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P
odríamos calificar a muchas perso-
nas con ideas diferentes y contrarias
a las de la mayoría de los científicos
de pensadores independientes. Suele ser
gente que cree firmemente en lo que dice,
pese a las opiniones adversas. No son ni
tontos ni embusteros, aunque, como en to-
do, no todo el mundo es honrado.
Los pensadores independientes han con-
tado con algunos nombres ilustres entre
sus filas. Nicolás Copernico y Galileo Galilei
son dos que nos vienen rápidamente a la
mente. El segundo, por ejemplo, tuvo la
osadía de atacar muchas de las ideas más
firmes de la ciencia del siglo XVII, estando
sus choques con la Iglesia bien documenta-
dos. Uno debe recordar que, dentro de lo
malo, tuvo suerte, ya que, pocos años antes
que él, Giordano Bruno había sido quema-
do en la hoguera por ser, también, un pen-
sador independiente. Esto ha llevado a que
muchas de las personas que atacan algu-
nas de las ideas más queridas por la cien-
cia moderna se apoyen en estos autores co-
mo prueba de la validez de sus argumen-
tos. Por supuesto, no se suele recordar que,
por cada pensador independiente que, des-
pués de años de ser objeto de ridículo, ve
como sus ideas se aceptan, hay miles que
no tienen tanta suerte.
Es curioso que seamos capaces en nues-
tros días de enviar sondas a Marte y de des-
velar los secretos de las galaxias más leja-
nas, pero no de explicar bien la ciencia a la
gente. Tomemos un ejemplo. Hace unos
meses participé en una mesa redonda noc-
turna sobre la influencia de la Luna en
nuestras vidas. Fuimos un periodista, un
astrónomo, un sociólogo y un astrólogo.
Durante el debate, alguien me preguntó
por el rumor según el cual la NASA había
falsificado las misiones tripuladas a nues-
tro satélite. Al parecer, los sondeos de opi-
nión indican que entre un 20% y un 25%
de los estadounidenses cree que los aluni-
zajes se realizaron en una finca de
Houston, Texas. Según esta gran minoría,
todo eso del vuelo a la Luna fue un monta-
je. Tal cosa podría tacharse como una mera
aberración de la opinión pública si no fuera
por el hecho que otras encuestas también
revelan que una proporción asombrosa de
la misma población estadounidense cree
que el Sol da vueltas en torno a la Tierra. Y
eso que estamos hablando del país más
avanzado del mundo...
En otro momento de la tertulia, se pre-
guntó a los asistentes si creían que los as-
tros afectaban a nuestras vidas. Por su-
puesto, casi todas las manos se alzaron, to-
cándome explicar, a continuación, por qué
yo discrepaba de la mayoría allí presente.
Cómo dijo mi colega en la mesa (un sociólo-
go), en tales casos, siempre se apela al pú-
blico presente para demostrar que, por
muy científico que uno sea en sus plantea-
mientos, la gente no le suele seguir.
La contradicción de nuestros tiempos es
de lo más curiosa. La educación y la divul-
gación de la ciencia, jamás ha sido tan
buena
documentales, libros, revistas,
prensa, Internet...
, el público nunca ha te-
nido tanto acceso a la misma, y, sin embar-
go, tal como hemos visto, mucha gente no
cree aún ni en el modelo heliocéntrico del
sistema solar ni que el hombre haya pisado
la Luna. En España el público está muy
bien informado por lo general y, por eso,
tampoco me extrañó que, en un mar de pre-
guntas esotéricas, hubiera una razonable
de una joven acerca de los agujeros negros.
Algo en que creer
Parece ser, no obstante, que la gente aún
mezcla fácilmente unas cosas con otras.
Jamás ha habido tanto acceso a la ciencia,
pero jamás los astrólogos y los amantes del
tarot lo han tenido tan bien. De nuevo, se
52 (Invierno 1998-99)
el escéptico
Encuentros difíciles
Una de las consecuencias de tener una cierta notoriedad es el hecho
de que, a veces, uno tiene que hacer frente a gente con opiniones
no sólo diferentes, sino radicalmente distintas a las suyas
MARK KIDGER
Sergio Sánchez
Imagen de las Leónidas de 1998 tomada desde la isla de Gran
Canaria.
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estima que en Estados Unidos hay diez
astrólogos profesionales por cada astróno-
mo profesional. Sobra decir que EE UU
también tiene más astrónomos profesiona-
les que cualquier otro país del mundo.
