, “... the new choice
for PCR”, “Consistent PCR re-
sults...”, “... software offer PCR
Help”... Prácticamente, uno de
cada dos anuncios está relacio-
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(Primavera 1999)
el escéptico
nado con el proceso de la reac-
cion en cadena de la polimerasa
(PCR), cuya patente pertenece a
una conocida multinacional far-
macéutica suiza. El descubri-
miento de esta técnica marcó un
antes y un después en el univer-
so del ADN y de la genética.
Dicen que el premio Nobel im-
prime carácter, que los que lo re-
ciben quedan marcados de por
vida por el peso abrumador del
galardón, que les introduce en
una lista de nombres que, más
que ilustres, son orgullo y gloria
del intelecto humano. Pocos,
muy pocos desde Albert Eins-
tein, han añadido lustre a unos
premios que son la quintaesen-
cia del reconocimiento a unos lo-
gros que incluso llegan a marcar
el devenir de la cultura humana,
y que destacan la excelencia en
el razonar y en la inventiva de
buena ley, creadora de riqueza
de conocimiento. No debe ser
fácil mantener la cabeza fría
cuando llega la noticia del pre-
mio. Unos, se dice, saltan y llo-
ran de alegría; otros se pellizcan
incrédulos; alguno hasta se per-
mite algún manierismo, del tipo
“los premios suecos”, para disi-
mular el impacto que le ha pro-
ducido entrar en la elite de las
elites intelectuales y científicas.
También hay unos pocos a los
que se les atraganta la gloria, no
digieren bien el honor y llevan el
premio colgando como vulgar
adorno de baratija.
Kary Mullis (Carolina del Nor-
te, 1944) descubrió el proceso
PCR y recibió por ello el premio
Nobel de Química de 1993. Nun-
ca ha ocultado su orgullo y enor-
me satisfacción por haber recibi-
do el preciado galardón, y ha da-
do muestras, más que suficien-
tes, de pertenecer al grupo de los
laureados que han digerido mal
o a medias tal distinción. Ahora,
al publicar su autobiografía, ti-
tulada Dancing naked in the
mind field,
1
nos confirma dicha
indigestión. Pero, añadiendo un
dato que puede ayudar a enten-
der mejor cómo se pueden per-
der los papeles cuando la vida te
da tantas sorpresas: Cetus, la
pequeña empresa en la que tra-
bajaba Mullis cuando hizo su
descubrimiento, y que se quedó
con las patentes del proceso PCR
mediante una compensación al
investigador de 10.000 dólares,
obtuvo poco después más de 300
millones de dólares cuando pasó
a ser propiedad de una de las
grandes multinacionales farma-
céuticas. Amargamente se queja
nuestro héroe, y con razón, de
que, con los enormes beneficios
obtenidos con la criatura de su
inventiva, nadie se ha acordado
jamás de enviarle flores por su
cumpleaños.
San Francisco, en torno a
1960. Los hippies empiezan a
sustituir a los beatniks y cantan
aquello de “si vas a San Francis-
co, no olvides poner flores en tu
cabello”. Mullis llega a California
y prueba el LSD y otras drogas.
El paleto licenciado del provin-
ciano Instituto Tecnológico de
Georgia se deslumbra con esa
cultura
mejor diríamos, contra-
cultura
de drogas psicodélicas,
amor libre y culto a los cuerpos
hermosos que se balancean en la
cresta de las olas del soleado
océano Pacífico sobre una tabla
de surf. El mismo nos confiesa
cómo cambió su vida al zambu-
llirse en el ambiente californiano
y que se encuentra profunda-
mente ligado a esa sociedad.
Pero en California, se dice, cada
semana nace una nueva religión
o surge un nuevo movimiento de
la contracultura o la irracionali-
dad mística. No debe extrañar-
nos, pues, que al leer algunos
capítulos de su biografía nos
encontremos con un Kary Mullis
que coquetea con varios tópicos
de la nueva moda californiana
en movimientos místicos y espi-
rituales: la Nueva Era. Incluso,
me arriesgaría a calificar a su
tercera
¿o es la cuarta? Se pier-
de la cuenta entre tanto empa-
cho de aventuras amorosas que
jalonan el libro
esposa, una
pintora un tanto espiritual, a ca-
lificarla, repito, de adicta al eso-
terismo de la Nueva Era y musa
de las partes más extravagantes
y absurdas de esta autobiogra-
fía. Entre otras extravagancias,
se nos regala un supuesto en-
cuentro con extraterrestres
con
abducción posiblemente inclui-
da
que el autor parece haber
compartido, si bien no a la vez,
con una de sus hijas; el tono de
la narración es el consabido “ni
digo que si, ni digo que no, pero
misterio, haberlo, lo hubo”.
Mullis, que nos indica que es
Capricornio, aboga, de forma
muy poco científica, por cierto,
por un estudio científico de la
astrología, ya que, al parecer,
tres personas seguidas acerta-
ron su signo del Zodíaco. Con
tan relevantes y contrastados
datos estadísticos, nuestro pre-
mio Nobel se pronuncia a favor
de que las facultades de sociolo-
gía y psicología incluyan la as-
trología entre sus disciplinas ofi-
ciales. Hay también ciertos gui-
ños a la parapsicología y, por su-
puesto, más de la absurda e in-
justificada campaña de Mullis
en defensa de las teorías de Pe-
ter Duesberg, convicto y confeso
oponente a la evidencia acumu-
lada por la que hacemos respon-
sable al HIV del sida.
Otro premio Nobel, esta vez
de Física y bastante más sensa-
to y mucho menos iconoclasta
que Mullis, el también america-
no Leon Lederman se queja en
su autobiografía
2
afortunada-
mente traducida al castellano
de que mucha gente piensa que
el Nobel confiere ciencia y cono-
cimiento infusos, de forma y ma-
nera que hay toda una leyenda
sobre auténticos disparates ad-
mitidos como verdades inapela-
bles simplemente por haberlos
pronunciado un premio Nobel en
una disciplina que nada tiene
que ver con la cuestión opinada.
Para los crédulos aficionados a
la pseudociencia que se pirran
por las citas de la autoridad
científica, no cabe duda de que
este libro es
y será allá donde
se publique
una especie de re-
galo inesperado, un éxito por
contar entre filas de ufólogos,
astrólogos, parapsicólogos y de-
más manadas asilvestradas de
renegados de la razón y el senti-
do común, a todo un premio
Nobel de Química. Aunque no
tengan en cuenta que, como dice
la reseña de este libro publicada
en Nature, “sin el premio Nobel,
anunciado en la sobrecubierta
del libro junto con la fotografía
de un Mullis descamisado y con
su tabla de surf, es dudoso que
este potaje de bazofias se hubie-
se podido editar”.
3
F
.
P
.
1
Mullis, Kary [1998]: Dancing naked
in the mind field. Pantheon
Books. Nueva York.
2
Lederman, Leon [1994]: The God
particle: if the Universe is the ans-
wer, what is the question? Con la
colaboración de D. Teresi. Delta.
3
Greenberg, Daniel S. [1998]: “Even
a loose cannon may hit the right
spot”. Nature. Vol. 396. 38-39.
el circo paranormal