También es cierto que, muchas veces, la
gente sabe que eso de la astrología no es
para tomárselo en serio, pero el corazón y
el alma quieren creer en ello. En un mundo
cada vez más complicado, a muchas perso-
nas les parece importante el tener algo en
lo que creer.
Lo mismo puede decirse acerca de los
ufólogos. Hay muchas razones para pensar
que la gente busca su salvación en las es-
trellas. Una prueba de eso es que ahora,
con la reducción considerable en la tensión
mundial, los ovnis han vuelto a caer en un
segundo plano. Durante los años en los que
parecía que el mundo podía acabarse en
cualquier momento, en cambio, se dirigía al
problema de los ovnis mucha más atención
y publicidad. Desde luego, fueron los años
en los que se dieron los casos más especta-
culares.
Existen bastantes evidencias de que hay
personas buscando algún salvador en el
cielo y lo han encontrado en la posibilidad
de que otros seres nos estén vigilando des-
de el espacio. Pero si todos los ovnis son
realmente naves extraterrestres, la Tierra
debe tener graves problemas de control
aéreo. Además, de ser esta hipótesis cierta,
los extraterrestres están realizando su re-
conocimiento de nuestro planeta de una
forma muy extraña.
Los ovnis
Aquí hace falta decir que los ovnis y la as-
trología son dos temas muy distintos. En el
caso de los ovnis, hay un problema que se
puede plantear y tratar de forma científica.
Muy poca gente es capaz de asegurar que
los ovnis sean realmente naves de otros
planetas, pero el estudio de los avistamien-
tos de objetos celestes no identificados es
interesante de por sí. En muchos casos, se
plantea un problema serio para el investi-
gador: ¿cómo explicar lo que se dice que se
ha visto a partir de un informe tan ambiguo
que podría corresponder a casi cualquier
cosa? Los creyentes apuntan a la cantidad
de noticias sobre el tema que no pueden ex-
plicarse de ninguna forma. Sin embargo, es
tristemente verdad que, en la mayoría
aplastante de los casos sin explicación, no
la hay porque el informe del suceso es de-
masiado incompleto.En la gran mayoría de
los casos, aquello que se dice que se ha
visto resulta ser un objeto astronómico o
meteorológico.
Ovnis comunes son Venus, un bólido,
una formación de nubes, un satélite artifi-
cial, etcétera. En muchos casos, su obser-
vación proporciona una información de
gran utilidad. El estudio del gran bólido ca-
nario de mayo de 1995 es un caso típico.
Docenas o cientos de personas llamaron al
Instituto Astrofísico de Canarias y a los me-
dios de comunicación para dar cuenta de
sus observaciones y descripción del fenó-
meno. Para la mayoría, se trató un ovni en
toda regla. Pero en poco tiempo, y gracias a
las noticias que se recibieron, fue posible
dar una información completa sobre la na-
turaleza real del fenómeno, su trayectoria
por la atmósfera, punto de caída y probable
tamaño.
Constantemente, me preguntan si algu-
na vez he visto un ovni. Puedo contestar, de
una forma totalmente honesta, que sí. Por
supuesto, para mí, un ovni
objeto volante
no identificado
es cualquier cosa que no
puedo explicar. Pero si me preguntan si he
visto un platillo volante, la contestación es
que no.
De los varios objetos que he visto y que
no he podido identificar, al menos inicial-
mente, sólo uno realmente me ha dejado
perplejo. Una vez, observando meteoros, vi
un objeto, una luz en el cielo, que podría
haber sido un satélite si no fuera por el he-
cho que se paró y dio marcha atrás. Es un
fenómeno que no puedo explicar, pero es-
toy seguro que tiene una causa sencilla (y
esa no es que fue un platillo volante). Tam-
poco, en el caso de un informe, que investi-
gué hace ya muchos años, acerca de un ob-
jeto extraño como un globo, que iba giran-
do por el cielo encima de Bristol, en el Rei-
no Unido, se me ocurre explicación lógica
alguna. Pese a eso, tanto el observador co-
mo yo estamos seguros que se trataba de
algún tipo de fenómeno natural.
Algunos científicos creen que el estudio
de los ovnis puede proporcionar una infor-
mación importante sobre nuevos fenóme-
nos no conocidos para la ciencia. El típico
ejemplo es el estudio de los llamados rayos
bola. Pese a la mucha evidencia anecdótica
sobre su existencia, no hay una teoría cien-
tífica que realmente los explique. No cabe
duda de que los rayos en bola están rela-
cionados con muchos de los casos de ovnis
difíciles de interpretar.
No es oro todo lo que reluce
Por desgracia, aunque el campo de los ov-
nis cuenta con mucha gente honrada, que
ha visto algo extraño y quiere hallar una
explicación, hay muchas personas que sólo
están ahí por dinero y publicidad. Uno de
el escéptico (Invierno 1998-99) 53
Uno de los platillos volantes del contactado
estadounidense George Adamski.
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los casos más famosos es el de un ufólogo
que, en los años 50 y 60, observó toda clase
de platillos volantes desde el observatorio
estadounidense de Monte Palomar
1
. Al ver
sus fotos, uno se pregunta qué hacían los
astrónomos que estaban justo a su lado pa-
ra ganarse el sueldo, ya que ellos no vieron
nada extraño. Esta misma persona incluye
en sus libros una imagen bien conocida de
Saturno y sus satélites
con el planeta so-
breexpuesto
como un ejemplo de una de
las naves que había observado a través de
su propio telescopio.
2
Hay otros casos bien conocidos en la co-
munidad astronómica de personas relacio-
nadas con los ovnis que se aprovechan del
deseo de la gente de creer para engañarla.
En ocasiones, los propios astrónomos afi-
cionados han logrado desvelar el fraude.
Un caso, sucedido hace unos años,
implicaba a un ufólogo bien conocido por
sus apariciones en la televisión. Una noche
llevó un grupo de interesados a un punto
donde, supuestamente, se producían mu-
chos avistamientos de ovnis. Después de
un largo rato sin ver nada, comentó que iba
a marcharse pero advirtió antes que “cuan-
do vienen, los ovnis suelen acercarse desde
el Este”. Aunque se metió en su coche, no
se marchó hasta que una luz brillante apa-
reció por Oriente. Pese a que varios aficio-
nados intentaron convencer a los presentes
de que sólo se trataba del Skylab, algunos
creyeron de verdad que erauna nave extra-
terrestre. De hecho, siguieron creyéndolo
aunque noventa minutos después, tal como
predecían los aficionados, la misma luz vol-
vió a aparecer.
Vivo actualmente en Tenerife, uno de los
puntos del mundo donde, supuestamente,
se ven más ovnis. Pese a pasar muchas
horas de observación en la montaña, no he
visto ninguno. Eso me lleva a preguntarme
cómo puede ser que otra gente vea tantos
tan fácilmente en la misma zona de la isla.
3
Personalmente, me encantaría creer que al
menos alguno de los ovnis es en realidad
una nave interestelar, pero es muy poco
probable. Desde luego, a menos que la mis-
ma se pose delante de mí y vea que su ma-
trícula no es ni de Santa Cruz de Tenerife
ni de ninguna otra parte de la Tierra, no me
lo voy a creer.
Creo que el escepticismo educado es la
mejor respuesta cuando te encuentras con
un ufólogo convencido. Algunos de mis co-
legas discrepan. Dicen que no hay que dar-
les ninguna oportunidad ni perder el tiem-
po, pero, en un enfrentamiento público, sé
a quien suele apoyar el público y, con ma-
las maneras, no se convence a nadie.
Mark Kidger
es investigador del Instituto As-
trofísico de Canarias (IAC).
54 (Invierno 1998-99)
el escéptico
3
Hay dos posibles explicaciones: 1) que los obje-
tos que otros ven como ovnis se pueden identi-
ficar como fenómenos normales (meteoros, saté-
lites, etcétera); y 2) que existe un alto porcenta-
je de engaño en los informes de los avistamien-
tos. Dejo al lector escoger la explicación que le
parezca más razonable.
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1
Al menos, aclaraba que no tenía relación algu-
na con el observatorio y el hecho de que su pro-
pio telescopio estuviera en las laderas de la
misma montaña se debía a la casualidad de que
vivía cerca.
2
El autor se refiere al contactado George
Adamski, que dijo haber mantenido encuentros
físicos con seres de Venus, Marte y Saturno, y
haber viajado a la Luna a bordo de un platillo
volante. (N. del D.)
Me encantaría creer que al menos
alguno de los ovnis es en realidad
una nave interestelar, pero
es muy poco probable